por Padre Luis es párroco en la Parroquia Santísima Tr
20 Junio de 2014El día 21 de mayo de este año la presidenta Bachelet disparó contra el alma de Chile cuando anunció que enviaría un proyecto de ley para aprobar el aborto terapéutico.
Este anuncio ha encendido la discusión y las diversas posturas han alzado sus voces. Los pro-aborto con lenguaje violento, descalificando e intolerantes ante cualquier opinión diferente a la que esgrimen; políticos que olvidando el juicio de la historia se dicen justos y modernos por plantearse a favor del aborto. Muchos que antaño y hasta hoy se designan a sí mismos defensores de los derechos humanos, son quienes se aprestan a vulnerar el derecho sagrado a nacer de miles de niños chilenos que habitan en el vientre de sus madres. Chile es un país pequeño, de pocos habitantes por metro cuadrado, que envejece rápidamente, los pronósticos dicen que en un par de años más serán más adultos de 60 años que jóvenes de 15.
Como católico no puedo estar a favor del aborto en ninguna de sus formas, porque la vida es el don más sagrado que tenemos. La vida es la vida. Pero esta es una verdad de razón que se sustenta independiente de los valores cristianos, que algunos hoy desconocen... los mismos que ayer se refugiaron en ellos para -con justicia- exigir el respeto a sus vidas.
El frenesí legislativo que impulsa el gobierno chileno, como bien señaló monseñor Alejandro Goic, les ha dejado ciegos frente a los verdaderos problemas que afectan a la población; como por ejemplo el tema de la salud pública que esta convertida en un verdadero caos. Miles de chilenos esperando horas, días y meses para ser atendidos en los recintos públicos; algunos han muerto esperando en el mismo lugar u otros en sus casas, porque nunca llegó la ayuda que en atención a sus derechos humanos merecen. Este sí es un tema real que afecta a los enfermos y postrados más pobres, quienes por su estado de salud no tienen siquiera la posibilidad de realizar marchas y hacer ruido anhelando ser escuchados. Chile es un país de contrastes indignantes que requiere liberar el mal que los causa: una mayoría de pobres y las minorías acomodadas entre los que se encuentra la casta legislativa de nuestra nación.
La iglesia ayer, hoy y siempre, por fidelidad a Cristo, proclamará la verdad aunque seamos vilipendiados en los medios de comunicación, doblegados al poder...
Esta misma Iglesia valiente que en dictadura defendió la vida sin importar si la persona era creyente o no, salvando la existencia de varios, hoy por defender la vida de quienes están por nacer es imputada con descalificaciones sin par que a la vez distraen la atención del escándalo real que dio inicio el 21 de mayo pasado... el atentado a la Vida al ser humano desde su concepción.
Bien les valdrá recordar a quienes saben de violaciones a los derechos humanos que la vida humana es un tesoro que debemos cuidar por sobre toda ideología o pensamiento filosófico. La vida que habita en el vientre de la madre, es el mayor tesoro que acuña una nación... y por cierto, aunque respetables, no pueden ser más importantes las mascotas.
A no creyentes y creyentes les recuerdo que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: -Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla, dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra” (Gen 27 - 28).
No queremos que maten a los futuros héroes chilenos, ni a los santos, ni los premios nobeles, ni los grandes pensadores, ni las grandes mentes que nos pudieran ayudar a realizarnos cada vez más como nación pujante que se abre camino entre aquellos que han avanzado, ni a nuestros niños down, ni a bebés anencefálicos... ¡No matarás! No nos hace menos, al contrario, nos engrandece como cultura en el contexto del mundo moderno defender la vida.
¿Acaso los derechos humanos son privilegio propio de los adherentes a una ideología política en un contexto histórico-político específico de nuestro país donde los derechos fueron vulnerados? Pareciera que el resto de los chilenos que defendemos la vida y los niños por nacer, no tenemos los mismos derechos...
¡Dios tenga misericordia de nosotros, nos muestre su rostro y nos conceda la paz!