
Con gran alegría acaba de recibir toda la Iglesia el primer decreto del Papa León XIV sobre una beatificación de mártires; ¡nada menos que 124! Y de una sola diócesis, la de Jaén. Hablar de Jaén para un carmelita descalzo es poner la mirada en San Juan de la Cruz y en esa singular ciudad, Úbeda, donde entrega su alma a Dios este gran santo que tanto nos enseña a amar la presencia real de Cristo en la eucaristía. Es la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591 cuando, al oír las campanadas de medianoche, sabe que ha llegado su hora final en este mundo y los comienzos de esa vida tan amada, tan esperada y tan soñada... ¡la vida eterna! Muere lleno de amor de Dios después de dejarnos textos y poemas llenos de vida para introducirnos en el misterio de la eucaristía. Leamos el poema de la Fonte y callemos antes esos versos finales que dicen "Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche".
No hace falta más para meternos en oración y dejarnos llenar del Amor hecho carne en la eucaristía, escondido bajo ese pan que nos alimenta y nos da la vida de verdad. Mucho ama la eucaristía San Juan de la Cruz en el siglo XVI y mucho aman la eucaristía los mártires de Jaén que en los años 30 del siglo pasado son asesinados precisamente por eso, por amar y vivir unidos a la eucaristía y poner en ella el centro de su vida.
¡Por eso los matan! ¡Mueren por amar la presencia real de Cristo en la eucaristía! ¡Unos la traen entre sus manos como sacerdotes y otros la reciben de rodillas y en la boca como laicos que se unen al sacrificio de la santa misa!
Muchos pueblos de Jaén quedan regados con sangre de mártires; también la ciudad de Úbeda. Y si vamos un poco más allá y nos unimos a los vecinos de dicha localidad, podemos afirmar, sin duda alguna, que visitarían, con gran devoción, en más de una ocasión, la iglesia del convento de los carmelitas descalzos donde reposan parte de los restos de San Juan de la Cruz. ¿Y por qué no pensar que abrirían su alma a Dios repasando los escritos de este gran místico y doctor de la Iglesia? ¡Cuántas generaciones de vecinos de Úbeda habrán rezado en esa iglesia...! Vayamos a la generación que vive durante el primer tercio del siglo XX. Llegan los años 30 y su vida cambia por completo. Algunos son escogidos para confesar su fe y ser mártires de Cristo por puro amor a Jesús Eucaristía... Nada ni nadie les frena a la hora de amar a Dios...
¡Son mártires! ¡Conozcámoslos! ¡Acojámonos a su intercesión!:
Juan Rubio Sánchez, joven sacerdote de 32 años vicepárroco de Santa María, fusilado el 20 de agosto de 1936. Y caso curioso, tiene otro hermano sacerdote dos años mayor que él, Vicente, que también es asesinado por lo mismo y el mismo día siendo el párroco de la cercana localidad de La Pedriza- Alcalá la Real.
Cayetano Fernández Hurtado, sacerdote de 63 años que comparte el destino parroquial con Juan, pero es asesinado días más tarde, el 25 de agosto.
Juan Villar de Dios, sacerdote de 56 años capellán de las clarisas de Úbeda, asesinado el 7 de septiembre de 1936.
Si seguimos la lista nos encontramos con más mártires que viven su fe en lugares por los que pasa San Juan de la Cruz. Vayamos a Baeza, La Carolina, Beas de Segura, Iznatoraf,...
El elenco continúa hasta llegar a los 124 y así recorremos la geografía de Jaén. ¿Y por qué no tenerlos en cuenta ahora que llega, en 2026, el centenario de la declaración de San Juan de la Cruz como doctor de la Iglesia y al visitar los lugares donde vive dicho santo por tierras de Jaén no invocamos a estos mártires y nos unimos a ellos junto al místico doctor? Además otro punto de unión entre estos mártires y fray Juan es que los mártires tienen la dicha de vivir en primera persona esta efeméride del santo doctor. ¡Qué suerte tienen! ¡Cómo se acercan al amor a Dios vivo presente en la eucaristía como él lo describe en sus obras! ¡Cuánto nos queda por aprender!
¡Llega el día! ¡La gran solemnidad del Corpus Christi! Recordemos a San Juan de la Cruz en su centenario como doctor de la Iglesia y contemos en nuestra oración con la compañía de los nuevos beatos mártires de Jaén. Tanto el fraile descalzo como los mártires nos conducen por el mismo camino, el de la fe oscura, el de la esperanza de cielo, el del amor que ama y es amado.
¡Todo para gloria de Dios! Fray Juan muere abrasado por las llagas de sus piernas y los mártires asesinados por odio a la fe; aquel en el hielo de diciembre, éstos en los fuegos del verano.
Con Dios tenemos todo, entre otros regalos, unos modelos de santidad que nos enseñan un itinerario apasionante para ir hacia el cielo: saber que Dios está vivo, que ama, que perdona, que se esconde bajo las especies del pan y del vino y que siempre está esperando la visita en el sagrario y sobre todo la compañía en este gran día donde, tanto en el cielo como en la tierra, todos somos adoradores del Cuerpo y la Sangre de Cristo.