por Padre Luis es párroco en la Parroquia Santísima Tr
27 Diciembre de 2013En Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, Luz que viene de alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Él es la verdadera alegría y Esperanza para un mundo que vive en la dolorosa confusión donde los hombres dejaron de ser hermanos. Cristo nos trae un mensaje solemne: Dios nos ama entrañablemente y cada ser humano es importante. Nos ha regalado su espíritu y nos creó a su imagen y semejanza. Todo lo que le hagamos al otro se lo hacemos a Él.
En el portal de Belén quedan de manifiesto el poder de Dios que por amor se viste de fragilidad y se hace disponible para el hombre, asumiendo su condición humana y su realidad. ¡Se pone en nuestros zapatos y conoce lo más intimo de nuestro de corazón porque comparte Su realidad con la nuestra, es decir se encarna.... Ahí radica la omnipotencia de este misterio.
Hoy muchos, cercanos y en lugares distantes viven en abandono o en condiciones de inhumanidad, apartados de su dignidad a través de la violencia que se ejerce contra ellos: sometidos por el hambre, la droga, el maltrato, el abuso, la muerte, la pobreza y marginación...Cristo nos sigue llamando la atención desde el dolor que sufren los más necesitados, Él no se olvida de nosotros pues Dios Padre mira a su Hijo en ellos.
Desde esa realidad muchos hermanos que están privados de libertad, pertenecen al mundo de la marginalidad, les faltaron oportunidades, se quedaron solos en un ambiente de violencia y de transgresiones sociales. Nadie elige ser pobre, ni tampoco elige su familia... sin embargo Cristo elige vivir por nosotros. Nadie queda al margen de su opción por nosotros, ni siquiera los que están privados de libertad. El los ama entrañablemente: “Estuve preso y me fuiste a ver”... “Todo lo que hagas uno de estos hermanos más pequeños lo haces conmigo”... Los privados de libertad de la cárcel de Rancagua tuvieron una hermosa fiesta de Navidad animada por los niños del conjunto “Los Grillitos de Graneros” quienes animaron la Eucaristía y luego ofrecieron villancicos y bailes para homenajear al niño Jesús. La generosidad de tantos hermanos permitió llevar alegría y esperanza a ese pesebre donde Cristo permanece privado de libertad, en muchos casos viviendo una doble marginalidad: estar preso y ser pobre. Fue una fiesta hermosa y emocionante. Ahí contemplamos la dulce faz del niño que nos llena de ternura y nos ayuda a ver con sus ojos a nuestros hermanos... ¡Sí, incluso ahí! Porque el Niño también viene con su luz a iluminar la oscuridad del sin sentido o de la desesperanza.
En Cristo y con ÉL, la cárcel es un lugar de Gracia para quienes servimos allí. Lugar donde Dios nos habla cada vez que nos encontramos con un hermano preso. Ha sido un tiempo de mucha bendición para nosotros y también para quienes están ahí. Un grupo de mujeres recibieron el bautismo como una respuesta de ellas a este Señor que no las abandona nunca y las sigue amando.
Dios es bueno con todos y aún en esta sociedad que permanece indiferente ante el débil, ocupados en lo propio, en un materialismo brutal y en un individualismo cada vez más doloroso donde el hombre es solo una tuerca más del engranaje social. Sólo sirven los productivos... un sistema que segrega y que violenta. La desigualdad que este sistema produce genera injusticas y dolores en los segmentos más pobres. Pareciera que a muchos grupos les interesa y les conviene mantener las desigualdades y los desequilibrios sociales. No hay lugar para el Niño Dios en la casa porque los pone en una situación de incomodidad, los saca de su rutina y eso no gusta. La fragilidad del Niño Dios, nos enfrenta a nuestra humanidad y fragilidad y eso tampoco es agradable cuando el hombre se cree Dios. ¿Continuaremos dejando fuera de casa al Hijo de Dios?
Cristo viene a traernos la paz, la vida y la caridad para redimir el egoísmo idolatrado. Cristo es el único camino, verdad y vida posible, amor de Dios Padre hecho Hombre que nos devuelve la esperanza. ¡No teman!, Dios nos ama entrañablemente. ¡Feliz Navidad!