Zahra Cooper y su abuelo Viktor

Le hicieron creer que era trans, padeció depresión e intentó suicidarse. Ha recuperado su ser mujer

12 de mayo de 2017

Que su confusión sobre sentirse un hombre en cuerpo de chica era por ser transexual le dijo cierto psiquiatra. La verdad era que padecía síndrome de Asperger.

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Familia desestructurada, adolescencia complicada, propaganda transexual en internet, fatal error de diagnóstico médico y todo tipo de catástrofes que la empujaban a cambiar de sexo, sin un análisis exhaustivo. Este es el coctel que vivió Zahra Cooper, una joven de 21 años quien creyendo ser transexual, pensó debía parecer hombre y hoy lucha por recuperar su ser mujer… aunque por todo lo que le indujeron a realizar han quedado en ella impactos difíciles de sanar.
 
 El caso de esta neozelandesa no es único y lo ocurrido con Cooper muestra cómo profesionales y legisladores dejan de considerar numerosas circunstancias psico-biológicas dañando a estos jóvenes para siempre. La ideología pesa al parecer más que la propia salud de estas personas. Su caso fue publicado en un extenso reportaje por The New Zealand Herald  que denuncia el sufrimiento padecido. Incluso habiendo salvado la vida tras dos intentos de suicidio.
 
De familia desestructurada y timida
 
Las secuelas todavía son claras en Zahra, narra el Herald… Ella se muestra triste porque todavía hay quien sigue confundiéndola con un chico. Finalmente la cantidad de hormonas que le hicieron tomar han dejado efectos que la hieren, como la gravedad de su voz.
 
Nació niña y desde pequeña era muy tímida, un rasgo que se potenció al separarse sus padres y tener que cambiar de ciudad. De adolescente no encontraba su sitio entre pares. Se quedaba en casa temerosa de hacer amigos. Fue por entonces que empezaron sus dificultades: “Siempre he luchado con mi identidad de género, siempre me preguntaba si yo era un niño o una niña”, sincera Zahra.
 
Los vídeos de Youtube que influyeron para definirse trans

 Cuando a los 14 años su cuerpo comenzó a cambiar a toda velocidad, Zahra se sintió ajena a sí misma. No sabía cómo manejar estas emociones, sumado ello a sus problemas para socializar. Comenzó entonces a odiar su cuerpo… lo consideró la causa de sus males.

En un principio, Zahra pensó que era lesbiana pero después se puso a navegar en internet y al ver vídeos de Youtube de transexuales absorbió todo aquél contenido ideológico y se creyó que estaba atrapada en un cuerpo equivocado.
 
El médico autorizó que tomase hormonas

Durante los años siguientes mantuvo esta lucha hasta que pidió a su familia que dejaran de llamarla Zahra para pasar a ser Zane. Ella era ahora él y empezó a vestir como un chico. El siguiente paso pasaba por modificar su aspecto físico y ahí entraban las hormonas.
 
 Acudió entonces al médico local, de cuya consulta salió irritada puesto que este doctor le recordó que era mujer y que había nacido como tal. Finalmente pudo conseguir una cita con el endocrinólogo pero mientras tanto acudió a un psiquiatra quien le dijo tenía disforia de género y que necesitaba un tratamiento hormonal. Tras el informe del psiquiatra, el endocrinólogo se las recetó sin ningún tipo de problemas.
 
Deprimida y con tendencias suicidas

 Así empezó a tomar testosterona por vía oral y más tarde mediante inyecciones. Los cambios físicos se iban dando en su exterior pero la felicidad prometida no llegaba. Es más, tenía cambio de humor, mucha irritabilidad y depresión. “Tenía una voz más grave, vello facial y muchos otros cambios pero yo no estaba contenta con ellos. No me sentía yo”, cuenta en el reportaje.
 
 Las cosas iban de mal en peor. La insatisfacción iba creciendo hasta que ocho meses después tocó fondo e intentó suicidarse. Lo reiteró hasta en dos ocasiones. Su abuelo la encontró en coma tras una sobredosis y gracias a él pudo salvar la vida.
 
La visita a otro psiquiatra

Viktor Rakich, el abuelo con quien vivía desde los 14 años tras el divorcio de sus padres, cuenta que “cuando ella pasó a esas pastillas, la vi ir cuesta abajo, pero nadie me creyó”. Tras los intentos de suicidio la obligó a ir a otro psiquiatra distinto al que le diagnosticó disforia de género.
Aquí se produjo la clave y el nuevo cambio de vida de Zahra. Tras un exhaustivo examen ella fue diagnosticada no de disforia sino de un principio de síndrome de Asperger, una variante del autismo.
 
Ahora empezaba a entender toda su historia

 Entonces pudo entender su gran timidez de la infancia y adolescencia. En ocasiones los Asperger tienen problemas con su identidad debido a un pensamiento de blanco o negro  que los domina y en el que buscan las razones por las que no encajan en un determinado lugar. Por ello, muchas de estas personas acaban siendo empujadas a la transexualidad al ser diagnosticadas con disforia aunque realmente no sea ese su problema. Precisamente, lo que le ocurrió a esta joven.
 
Tampoco nadie le había dicho que la gran mayoría de adolescentes que dicen no sentirse a gusto con su sexo acaban aceptándolo una vez pasada la pubertad. Todo esto lo descubrió posteriormente también en internet tras su visita al nuevo psiquiatra. Visionó nuevos vídeos en Youtube de personas trans que han dejado de serlo para volver a su sexo natural. Y decidió que tenía que seguir el camino de vuelta. Aunque las secuelas durarían por mucho tiempo. Además, tenía el problema añadido de haber empezado a salir con otro joven que se definía como transexual. Pero su decisión de volver a ser chica es firme.
 
 Lo más frustrante para ella es pensar  que de haberle detectado antes el síndrome de Asperger no habría pasado por todo este proceso que tanto sufrimiento le ha traído y hubiese recibido ayuda especializada desde el colegio. Así entonces, dice, “me hubiera entendido más a mí misma”.
 
Hoy Zahra a pesar de que aún tiene la voz grave y enfrenta una potencial esterilidad, confidencia que es feliz y sonríe… las ideas suicidas son sólo un recuerdo de su historia.

 

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