Marino Restrepo confidencia sus “experiencias místicas” en el contexto de la crisis que padece la Iglesia y la humanidad

06 de abril de 2023

“No es ningún secreto para nadie que el mundo va muy mal y que el demonio tiene mucho poder, no porque sea poderoso sino por el poder que le hemos dado por el pecado. Entonces, no se ven bien las cosas”, señala en parte de esta entrevista con Portaluz.

Compartir en:

Desde su conversión el año 1998, fruto de un encuentro místico con el Señor -mientras permanecía cautivo de las FARC en la selva colombiana-, Marino Restrepo se consolidó como un conocido misionero, que comunica las certezas de la fe bajo el prisma de su particular experiencia de Dios. Sobre su testimonio y misión Portaluz le entrevistó el año 2018 (pulse aquí para leer).

 

Hoy, en esta nueva entrevista, Marino nos ofrece su reflexión ante las diversas crisis que afronta el mundo y la Iglesia. Lo hace desde una íntima certeza espiritual que nos confidencia. Y es que las visiones del cielo, del infierno, del purgatorio que Dios le regaló en la selva colombiana el año 1998, gatillando su conversión, no han sido las únicas. El Señor, nos dice, le ha permitido nuevos éxtasis en los cuales ha consolidado certezas sobre el futuro de la Iglesia y la humanidad que aquí comparte.

 

Marino, por décadas has dado testimonio de haber recibido a comienzos de 1998 -mientras eras cautivo de las FARC en Colombia- el regalo de una experiencia mística, una visión que impulsó tu conversión. El relato de tu visión del infierno, el purgatorio y el cielo; como también la fuerza de la Eucaristía, el don de la confesión, la primacía de la Iglesia católica -entre otras certezas-, las has difundido ampliamente de forma presencial, por medios digitales e impresos.

¿Has tenido alguna nueva experiencia mística, alguna visión posterior que nos pudieras testimoniar?

Podría explicarlo de esta forma: Desde niño -y esto es algo que se aclaró cuando tuve esa experiencia en la selva, en Colombia, ese éxtasis- yo he tenido experiencias sobrenaturales, pero no las había evaluado en una forma muy clara, porque no las había visto así. Pensé que era algo natural, es decir, aunque eran cosas que no eran naturales, pensé que la mayoría de la gente podía ver eso ¿no? Pero obviamente cuando niño, tuve muchos problemas de burlas y podríamos decir persecuciones, en el colegio y en la familia, cada vez que compartía esas cosas. Entonces decidí no compartirlas más.

Siempre he tenido como un velo corrido del mundo espiritual. Pero yo no busco eso. Para resumir, sobre la pregunta, yo diría: Sí, tengo experiencias místicas. En algunos casos ocurren cuando estoy dando charlas y hay público, en otras ocurren viajando, en otras cuando duermo, en otras cuando estoy en la Iglesia en la Eucaristía o Adoración al Santísimo; ocurre mucho en procesiones de fiestas de la Iglesia también.

 

 

¿Ves al Señor, a la Virgen o recibes mensajes de Dios?

Son experiencias de visualizar el mundo espiritual en actividad, en acción, tanto el bien como el mal. Pero, siempre desde el bien. Pero con la conciencia de encontrar toda esta batalla espiritual.

 

¿Hay algo profético, que se te haya comunicado en algunas visiones recientes?

Bueno, yo pienso que sí. Yo no comparto mucho lo que tiene que ver con el futuro públicamente, porque esto acarrea una carga y una responsabilidad que no creo que sea lo que el Señor me está pidiendo, o no es parte de mi apostolado. Pero, bueno, yo creo que no es ningún secreto para nadie que el mundo va muy mal y que el demonio tiene mucho poder, no porque sea poderoso sino por el poder que le hemos dado por el pecado. Entonces, no se ven bien las cosas. Ahora, las profecías son imperfectas, porque Dios cambia de parecer. Dios, a veces, abre como… oportunidades a la humanidad; ya sea por la intercesión de los santos -me refiero a la comunión de los santos, tanto gente que esté en la tierra, como el purgatorio, el cielo-, otras veces simplemente porque Dios en su misericordia así lo decide ¿no? Pero lo que se ve del mundo hoy es muy difícil, es muy complicado, muy oscuro.

 

¿Has tenido alguna visión en la cual hay un término inminente de la humanidad?

No necesariamente. No creo que el fin del mundo esté así encima para esta generación. Pero sí creo que es posible que esta civilización pueda entrar en una situación muy difícil, hasta el punto de que se pueda eliminar. Me refiero a que se puede derrumbar en la forma que está constituida, como esta edificada, sus sistemas económicos, sus sistemas sociales y políticos, la organización de territorios; todo eso puede llegar a un colapso. Es lo que he visto.

 

¿Cómo dialoga tu misión con el Camino Sinodal que vivimos los católicos junto al Papa Francisco?

El Camino sinodal es prácticamente el Evangelio que camina con la Iglesia, es un camino de comunidad con toda la pastoral que se une al Papa y que camina siempre peregrino en busca de la salvación de las almas. Son las comunidades de la Iglesia unidas en llevar esa buena del Evangelio.

Pero hoy tenemos fenómenos en la Iglesia como el camino sinodal que proponen los alemanes. Tengo muchas misiones en Alemania y soy testigo que la mayoría de los católicos alemanes no piensa como este clero que ha pasado estas leyes nefastas. Pero lo que yo he descubierto es que esta gente está detrás del dinero. La Iglesia alemana es muy rica y estos prelados, toda esta jerarquía alemana está envuelta en un jet set, por decir así, multimillonario, con la gente más rica del mundo. Están pervertidos con el dinero y se quieren robar ese dinero, se quieren robar muchas propiedades de la Iglesia y por eso están buscando separarse; que se convierten como en otra denominación cristiana multimillonaria y les roban a los católicos alemanes todo el dinero. Pero esto no van a lograr hacerlo. Se van a ir, pero no con el dinero que piensan. Eso es lo que veo. La preocupación que hay de este cisma como le llaman, yo pienso que no es exactamente así, eso es lo que yo vi tanto espiritual como con mi experiencia personal. Pienso que al final esos jerarcas se van, se roban algo del dinero, pero el Papa nombrará nuevos obispos, nuevos cardenales y la Iglesia continuará.

 

 

En un video titulado "ante la «tibieza» del clero y la vida religiosa" (REL 13 ene 2020), denuncias que "hay parroquias en mano de Clero homosexual, hay monjas lesbianas y nadie las denuncia". Luego afirmas "o se convierte o se va" (de la Iglesia). Tu lenguaje es duro. ¿No te parece que es lejano al misericordioso de Jesús que mientras escribía con su dedo en el suelo dijo "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra"?

Pues lo que pasa es que la Iglesia ha cometido un error muy grande llevando todo este círculo de inmoralidad dentro de la Iglesia con una amabilidad que lo que ha llegado a hacer es pervertir la Iglesia en una forma gravísima. Cuando tú lees algunas cartas de San Pablo sobre casos de inmoralidad, San Pablo es más severo que yo, mil veces. De hecho, ¿a quién estamos imitando? O sea, ¿de dónde sacamos nuestros ejemplos? ¿cómo se actúa en casos así? Tenemos que sacarlo de la Iglesia ¿no? Tenemos que sacarlo de la Palabra de Dios y de los Apóstoles que son nuestro ejemplo. Yo diría… y no necesariamente cuando dije eso estaba pensando en San Pablo, pero en mi corazón eso es lo que se sentía y de esa forma se expresaba ¿no? Pienso que lo diría igual hoy. Esos casos de inmoralidad en la Iglesia hay que ponerle el hacha a la raíz. Si una persona no quiere cambiar, no quiere entrar en la verdad y tiene una responsabilidad clerical o religiosa -que es la responsabilidad más grande y seria en la Iglesia- esa persona no puede estar en la Iglesia.

 

¿Tú crees que el Papa Francisco ha seguido una línea de acción demasiado blanda sobre este tema?

No, yo creo que el padre Francisco ha seguido una línea muy fuerte en ese tema, porque él ha sido quien incluso ha puesto reglas mucho más estrictas sobre este asunto. La prueba está en que hoy es cero tolerancia, y viene del Papa. Yo conozco casos personales de sacerdotes, religiosos, laicos comprometidos predicadores, que han sido eliminados de la Iglesia en una forma radical, por pecados graves contra la moral y situaciones en las que claramente se ve que no hay arrepentimiento. Tratan de convencer a la Iglesia que eso está bien, que uno puede ser un homosexual activo, tener su amante y ser sacerdote o predicador. En Londres tuvimos una batalla grande con un jesuita precisamente en el Soho, que tenía misas para esta gente y él estaba abogando por ellos para que fueran aceptados en la Iglesia. Sin ninguna discriminación, estamos hablando de parejas homosexuales que tomados de la mano pasaban a recibir la comunión. O sea, el Santo Padre ha sido muy estricto con eso. Yo nunca he pensado que ha sido laxo. En lo que él ha expresado con relación al pecador, entiendo que es lo mismo que tú dices cuando Jesús está con la mujer adúltera… no los acusa, pero al mismo tiempo está diciendo, si usted quiere seguir con ese camino, en la Iglesia no puede. El Papa ha dicho que una persona que tenga estas tendencias no debe estar en el seminario ni debe ser ordenado. O sea que, en eso, no es laxo.

 

 

Llevas más de dos décadas como predicador de ese encuentro extraordinario con Dios y de las certezas de la fe que has conocido. ¿Dios te pidió de forma explícita que hicieras esto?

Sí. Eso fue una revelación en el año 99. Dos años después del secuestro había pasado yo ese tiempo en California, después de regresar de Colombia de esa experiencia. Los había gastado esos dos años aprendiendo a ser católico de nuevo y sin ninguna idea de que esto yo lo debía compartir con nadie. Hasta ese momento lo que yo había visto es que el Señor me daba otra oportunidad y así lo tomé. Estaba rectificando mi vida, por decirlo así, dejando el hombre viejo y buscando esta nueva vida. Pero pasados esos dos años viajé a Colombia, era una Semana Santa, y el Domingo de Ramos, de Palmas, estaba en una iglesia en Bogotá muy llena de gente. No pude entrar y quedé en el atrio. Mirando hacia adentro por el centro de la nave central, por sobre las cabezas de la gente, podía ver un crucifijo enorme que colgaba encima del altar. De pronto, mirando el crucifijo, comencé a entrar en otro éxtasis. A estas alturas yo ya sabía lo que era un éxtasis. Porque la primera vez, cuando lo tuve en la selva, pensé que me estaba muriendo; pero esta vez había aprendido, por los estudios que hice en la iglesia, en qué forma se manifestaba un éxtasis. Entonces, entré en este éxtasis con ese crucifijo y el Señor en esta oportunidad se me manifestó sin una voz -como lo hizo la primera vez- sino a mi corazón, que fue como lo hizo mi ángel guardián en el primer éxtasis. Era algo que yo entendía en el corazón y ahí me mostró que yo había nacido para esta misión, que él me iba a llevar por todas partes porque la misión apenas iba a comenzar, que todos los lugares donde iba a ir ya los había escogido y todas las personas que me iban a escuchar las había escogido desde siempre, es un plan. Todo lo que iba a compartir lo tenía infuso en el corazón, no tenía que estudiarlo y estaba en perfecta armonía con la doctrina católica; que él se iba a encargar de mí, que nunca tuviera temor de nada porque él me acompañaría y así fue.

Yo estaba muy golpeado por el secuestro, no tenía vitalidad ni entusiasmo. Sabía que Dios podía hacer todo y entendí que esto iba a ser obra de un milagro. Pero el Señor ya me había hecho un milagro, que fue sacarme con vida de la selva, cuando me rescató del secuestro. Entonces yo decía, pues esto va a requerir otro milagro y así fue. Yo me fui a buscar al sacerdote franciscano italiano con quien me confesé la primera vez cuando salí del secuestro y por primera vez compartí mis experiencias místicas con alguien. Cuando comencé a contarle se vino esta fluidez sobre estas experiencias y yo estaba muy impactado. En medio de esta conversación el Señor me mostró que él había elegido a ese sacerdote para ser mi padre espiritual y obviamente tenía la gracia de guiarme y entender muy bien de qué se trataba toda mi experiencia. Así fue, él me guio. Dejé mi vida artística y fundé una misión con la Arquidiócesis de Bogotá que se llama Peregrinos del Amor, que es un nombre que él mismo me reveló mientras yo componía una canción a los ángeles. Así sucedió esto hace 23 años.

 

En el mundo, los hijos e hijas de Dios que creen en él y se esfuerzan por ser fieles a las enseñanzas de Jesús, que custodia la Iglesia, disminuyen año tras año. ¿Un fracaso que augura el fin de la Iglesia? ¿Compartes la responsabilidad de los magros resultados?

Pienso que -como decía San Juan Pablo II-, comenzamos con 12 así es que estamos muy bien todavía. Benedicto XVI proféticamente habló en los años sesenta en una entrevista de Radio en Alemania y dijo que la Iglesia terminaría pequeña, pero muy fuerte, pero muy pequeña. Pienso en cuando Jesús dice, ‘¿habrá fe cuando yo regrese?’; esto es una advertencia de lo que él iba a encontrar en la Parusía. Entonces, yo sí creo que en el mundo se va a consumir todo lo que no está santificado, se va a desplomar. Veremos todavía más problemas de esa naturaleza en la Iglesia, donde la gente se desbanda y se va detrás de doctrinas acomodadas a sus expectativas y apetencias, como San Pablo lo profetizó. Y eso no va a parar porque el mundo se los va a consumir.

Te puedo compartir una experiencia que tuve durante una adoración al Santísimo Sacramento expuesto, en Belfast, Irlanda del Norte, hace 18 años, por lo menos. Estaba predicando en una Iglesia que estaba en la frontera, por decirlo así, con los Orange men (n. del ed.: Orange Order/ protestantes). Y me cortaron los frenos del carro, atentaron contra mí. Yo me salvé de milagro y me fui a ese oratorio preguntándole al Señor: “¿cómo debo yo tratar a los protestantes, a esta gente? ¿en qué forma puedo yo en mi corazón encauzar el amor evangélico con personas que son criminales, que quieren acabar con la iglesia católica y que no le importa asesinar, que nos odia?” Y el Señor me mostró con una claridad increíble en esa oportunidad, que los hermanos separados no regresarán nunca a la Iglesia; algunos muy santos se unirán a la Iglesia, pero la mayoría ni siquiera en sus denominaciones se quedarán pues el mundo se los consumirá por falta de los sacramentos; no tendrán fuerza para resistir el materialismo que viene y todas esas sectas desaparecerán, todas; todo el protestantismo colapsará, no quedará nada. Los que son santos y buenos se vuelven católicos. Es el mismo futuro de estos católicos que, prácticamente podríamos decir, están protestantizados.

 

Cumplir los mandamientos, ir a misa, confesarse, orar a diario y otras prácticas de la fe son una carga pesada, nada fácil de vivir, para muchos ¿Cómo uno se enamora de Jesús y así lo que parece carga sea un gozo?

Ese es el deseo de un cristiano maduro en la fe. ¿Cómo uno puede llevar ese amor de Jesús a los corazones que están tan endurecidos con el mundo y que no saben amar y mucho menos a un Dios que no ven?

San Pablo enseña “Yo planté, Apolo regó; más fue Dios quien dio el crecimiento”. Entonces esa pregunta le queda a Jesús. Él es el único que puede hacer crecer. Nuestro trabajo es anunciar, denunciar, exhortar, con mucha firmeza y amor, lo demás sólo Dios lo puede hacer.

 

 

¿Por qué ir a los retiros donde predicas? ¿qué puede alguien esperar encontrar?

Hay dos razones. Una, la Iglesia es muy rica en carismas. Dios se manifiesta con sus mismas verdades en una forma extraordinariamente única en cada parlante, en cada criatura que él escoge. Digamos, si a la ciudad viene San Pablo, San Pedro, el apóstol Felipe, el apóstol Juan a dar charlas, habría que escoger una para ir. ¿Dónde? Uno se enfocaría en el carisma que más le atrae ¿no? Pablo con toda su fuerza y radicalidad, San Pedro con su vida eclesial profunda pero ordenada en una forma muy paternal, San Juan -el apóstol del amor místico- que adentra a la gente en una dimensión espiritual extraordinaria y así. Entonces yo pienso que cada uno de nosotros somos apóstoles y tenemos una forma de expresar la fe única.

Yo camino con la Iglesia en una forma muy disciplinada en relación con la sana doctrina, a las tradiciones, a la obediencia a la jerarquía. Eso encontrarán. Lo otro es que yo soy lo que podríamos decir un místico. Entonces durante mis charlas ocurren cosas místicas en el corazón de quienes me escuchan. Esas serían las razones.

 

¿Marino, tras dos décadas de compartir tu testimonio y predicar las certezas de la fe católica que te sostienen, ¿cuáles son las mejores armas de un católico que como discípulo del Señor quiere tocar los corazones?

La conversión del corazón, radical, es el arma más poderosa, nuestra santidad. Para uno llegar a los corazones tiene que estar lleno de Dios. En esta forma el Espíritu Santo es quien hace todo. Porque uno sería esa vasija de barro que está a disposición de Dios y que Dios desde esa vasija de barro puede ir a los corazones. Es el llamado nuestro. Si lo hacemos así, llegaremos.

Compartir en:

Portaluz te recomienda