Dinero e investigación

02 de marzo de 2023

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El trabajo de los científicos es posible, en muchos ámbitos, gracias a un fuerte apoyo económico.

La financiación puede proceder de diversos ámbitos, sea a nivel público, sea a nivel privado. Por ejemplo, hay investigaciones costeadas por el Estado, otras por empresas farmacéuticas o de otro tipo, otras por los bancos.

En este contexto, se hace presente un hecho que puede influir, a veces negativamente, en los investigadores: tener que someterse a los intereses y modos de pensar de quienes financian determinados estudios.

Podemos poner dos ejemplos. Una universidad cuenta con excelentes laboratorios e investigadores de muy alto nivel. Desea investigar la eficacia de medicinas, aprobadas o en fase todavía experimental.

Si la financiación procede de empresas farmacéuticas, es más que probable que el dinero recibido esté acompañado por presiones, aunque solo sean indirectas, que lleven a tratar “mejor” a algunas medicinas y, quizá, a ser más críticos hacia medicinas “de la competencia”...

Como segundo ejemplo, imaginemos un grupo de investigadores que desean conocer los posibles efectos en la salud física y psíquica que el aborto provoca en las mujeres.

Ya el tema propuesto por esos investigadores crea, en algunos lugares, polémicas e incluso hostilidades que pueden tener repercusiones administrativas o penales, sobre todo si existen leyes y gobiernos que impiden cualquier tipo de acción que pudiera ser vista como contraria a la “libertad de elección” de las mujeres.

El dinero para ese segundo proyecto no provendría de autoridades públicas si éstas tienen una posición claramente favorable al aborto, como si estudiar ese tema pudiera contrariar sus deseos de facilitar el aborto.

Los dos ejemplos apenas mencionados muestran cómo la procedencia del dinero puede tergiversar algunas investigaciones, o puede convertirse en una especie de censura: solo llega el dinero si el tema interesa a gobernantes o a grupos de poder, pero se busca que no se financie aquello que vaya contra la ideología de quienes deciden cómo usar el dinero.

Constatar que existe el peligro de censuras o manipulaciones a la hora de dar o no dar dinero para ciertas investigaciones no implica afirmar que las investigaciones en general corren el peligro de no ser objetivas.

Lo que se quiere subrayar es un peligro que merece ser tenido en cuenta. De este modo, en sociedades auténticamente abiertas y deseosas de promover investigaciones que puedan ayudar a las personas, se buscarán modos concretos para que el dinero que reciben los investigadores sea bien empleado, y para que a través de la financiación se promueva esa libertad en los estudios que tanto ayuda a alcanzar resultados válidos y objetivos.

 

 

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