Imagen gentileza de Jorge Segovia.
Imagen gentileza de Jorge Segovia. Unsplash

¡Oh Dios!, ¿por qué no nos escuchas?

Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel por Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel

13 Octubre de 2025

 

Hechos 

Hemos hecho mucha oración para que se acaben las guerras, conocidas o ignoradas, pero los conflictos no terminan. Pedimos a Dios que ilumine a nuestras autoridades para que organicen la política y la economía al servicio de la comunidad, y no tanto para sus intereses, y parece que no salimos de la corrupción, de la demagogia y de la manipulación de las informaciones y de los pobres.

Pedimos a Dios que los delincuentes comunes y los organizados cambien de vida, para que vivamos en paz social, pero no se detienen en sus crímenes y extorsiones, a pesar de los buenos esfuerzos que hacen algunas autoridades. Pedimos a Dios que no haya más desequilibrios en la ecología, y los desastres se incrementan, muchas veces por la irresponsabilidad humana. ¿Es que Dios no nos oye?

Cuando nos llega una enfermedad, o cuando enferma alguien muy cercano, y le pedimos a Dios que nos conceda la salud, no siempre sanamos, sino que incluso puede llegar la muerte. Cuando una esposa, un esposo o unos hijos y parientes le piden insistentemente a Dios que haya armonía familiar, a veces sucede lo contrario: separaciones, violencias y divorcios. Unos papás hacen mucha oración para que los hijos vayan por buen camino, y éstos hacen lo contrario. Se le pide a Dios, a la Virgen y a los Santos que haya un trabajo justo y adecuado, y no se encuentra. ¿Es que Dios no nos oye?

Hacemos mucha oración para que haya más vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, pero disminuyen, en vez de aumentar. Se ofrecen misas y rosarios por algunas intenciones, y todo parece inútil, pues las cosas no cambian. Le pedimos a Dios que nos aumente la fe, y ésta se tambalea. Hay quienes, al no ver cumplidas sus peticiones que hacen en peregrinaciones, novenas, ayunos y otros actos religiosos, se desaniman y pueden perder su fe. Algunos hacen promesas y juramentos para no consumir drogas y bebidas embriagantes, pero luego vuelven a lo mismo. ¿Es que Dios no nos oye?

Iluminación

El Papa León XIV, en su homilía del domingo pasado, con ocasión del Jubileo de los Misioneros y de los Migrantes, dijo:

"El Espíritu nos manda continuar la obra de Cristo en las periferias del mundo, marcadas a veces por la guerra, la injusticia y por el sufrimiento. Ante estos escenarios oscuros, brota de nuevo el grito que tantas veces en la historia se ha elevado a Dios: Señor, ¿por qué no intervienes?, ¿por qué pareces ausente? Este grito de dolor es una forma de oración que permea toda la Escritura.

La respuesta del Señor, sin embargo, nos abre a la esperanza. Si el profeta denuncia la fuerza ineluctable del mal que parece prevalecer, el Señor por su parte le anuncia que todo esto tiene un momento fijado, un término, porque la salvación vendrá y no tardará: El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe".

Acciones

Como hacían los apóstoles, pidamos al Señor que nos aumente la fe, que es esa seguridad de que Dios no nos abandona, que no se desentiende de nuestra suerte; pero aprendamos el ejemplo de Jesús, que pide con insistencia a su Padre que lo libre de la dolorosa pasión que se le avecina, pero todo lo deja en la voluntad amorosa y providente del Padre. El sabe lo que más nos conviene y actúa en el momento indicado. Y que nosotros nos convirtamos en esperanza para mucha gente que sufre, para que seamos el canal por el que se desborda el amor misericordioso de Dios Padre. Por medio de nosotros, El sigue amando y haciendo el bien. Somos esperanza para los demás, como lo es Jesús.