por Padre Luis es párroco en la Parroquia Santísima Tr
29 Agosto de 2014“Ningún interno será sometido a torturas, a tratos inhumanos o degradantes de palabra u obra, ni será objeto de un rigor innecesario en la aplicación de las normas del presente reglamento...” (Artículo 6 del Reglamento de establecimientos penitenciarios; Decreto 518).
Como ustedes podrán comprender, esa es la normativa interna que se estaría vulnerando en el maltrato a los internos de las cárceles cuando son sometidos a la violencia. En Chile son los tribunales de justicia quienes tienen la facultad de dictar sentencia frente a un delito debidamente comprobado y la pena puede ser privación de libertad por un tiempo determinado por los mismos tribunales u otra pena alternativa si la hubiere y fuese el caso...
Personalmente he sido asaltado, se han metido a robar a nuestra parroquia en reiteradas ocasiones; recién este sábado robaron a dos vehículos de vecinos que los guardan en nuestro recinto, por lo tanto no podría defender el acto delictual, pero como soy cristiano rechazo el pecado pero no al pecador.
Nada justifica las imágenes violentas vistas por todos en los medios de comunicación ( pulse para ver ) donde un grupo de internos son agredidos brutalmente, situación que en su tiempo conversé con quienes tenían la competencia y la respuesta fue que todo había sido denunciado al ministerio público.
Llevo 21 años trabajando en la cárcel y desde el año 2001 soy también funcionario de Gendarmería, institución que quiero mucho donde la mayoría de la gente que labora es buena y responsable, con algunos existe mayor cercanía que de otros lo cual es normal en las relaciones humanas. Como Pastoral penitenciaria siempre hemos estado dispuestos a colaborar en las actividades de la institución. Hay personas a quienes estimo mucho y que son buenos profesionales, buenos padres, esforzados en su trabajo y con un gran espíritu de superación. Hay muchos que se preparan estudiando con sacrificio y hacen bien su labor. El problema es que siempre existen grupos, en todas las instituciones, que se salen de la norma y ello enloda a todos los que se desempeñan en ella. No puedo estar de acuerdo con la violencia ejercida en contra de cualquier ser humano, independiente de su condición.
Como sacerdote que trabaja con los privados de libertad y que conoce el mundo más profundo de los internos: sus penas y sus alegrías, sus dolores y pesares, jamás estaré de acuerdo con el maltrato de ningún ser humano: interno o funcionario, sea cual sea su condición. No estoy pidiendo para ellos reverencia, solo que se cumpla la normativa vigente utilizando las herramientas que faculta la ley y la institución.
Hay personas que no están de acuerdo conmigo, no tienen por qué estarlo, pero vivimos en una sociedad que se rige por normas y si no estamos dispuestos a cumplirlas caemos en delitos. El estar privado de libertad no te despoja de tu dignidad ni de tus derechos humanos, tan convocados hoy en día, pero contradictoriamente tan vulnerados en muchos ámbitos.
Algo grave sucede en nuestra sociedad, algo muy grave.... No es posible que terminemos justificando lo injustificable. En el evangelio de San Mateo, capitulo 25, recuerdo lo que nos dice Jesús: ”... todo lo que hagáis a uno de mis hermanos más pequeños me lo hacéis a mi mismo...” Es Cristo que está siendo nuevamente flagelado cada vez que nos violentamos con el otro, es Cristo el que sufre en cada pobre, en cada enfermo, en cada ser humano que es sometido a la humillación y el vejamen.
He sido juzgado por exponer lo evidente y conocido por todos, he sido también insultado por algunas personas a través de las redes sociales sin haber ofendido yo a nadie, excepto por decir la verdad... Hace algunos años atrás mientras se celebraba la Eucaristía en la antigua cárcel, hubo una fuga masiva debido a la falta de personal en ese instante donde resultaron gravemente heridos algunos funcionarios e internos involucrados. En aquella ocasión ya había puesto en antecedentes al jefe de unidad de la época de la gravedad que se percibía en el recinto y la precariedad de la infraestructura y por las condiciones infrahumanas en las que vivía la población penal, pero hoy las cosas son distintas, un recinto nuevo con mayor espacio y metros cuadrados por interno y mas higiene; sin embargo estos últimos acontecimientos oscurecen ese avance.
Lamentablemente hay escases de personal, pero no me corresponde a mí velar por la seguridad, pero si por la dignidad de los privados de libertad, esa es mi función y en ello está el acompañar espiritualmente a esos hermanos y así ha sido hasta el momento. Sufro cada vez que uno de ellos se quita la vida o muere ignorado por el estado cuando está en situación terminal; también cuando se quitan la vida o reinciden por faltas de oportunidades en el medio y que en muchos casos se ven obligados a volver al mismo barrio y a las mismas andanzas... Vivo y trabajo pastoralmente en un lugar donde veo a diario la violencia y la droga, llevo aquí casi 15 años y se dé que hablo... Acepto en nombre del Señor los insultos e injurias y me comprometo a orar por cada uno de mis hermanos... me alegra ver a varios que han sacado la voz para condenar estos lamentables acontecimientos, pero quisiera pedirles que no se olviden luego de esta noble institución y sepulten luego de la euforia de lo mediático a todos los afectados por esto.
Que el Señor tenga piedad de nosotros, nos muestre su rostro y nos regale su paz... Bendiciones.