La íntima confesión del escritor Goudreault sobre su adicción a las drogas y el alcohol: “Mi herida esencial era la falta de fe”

17 de noviembre de 2023

“Soy un alcohólico y drogadicto crónico, pero he tenido la gracia de ser liberado de la obsesión por consumir porque desde hace 15 años me rendí, en un proceso espiritual que siempre es necesario renovar… Veo a Dios en eso”.

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El otoño del año 2023 se presenta suavemente en Quebec y al compás del viento las hojas cubren el aire en sus calles rodeadas de bosques. Aún se puede disfrutar de un café en alguna terraza como la que reúne a los periodistas de Le Verbe con el escritor, guionista de espectáculos, poeta y trabajador social David Goudreault, quien desnuda su intimidad espiritual durante esta entrevista, revelando agradecido la gracia de liberación que Dios le ha concedido…

 

"El nexo común de todas las adicciones es el aislamiento. Te encuentras aislado del mundo, aislado de Dios, aislado de ti mismo", destaca David durante la entrevista.

 

Cuando nos acercamos parecías emocionado de darnos esta entrevista. ¿Es correcta esta impresión?

David Goudreault: Es particularmente interesante hacer una entrevista con ustedes porque nos alejamos de la actualidad noticiosa. Nos apartamos de la promoción del último libro o programa para dar un paso atrás, cuestionar el significado y dejar espacio a la espiritualidad. Para mí, la espiritualidad ha sido muy importante desde mi infancia. Juega un papel significativo en mi trabajo y en mi vida cotidiana. Y creo que la espiritualidad se está convirtiendo en uno de los grandes tabúes de este mundo. Como me gusta jugar en zonas peligrosas y traspasar los límites, me interesa exponerme y reflexionar junto a ustedes, para ver dónde estamos espiritualmente en el mundo; el lugar de la religión, el lugar de Dios.

 

Nos pediste que nos reuniéramos en una zona boscosa. ¿Por qué?

Mi vida espiritual es muy concreta y se encarna en lugares llenos de significado. El bosque es para mí un lugar de espiritualidad. Soy un gran creyente en la idea de que la oración y la meditación son dos partes de una misma experiencia. En la oración, me dirijo a Dios o a un poder más grande que yo. En la meditación, recibo respuestas en la medida en que mi mente abierta me permite escucharlas o verlas, reconocerlas. Una de las mejores maneras de acercarme a eso es ir y conectarme con el bosque, dejarme abrumar por algo más grande que yo.

 

 

Hablas de experiencias espirituales poderosas...

Hay lugares como el bosque... pero también otros que pueden parecer más bien fríos, como un centro comunitario o el sótano de una iglesia, donde he tenido mis mayores experiencias espirituales. Soy un alcohólico y drogadicto crónico, pero he tenido la gracia de ser liberado de la obsesión por consumir porque desde hace 15 años me rendí, en un proceso espiritual que siempre es necesario renovar. He visto milagros ordinarios: adictos, alcohólicos que dejan de consumir. Cuando digo que mi espiritualidad es concreta, para mí significa ver a una chica que, habiendo perdido la custodia de sus hijos, decide dejar de inyectarse cocaína y, cinco años después, tiene trabajo, hijos que están creciendo íntegros e incluso tienen una rica vida espiritual... Veo a Dios en eso.

 

¿Cómo se relaciona este proceso de librarse de las adicciones con tu búsqueda espiritual?

Lo he intentado todo, pero la solución para mí estaba en la espiritualidad y en el apoyo de otros adictos, en un proceso de introspección que implica una relación con uno mismo, con el mundo y con Dios.

Creo que mi herida esencial -que me llevó a congelarme durante años a diario- era la falta de fe. Necesito creer, ser pacificado, ver que la existencia tiene un sentido. Cuando estaba sumido en el consumismo, la vida ya no tenía sentido. Me sentía muy desamparado, muy solo, en un estado de abandono. Esa es una palabra muy importante que no utilizamos muy a menudo: desamparo, ruptura espiritual, desde un punto de vista moral y espiritual. El nexo común de todas las adicciones es el aislamiento. Te encuentras aislado del mundo, aislado de Dios, aislado de ti mismo.

Es un viaje extraño. Hay heridas de la infancia, un vacío interior o una falta de fe que te lleva a consumir para llenar el vacío, y una vez que has destruido lo que quedaba de tu espiritualidad a través del consumo, una vez que has llegado a lo más profundo del vacío, mueres o te reconstruyes de otra manera.

 

En una época donde cada uno establece sus propias normas morales y éticas, donde cada vez hay menos puntos de referencia comunes... ¿Cómo relacionarse? ¿Hacia dónde se orienta el don de sí mismo, los vínculos humanos y lo que podríamos llamar más ampliamente el amor?

Nos necesitamos visceralmente. Piénsalo, ¡hasta los monjes son monjes en equipo! A pesar de mi desconfianza, mi ansiedad, mi fe vacilante, sé que los vínculos que consolido dan sentido a mi vida y aumentan la importancia de mi presencia en el mundo. Aunque a veces sea muy difícil, tengo que tender la mano a los demás y acoger a quienes quieran acercarse a mí.

Para mí, en eso consiste la espiritualidad. Hay frases que trascienden el catolicismo o el cristianismo. "Amaos los unos a los otros" (Juan 13:34): este es el gran reto y la gran salvación al mismo tiempo. No es fácil, pero es una lucha por vivir juntos. Además, cada vez somos más en la Tierra, sometidos a diferentes influencias morales y espirituales. Así que trabajemos para encontrar el terreno común, para forjar vínculos, para crear el tejido social, porque es mucho más fácil desgarrarnos que repararnos.

 

 

Fuente: Le Verbe

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