¿Qué hacer si tus alumnos expresan dudas sobre su género? Consejos de una doctora en psicología a profesores católicos

03 de junio de 2023

Previo a dialogar la confusión de género, los profesores católicos deben construir relaciones en coherencia con el ser cristiano que les identifica, señala la profesional.

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En una charla para profesores de escuelas católicas en el John Paul II Pastoral Centre (Arquidiócesis de Vancouver), la doctora en psicología Julia Sadusky esbozó un enfoque que los profesores pueden abordar con los alumnos que tienen dudas de género y que se centra en el acompañamiento, manteniendo al mismo tiempo su integridad como profesores católicos.  Lo más importante, dijo, es la necesidad de mantener relaciones ancladas en el amor.

 

Licenciada por la Ave Maria University de Florida, con un máster y un doctorado en psicología clínica por la Regent University de Virginia, Sadusky ha escrito o coescrito numerosos libros sobre la visión cristiana del sexo y el género.

 

A pesar de la creciente reacción de los padres católicos contra la ideología de género y los movimientos políticos relacionados con ella, Sadusky aconseja a los profesores "dejar a un lado su guerrero cultural interior" cuando traten con alumnos que cuestionan su género.

 

En efecto, la conferencista argumentó el por qué los profesores deben anteponer las relaciones de apoyo con los alumnos antes de abordar el fondo del asunto, y diferenciar entre un alumno que les confidencia tener dudas sobre su género y un activista, aunque en ocasiones pudieren coincidir ambos en una misma persona.

 

"Hay fuerzas filosóficas que actúan sobre los alumnos y que ellos no entienden", advirtió Sadusky a una sala colmada de profesores, directores y consejeros católicos. Les puso el ejemplo de una paciente de 14 años que -citando a la autora de estudios de género Judith Butler- le dijo: "El género no es una esencia que poseemos, sino una actuación en la que participamos". Sadusky comentó que cuando le preguntó sobre esta categórica afirmación, la adolescente le dijo que había sacado la cita de Twitter pero que no tenía ni idea de quién la había dicho. "Estas cosas afectan a los jóvenes, al cómo piensan sobre sí mismos y sobre los demás, y a cómo experimentan el goteo de la filosofía, cómo lo aplican a su vida cotidiana", alertó la profesional.

 

Si bien la relación con los alumnos se convierte en un reto para los profesores, deben cultivar una actitud de acogida sincera hacia sus alumnos y lo que les confidencian, reiteró Sadusky. Aunque sea desafiante, es importante -dijo- mantenerse al día con el lenguaje cambiante que se emplea para describir las diversas identidades de género; de lo contrario el “desconocerlo obstaculizará la capacidad de un profesor para saber cuál puede ser una respuesta adecuada, por ejemplo, a un alumno que solicita un cambio de nombre o dice que es gay”.

 

La realidad es que si "Sally" -dijo Sadusky- se identifica como gay, “podría estar diciendo cualquier cosa: que participa activamente en un estilo de vida homosexual o, lo que es mucho más probable, que ha estado sintiendo atracción por otra chica -algo que no es inaudito en un adolescente de cualquier sexo- y no sabe cómo procesarlo”.

 

Fachada del John Paul II Pastoral Centre

 

En lo fundamental, la profesional animó a que los profesores dejen a un lado cualquier angustia que tengan sobre la ideología de género y el lío lingüístico que crea, priorizando dirigirse a los alumnos con caridad y respeto. "Cuando un alumno se acerca a un profesor, lo hace con el deseo de que éste opine sobre su experiencia", dijo. "Dios te está pidiendo algo diferente a que si vinieran con una bandera del ‘orgullo’ (LGBTIQ) y quisieran hacer una marcha en la escuela", advirtió la doctora en psicología.

 

La principal preocupación de los profesores, según Sadusky, debería ser que cuando “Sally” recuerde su interacción crea que el profesor se preocupó por ella. El impulso de un profesor de corregir al alumno con un lenguaje católico -por ejemplo, cambiando "gay" por "atracción por el mismo sexo"- podría muy bien alejar al alumno adolescente, advirtió.

 

Los profesores no son terapeutas, dijo, y aconsejó no utilizar términos clínicos como "disforia de género" a menos que se hable en un contexto clínico. A pesar de la preocupación real por el rumbo que está tomando la cultura en relación con la ideología de género, Sadusky aconsejó a los profesores que dejaran a un lado su guerrero cultural interior cuando trataran con los alumnos y recordaran que son profesores, no activistas.

 

 

Fuente: Archdiocese of Vancouver

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