La famosa frase de Jesús “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21; Mc 12,17; Lc 20,25), nos indica la autonomía de las cosas temporales, pero no su total independencia, Así el aborto es ciertamente un problema político, pero también religioso, puesto que afecta al quinto mandamiento y la ideología de género es también un problema político y religioso, puesto que afecta al sexto mandamiento.
Debo decir que hubiera votado sí en el referéndum de Colombia sobre la paz con los guerrilleros, hasta que me hicieron una pregunta y me enteré de otra cosa. La pregunta era: ¿Aceptarías para tu país una paz como la firmada en Colombia en la que se premia a los criminales del FARC con puestos en el Parlamento y dinero? Mi respuesta es desde luego negativa. Y encima luego me enteré que en el seudo acuerdo de paz hay más de cien menciones a la ideología de género. Aquí mi pregunta es: ¿qué tiene que ver la ideología de género con un acuerdo para conseguir la paz entre una banda de criminales y un Estado?
Pero todavía más clamoroso es lo sucedido en Estados Unidos. No sé si hay motivos para alegrarse del triunfo de Trump, lo que sí sé es que hay motivos para alegrarse de la derrota de Hillary Clinton, declarada anticristiana y anticatólica, postura que me supongo le habrá costado bastantes votos. ¿En qué me baso? Esa persona, no quiero llamarle señora por razones obvias, declaró: «Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales». Así lo aseguró Hillary Clinton el 24 de abril del 2015 durante la sexta cumbre anual «Women in the World» (Mujeres en el Mundo) en el Lincoln Center de Manhattan. Arremetió también contra las religiones que se oponen al aborto y defendió la financiación gubernamental de asociaciones como la multinacional abortista Planned Parenthood. Igualmente hizo un alegato en favor de las tesis del lobby LGTB. La derrota de la Clinton nos ha librado de una persecución religiosa, como la que ya estaban teniendo las Hermanitas de los Pobres a quienes se quería obligar, contra su conciencia, a entregar en adopción sus niños a parejas homosexuales.
El lobby LGTB es sumamente poderoso. En estas mismas elecciones hemos visto como las meteduras de pata de Donald Trump han sido aireadas al máximo, las de la Clinton han sido silenciadas, En concreto para enterarse de estas gravísimas declaraciones de la Clinton había que recurrir a algunos periódicos digitales católicos. En el resto nada, como tampoco se mencionan en los periódicos y en las televisiones a los varones asesinados por sus compañeras sentimentales o la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que declaró por unanimidad que el matrimonio entre homosexuales no era un derecho humano fundamental.
Lo que podemos decir tranquilamente es que tanto en Colombia como en Estados Unidos la ideología de género ha sufrido dos derrotas. ¿Y en España? Desde luego hasta ahora han ido de éxito en éxito. Pero, afortunadamente, la gente empiezan a darse cuenta de la atrocidad que supone la ideología de género y hace pocos días he leído la noticia de que más de un centenar de asociaciones, muchas de inspiración cristiana, pero otras por simple sentido común y defensa del Derecho, han recurrido al defensor del Pueblo para que impugne la llamada Ley de "Protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid ".
Es una Ley que viola varios derechos humanos fundamentales, como los de libertad religiosa y de conciencia, el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones; del mismo modo es un atropello a los idearios que inspiran la libertad de enseñanza, así como a la libertad de expresión y a la libertad de cátedra, por su carácter adoctrinador, se niega a los homosexuales el derecho a decidir sobre su propia vida, y a los médicos intentar ayudar a sus pacientes. Hasta ahora había votado al que consideraba como mal menor, pero me parece que todos los Partidos políticos con representación parlamentaria han cruzado demasiadas líneas rojas y defendido demasiadas tonterías y canalladas para que les siga dando mi voto y es que cuando una Sociedad le vuelve la espalda a Dios le vuelve también la espalda a una cosa llamada sentido común. Rajoy y la Cifuentes deben darse cuenta que la paciencia de los católicos no es ilimitada.