Salud y Justicia

Se escuchan en este tiempo muchas voces que se alzan en un frenesí desesperado por lograr reformas a muchas cosas desde una perspectiva meramente ideológica y administrativa. Pero no he escuchado ninguna que clame con la misma fuerza por una reforma a la salud que urge, para que deje de ser un lucro escandaloso y un privilegio. Los pobres mueren esperando ser atendidos...

Enfermos arrastran su humanidad antes de que amanezca confiando en obtener un “número” para que en pocos minutos le receten las medicinas más económicas del mercado. Sin olvidar de mencionar que algunas enfermedades no tienen cobertura por el Estado. Pillerías más o menos el colapso de los recintos continúa gobierno tras gobierno.

Dice Jesús en el Evangelio de San Mateo, capítulo 25: “Estuve enfermo y me viniste a ver”...Los sacerdotes a diario escuchamos el dolor del pueblo y las quejas de otros. Recuerdo que una vez conversando con alguien que fue director del hospital regional me dijo: «Padre tengo miles de radiografías que evaluar y no tengo especialistas, debo optar por lo más urgente; mientras tanto alguien que tiene algo el pulmón, cuando se entere será tarde». Un interno de la cárcel de Rancagua murió en aquel tiempo por la tardanza en atenderse de un cáncer testicular que fue muy agresivo y que obviamente no podía esperar. Hoy en esta América Latina que continúa esperando por la quimera del desarrollo ser pobre, viejo y enfermo parece ser un delito. Y para suma de males, mencionemos también el burocrático organismo “Compin”. Allí acuden a diario nuestros enfermos esperando se les pague lo que es debido por sus licencias y no como si fuera una limosna. Agreguemos a este guiso del infierno a quienes son expoliados por un sistema privado de salud que nadie quisiera para los suyos.

Por fidelidad a Cristo la verdad debe ser proclamada. Sólo así se podrá convertir el corazón de quienes promueven la ideología materialista con traje de un color u otro. Por fidelidad a Cristo el hombre debe ser liberado de todo este mal antes que la violencia cobre más vidas inocentes o debamos seguir escuchando adolescentes reflexiones políticas de neo dirigentes afirmando que “...no tenemos derecho a imponer nuestros valores cristianos católicos al resto de la sociedad”.

La Iglesia es Madre y Maestra y no teme cuando se trata de la defensa de sus hijos. Querrán ponernos mordaza tildándonos de rojos un día y conservadores al siguiente, pero eso no será posible, los cristianos no nos dejamos amedrentar... el mismo Cristo que padece en quienes agonizan ante la mirada indiferente, en el sí del creyente extiende su abrazo amoroso que todo lo toca, lo sana y lo libera. ¡Bendiciones!