Acabo de leer la noticia sobre las dos manifestaciones en Roma en defensa de la familia. La primera, ya realizada el 16 de Enero, en la Plaza de San Juan de Letrán, y su finalidad ha sido protestar contra la aprobación de una ley que permitiría introducir la ideología de género en las escuelas de Italia, a través de un curso de educación sexual. En cuanto a la segunda, prevista para el día 30, se prevé aún más masiva y trata de mostrar el rechazo a la llamada ley «Cirinnà» (por el apellido de la senadora que la ha elaborado) que pretende equiparar las parejas homosexuales al matrimonio natural formado por un hombre y una mujer. También quiere mostrar la negativa a que el Estado pueda incluir en las escuelas la ideología de género. La ley contempla a su vez la legalización de los llamados «vientres de alquiler» o maternidad subrogada, otro punto de desacuerdo.
La ideología de género presenta dos cuestiones importantes a la educación afectivo sexual: 1) ¿Corresponde al Estado o a los padres dar esa educación?, y 2) ¿Según la ideología de género, cuáles son los contenidos propios de esa educación?
Cualquier persona que tenga un mínimo de idea sobre lo que es la democracia sabe que la Declaración de Derechos Humanos de la ONU dice en su artículo 26 & 3: «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos». No nos olvidemos que esta Declaración fue realizada prácticamente al acabar la Segunda Guerra Mundial con la pretensión de defender los derechos de los padres frente al totalitarismo de los Estados. En cambio para la ideología de género, el Estado debe asumir la responsabilidad de formar a los ciudadanos en el civismo, definido como aquella ética mínima que debería suscribir cualquier ciudadano. Por tanto para la ideología de género, no corresponde a los padres, sino al Estado, decidir sobre la educación de los hijos. Es decir, nos encontramos nuevamente frente a una ideología totalitaria.
Pero si además nos ponemos a pensar qué es lo que pretende la ideología de género, me parece escalofriante por la maldad e idiotez que rezuman. Se basa en la famosa frase de Simone de Beauvoir: «Una no nace mujer, la hacen mujer», completada poco después con la afirmación: «uno no nace varón, le hacen varón». La «ideología del género»considera la sexualidad como un elemento cuyo significado fundamental es de convención social. Es decir, no existe ni masculino ni femenino, sino que nos encontramos ante un producto cultural que va cambiando continuamente. El ser humano nace sexualmente neutro, posteriormente es socializado como hombre o mujer. En esta mentalidad, el hombre y la mujer eligen su sexo y lo podrían cambiar, cuantas veces lo estimen oportuno, hasta el punto de que las diferencias entre hombres y mujeres no tienen relación con las causas naturales. A los alumnos hay que enseñarles desde pequeños que pueden ser chicas, y sus hermanas, chicos. La sexualidad está al servicio del placer y como los órganos sexuales los tenemos para algo, es decir para usarlos, se alienta no sólo la masturbación, sino también las relaciones sexuales de toda clase, también entre menores. Oí en mi clase de BUP decir a los alumnos: «nos merece tanto respeto el chico (o la chica) que decide acostarse como el que no, con lo que se llega a la conclusión que el que no se acuesta es idiota. Recordemos que enseñar estas cosas no sólo no está prohibido, sino que es lo que dice la Ley Orgánica 2/2010, del 3 de Marzo de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo En efecto la Ley declara que es un objetivo a conseguir «la educación sanitaria integral y con perspectiva de género» (art. 5 e), así como el que «la formación de profesionales de la salud se abordará con perspectiva de género» (art. 8). Si eso se pretende de los educadores, es que se quiere que, a su vez, eduquen en esta mentalidad a los educandos.
Los padres italianos están reaccionando. ¿Cuándo lo harán los españoles (y los deotros países)? Tal vez cuando sea demasiado tarde.