Imagen gentileza de Solart.
Imagen gentileza de Solart. Pixabay

¡Silencio hasta el final!

Rafael Pascual Elías OCD por Rafael Pascual Elías OCD

19 Marzo de 2025
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Es de noche. Hace frío. Llueve. El viento y la lluvia rompen contra las ventanas. Hablo y rezo con un joven que se va a dormir pronto porque lleva dos días con malestar general y necesita descansar bien para reponerse. Después escucho el mensaje de audio de otro joven. Está en reposo obligado al sufrir un esguince de segundo grado. Los dos quieren hablar, se expresan con gran sentimiento interior. Ponen todo en oración; de fondo está el que no puede faltar, ¡San José! Así es. El primero no quiere irse a dormir sin rezar antes al santo patriarca. El otro se acuerda del grupo de adoración con San José al que viene los martes. San José lo ve todo. ¡Todo! Ve a uno y a otro. Acoge la oración de estos jóvenes que cada vez lo quieren más con hechos y no sólo con palabras. Rezan de corazón a San José y cuentan a otros de la importancia que cobra en sus vidas el trato cercano en oración que tienen con San José. Hablo de lo que se puede decir como sacerdote. Hay que callar lo que sigue cuando entramos más adentro en la espesura del alma... Eso queda entre ellos y el que escribe estas líneas.

Sigo en oración en la capilla. En silencio. Los presento al Hijo de San José. Le hablo a San José de ellos y me callo. Hago silencio. Rezo las letanías a San José y me callo de nuevo. Dejo que el silencio hable en mi corazón. San José no descansa en su taller. Es de noche y aprovecha el momento para suscitar una invitación a vivir el silencio como él. Un silencio que ayuda a vivir de otra manera; el que viven estos jóvenes que crecen en la vida espiritual porque saben por propia experiencia que no hay nada mejor que la adoración en silencio para dar pasos en la vida de fe. A ello suman la devoción sincera y profunda a San José, maestro de silencio interior. Todo crece en intensidad espiritual cuando me acuerdo de otro joven que también vive el silencio y además de manera heroica.

Vamos años atrás en la historia. Por edad queda entre medio de los dos jóvenes con los que hablo. Tiene 20 años. ¡20 años y una vida puesta en Dios desde el silencio! Un silencio que vive hasta las últimas consecuencias. Sólo lo rompe cuando está al borde de la muerte y busca la gracia de Dios.

Durante 6 meses hace silencio ante las blasfemias y palabras disonantes que le envuelven. Son tiempos de guerra. Él lo tiene claro. Calla y reza. Sabe que el Hijo de San José no lo abandona. Lucha con sus armas, el rosario y la oración callada. Tienen más fuerza que los fusiles que descargan metralla a todas horas. En una batalla es apresado. Puede librarse si habla y dice quién es y hace pública su condición de joven católico. Pero prefiere callar. Calla y sufre. Sufre por dentro y por fuera. Es febrero. El invierno castiga sin piedad a los presos que junto a él son encerrados en unos corrales en medio del campo. Pasada una semana los llevan a una fábrica habilitada como cárcel. Sigue en silencio. Y sin poder comulgar. El frío ha invadido su cuerpo y la tuberculosis se lo come por dentro. Le da igual. Sufre y calla. Ve pasar al capellán y calla. Un día y otro y otro... Silencio. Sólo hay silencio en este joven. Lo llevan a la enfermería y sigue en silencio. Llega un día en que rompe su silencio.

¿Y para qué lo rompe? ¡Para pedir confesión! ¡Para estar en gracia al verse a las puertas de la muerte! ¡Para preparar el camino hacia el cielo! Avisa al capellán que se quiere confesar. Dicho sacerdote se sorprende que no haya manifestado antes su condición de católico para poder librarse de la prisión. Al escuchar la razón de este prolongado silencio, el que hace silencio es él. ¿Por qué ha callado hasta ahora este joven preso? ¡Por amor!:

"Yo quería sufrir por Dios y por España".

"No quiero nada con el mundo. Soy de Dios y para Dios; si muero seré totalmente de Dios en el cielo y si no muero... ¡quiero ser sacerdote!".

"Quiero vivir absorbido en Él, perdido en la inmensidad de Él y a Él totalmente entregado".

"Mañana cuando comulgue, consumaré la obra de desprendimiento que hace días empecé y no he podido terminar".

"Poco me hubiera costado mejorar mi situación con usted, y alguna vez tuve el propósito de hacerlo que, gracias a Dios, rechacé, como una tentación, puesto que así hubiera perdido la preciosa ocasión de sufrir por Dios y por España".

"Soy feliz, Padre. ¡Qué felicidad tan grande siento! ¿Qué será el cielo, si aquí me siento tan feliz? ¡Hacen falta santos!".

"Serviré a España en el anónimo, ofreceré a Dios todas las molestias de mi enfermedad y lo penoso de mi sacrificio. Quise el martirio, y al fin lo he conseguido. No el derramamiento de sangre, por la fe, sino el abandono, el lento sufrir, la angustia de morir con la ausencia de mi santa madre".

Terminada la confesión y el silencio de este joven, es llevado al hospital clínico y facultad de medicina de Zaragoza. Hablamos de la tarde del 18 de marzo de 1938. Allí entrega su alma a Dios al poco de cumplir los 21 años, el 5 de mayo.

Y ahora volvemos a esos jóvenes enfermos de esta noche. También lo ofrecen, como este otro. En los corazones de estos tres jóvenes hay un amor a Dios y a España muy grande. ¡Muy grande! Los años pasan, pero el amor no pasa... ¡El amor es eterno! ¡La fe mueve montañas! ¡Y la esperanza no defrauda!

Lo tengo claro. Todo está en manos de Dios y no es casualidad que todo esto suceda la noche del 18 de marzo de 2025, en recuerdo de esa otra noche de un 18 de marzo de 1938 cuando Ismael de Tomelloso por fin alcanza la libertad tras confesarse. ¡Y comulga el 19 de marzo tras muchos meses donde sólo puede hacer comuniones espirituales! ¡Es libre! Pero sobre todo está liberado de las tinieblas del pecado. Ha sufrido prisión por ser alistado a la fuerza en el bando republicano y caer preso por el bando nacional. Pertenece a la Acción Católica. Lo ve todo desde la providencia divina. Por eso calla. Porque sabe que el amor de Dios todo lo puede. Y por eso también su proceso de beatificación avanza. ¡Ojalá que pronto lo veamos llegar a término!

Termino ya poniendo la mirada en el que sigue callado hasta ahora y contempla desde el cielo cómo los jóvenes de nuestros días buscan el silencio para encontrarse con su Hijo y crecer en las virtudes, como Ismael hace 100 años. ¡San José trabaja en su taller en silencio y habla a su manera! ¡Se calla y al mismo tiempo mueve nuestros corazones para que vayamos a misa el 19 de marzo y si es posible también el 18 por la tarde! ¡Nos hace ver que todo es posible cuando uno mira al cielo, se encomienda a su poderosa intercesión de padre y aprende a hacer silencio hasta el final!

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