Por estos días muchos nostálgicos de la teología de la liberación y algún vivaz líder político que bebió sus convicciones en los procesos que Latinoamérica experimentó en los años setenta y que hoy se revisten del modernismo liberal que les otorga la bandera multicolor y la ideología de género, se han visto complacidos con los rumores de que pronto Papa Francisco daría su beneplácito al proceso de beatificación para Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
El conocido periodista Jaime Septién así lo informaba el pasado 13 de enero en Aleteia: La comisión vaticana que revisó el martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez ha dado luz verde a su proceso de beatificación, al fallar a favor de que el que fuera arzobispo de San Salvador, en efecto, fue asesinado “por odio a la fe”.
Desde que el valiente arzobispo fuera asesinado el 25 de marzo de 1980 mientras celebraba la Eucaristía, fueron esos (los citados teólogos y políticos) quienes se apropiaron del legado que dejaba Romero, de su imagen incluso, para potenciar la adhesión y financiamiento de actividades vinculadas al quehacer revolucionario en Latinoamérica. Hoy, desde diversas publicaciones de Internet y coordinaciones entre líderes políticos, se preparan para celebrar al Oscar Romero que ellos presentaron al mundo. Pero manipular a un mártir y de paso a un Papa como Francisco no parece tarea simple.
Para serenidad de algunos que desconocen la fidelidad de Romero a la doctrina de la Iglesia y como luz sobre aquellos que continúan queriendo hacer uso de su imagen, Portaluz presenta un extracto de una homilía que el propio obispo leyó el 18 de marzo de 1979, tercer domingo de Cuaresma:
Sacralidad de la vida humana
"El quinto mandamiento, breve pero tremendo: "No matarás". Aquí se proclama la sacralidad de la vida. Acuérdense que todo está bajo el epígrafe: "Yo soy el Señor tu Dios, yo que he dado vida, salud a tu hermano, tú se la vas a quitar". ¡Cuánta sangre está borrando entre nosotros la felicidad y la santidad de este mandato! Se manda a matar, se paga por matar, se gana por matar. Se mata para quitar de enfrente al enemigo político que estorba, se mata por odio.
Cuántos crímenes privados habrán en esos cadáveres que aparecen; muchas veces el origen de la captura fue oficial, pero pienso yo el motivo del asesinato: ¿Cual habrá sido? ¿Quién ha pagado? ¿Qué intereses hay detrás de esa muerte? ¡No matarás! ¡Es terrible!
Ojalá me estuvieran escuchando hombres que tienen sus manos manchadas de homicidio. ¡Son muchos por desgracia! Porque también es homicida el que tortura. El que comienza a torturar no sabe a dónde va a terminar. Hemos visto víctimas de torturas, llevados con mil subterfugios mentirosos, a morir en un hospital. Son asesinos también, son homicidas, no respetan lo sagrado de la vida. Nadie puede poner la mano sobre otro hombre porque el hombre es imagen de Dios. ¡No matarás! Yo quisiera llevar también esta palabra breve a ese mar inmenso de ignominia que mata hasta en las entrañas de la madre. El aborto, crimen abominable, también es matar. Y pensar que la que tortura, la que asesina es su propia madre ¡No matarás! Cuando Cristo perfeccionaba este mandamiento decía: "ya cuando comienzas a odiar, has comenzado también a matar". Por eso vino a perfeccionar él, con los consejos evangélicos, los mandamientos: para ponerlos lo más lejos posible de la posibilidad del hombre, para que fueran siempre felices no cometiendo las desobediencias contra la Ley del Señor.
Podíamos seguir aquí, porque este quinto mandamiento entre nosotros, está muy descuidado, pero ¡trágicamente descuidado! Ojalá que ante la luz de mis palabras que repiten la palabra de Dios, miráramos con más respeto la vida del hombre. Sobre todo, si ese hombre está bajo el poder de quien lo está haciendo sufrir. ¡Respétalo por favor! ¡No lo mates! ¡No lo estés matando! ¿Dónde están los desaparecidos? ¿En qué cárcel mueren languideciendo o ya murieron, ya los mataron? Digan siquiera para que las madres sepan siquiera dónde llevarles una corona a sus hijos que lloran en la incertidumbre.
¡No matarás!, aunque manejes tanquetas y fusiles de altos calibres. ¿Por qué murieron los espectadores de la huelga hace apenas unos pocos días? ¿Qué no hay otra manera de apartar una muchedumbre más que tirando balas? Nueve hogares, por lo menos lloran la muerte inesperada tal vez imprudente, pero imprudente de ambas partes. ¡No matarás! Ojalá se grabara con cincel en la conciencia y en el corazón del que trata con otro hombre sobre todo de autoridad a súbdito: ¡No matarás!, la ley de Dios lo manda.” (pulse para leer la homilía completa)
Para conocer más del mártir Monseñor Oscar Arnulfo Romero vaya al sitio oficial que promueve su causa de canonización.