Krystyna Borowczyk y su amigo Milosz Greszta.
Krystyna Borowczyk y su amigo Milosz Greszta. Imagen gentileza de Comunión y Liberación.

El conmovedor relato de cómo una católica fiel abrazó la muerte declarando: "Mi amor es Cristo"

El 3 de octubre, Krystyna Borowczyk, una Memor Domini polaca, traductora e intérprete de larga trayectoria, falleció. Este es el impactante relato de su amigo Miłosz Greszta, quien nos introduce en la poderosa intimidad de la fe en la hora de la muerte.

por Portaluz

20 Noviembre de 2025

El pasado agosto de 2025, Miłosz Greszta recibió una llamada telefónica desde Italia. Al otro lado de la línea estaba una amiga suya del movimiento Comunión y Liberación, la intérprete Krystyna Borowczyk. Su voz sonaba preocupada. Sabía que estaba gravemente enferma y estaba en Milán para recibir tratamiento. El cáncer había llegado de repente. Le habían diagnosticado justo antes de los ejercicios espirituales de los Memores Domini, a los que ella se había comprometido asistir a finales de julio. Como le habían dado pocas esperanzas en Milán, decidió irse a Wrocław, Polonia, para continuar su tratamiento. No tenía a nadie en esa ciudad salvo a sus amigos del Movimiento, porque ella era originaria de Świdnica. Necesitaba una mano.

El 24 de agosto llegó a Wrocław acompañada por dos amigas Memores de Milán, Letizia y Olivia. Dagmara, una amiga del Movimiento quien les recibió en el aeropuerto las acompañó al hotel y desde entonces estuvo siempre muy presente. El lunes siguiente, Miłosz llevé a Krystyna a una cita oncológica organizada por Leszek y amigos de Świdnica. Durante la visita, el médico le recetó otro TAC, pero al mismo tiempo le dio esperanza: quizá sería posible empezar la quimioterapia. Y así comenzó la espera.

Todos empezaron a buscar alojamiento adecuado para Krystyna y, gracias a la ayuda de Monseñor Maciej Malyga, encontraron un lugar. Los amigos italianos hicieron una lista de artículos necesarios y, junto con los de Polonia, empezaron a amueblar el recinto. Desde los primeros días, creció una profunda amistad en el grupo, y cada día Monseñor Maciej recibía a Krystyna y a sus amigos para la misa diaria. Mientras tanto, Dagmara, Miłosz y algunos otros amigos polacos partieron hacia La Thuile a participar en la Asamblea Internacional de los líderes del movimiento. Durante aquellos días, Krystyna les escribió:

"Muchos de ustedes me dicen que rezan por el milagro de la sanación, y les agradezco de todo corazón. Pero quiero decirles que todo lo que me ha pasado y me está pasando es un gran MILAGRO, formado por muchos pequeños milagros que ocurren cada día. El mayor milagro para mí es el MILAGRO DE LA AMISTAD Y LA UNIDAD, que se ha manifestado y sigue manifestándose, y que me asombra a mí y a mis amigos — aquí y en Italia — con emoción y gratitud por todo lo que el Señor está haciendo entre nosotros. Queridos amigos, permanezcamos unidos en la amistad que necesitamos, pero que otros también necesitan, para que el mundo vea y crea que solo Jesucristo es el Señor de todo, y que solo Él puede realizar tales maravillas entre nosotros. ¡Que Jesús viva siempre en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras comunidades! Siempre agradecida al Señor y a todos ustedes."

pascua de krystyna borowczyk

Mientras tanto, la espera para la tomografía computarizada se prolongó y su estado empeoró. El 4 de septiembre, el hospital finalmente le concedió una cita, pero la situación empeoraba drásticamente, requiriendo ingreso en urgencias. Aunque todos estaban preocupados por su salud, Krystyna nunca dejaba de sorprender. Después de ese largo día en el hospital, escribió esta nota:

"Débiles y con dolor, mis amigos y yo fuimos a urgencias, donde pasamos casi doce horas. Las primeros seis parecían inútiles: esperar, esperar... Pero con el Señor no se pierde nada, porque siempre depende de nosotros lo que hagamos con el tiempo que se nos ha confiado. Aunque me costaba concentrarme en oraciones largas, sentía que mi presencia allí no era insignificante. No se trata de recitar muchas palabras: a veces basta con un acto de amor, una breve oración - Jesús, confío en Ti; Te ofrezco esto o aquello - y todo cambia. (...) Una vez más, ha pasado mucho: ayuda médica profesional y dedicada, la presencia confiada e invaluable de mis amigos de la Casa (¡inestimables!), la ayuda de mis amigos de Breslavia, el apoyo en oración de todos ustedes. Otra colección de esos pequeños milagros con los que el Señor llena mi vida... Y la tuya también. Por eso comienzo un nuevo día con nueva esperanza, con nueva fuerza, con la voluntad de afrontar nuevos desafíos con valentía, con una firme convicción: si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar en nuestra contra? ¡Así que, levanten sus corazones! Mi corazón está lleno hasta el tope de gratitud hacia cada uno de ustedes por todo el bien que he recibido. ¡Que tengan un buen día!"

Acompañando a Krystyna en su enfermedad, sus amigos fueron descubriendo que dar un 'sí' al plan de Dios para su vida fue el momento decisivo de toda esta historia, de este auténtico evento. Sin embargo, su forma confiada de aceptar todo lo que le ocurría no era pasiva. Hasta el final, mientras pudiera comunicarse por teléfono, hablaba con amigos y familiares y aceptaba humildemente todas las recomendaciones de los médicos. Pero lo que más impactaba era su libertad ante las consecuencias de todos estos esfuerzos, porque desde el principio de su enfermedad ya lo había ofrecido todo a Cristo, incluso su sufrimiento.

"Demacrada, tumbada en la cama de su habitación con vistas a las torres de la catedral de Wrocław, a menudo con una sonrisa, a veces con una expresión de dolor, Krystyna era para todos -dice Miłosz Greszta- el rostro sufriente de Cristo. Por eso estar con ella era algo misteriosamente atractivo. Junto a esa cama, vivíamos juntos, compartiendo incluso las cosas más pequeñas con nuestros amigos de los Memores. En cierto momento, nos dimos cuenta de que vivíamos como uno solo: cada día tomábamos juntos las decisiones más importantes sobre la salud de Krystyna, pero hasta el final, ella siempre tenía la última palabra".

camino al cielo


Miłosz recuerda que poco antes de morir, tras recitar el Ángelus junto a su cama ella dijo con una sonrisa: "La puerta al Cielo es grande y pesada... ¡Tengo que esforzarme un poco más!" Ella estaba muy débil para entonces, así que le pasó su móvil -señala- pidiéndole que mantuviera informados a sus amigos y familia sobre su salud de vez en cuando. La mañana de su traslado al hospicio de Świdnica, rezaron juntos y cantaron "Ma non avere paura" (No tengas miedo) y "Noi non sappiamo chi era" (No sabemos quién era). Aunque hablaba poco y muy suavemente, rezaba e intentaba cantar con sus amigos. 

Luego, Miłosz recuerda que Krystyna Borowczyk en su último aliento, "buscando la cruz en su pecho, dijo en italiano: «Mi amor es Cristo»".

 

Fuente: Fraternidad de Comunión y Liberación

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