Respecto a encontrar sorpresas al interior de objetos que reciben en donación, los empleados de Goodwill Industries of Arkansas creían haberlo visto todo; desde donaciones accidentales de cenizas, tanto humanas como animales, hasta un guion firmado de la película "Titanic".
Pero jamás imaginaron que encontrarían el mayor tesoro del mundo en una antiquísima píxide de plata esterlina, que llegó donada a la sede de Goodwill en Little Rock (Arkansas, USA).
El mayor tesoro del mundo
Cody Yancey, gerente de comercio electrónico de Goodwill, comenta que la píxide era una donación que provenía de Bentonville y se encontraba dentro de un joyero. La compañía no sabe quién la donó o por qué el Cuerpo de Cristo permanecía dentro. De hecho, al abrirla y encontrar la Hostia Consagrada, los empleados -que no eran católicos- quedaron impactados. “Era un misterio. Estaban fascinados y deseaban saber más. Me emocionó mucho la comprensión de nuestra gente, de que ese huésped de la píxide debía ser respetado", comenta Leslie Heizman, vicepresidenta de marketing de Goodwill.
Lo primero que se les ocurrió fue publicar en Internet una foto que mostraba la píxide abierta con su particular tesoro al interior y un feligrés nada más ver la imagen informó a la diócesis de Little Rock. A las pocas horas, el diácono Matt Glover se presentó en las oficinas de Goodwill. "Al llegar los empleados me dijeron: «Estábamos un poco preocupados porque no queríamos tirarla, pero no sabíamos qué hacer»", recuerda Glover, añadiendo que Goodwill inmediatamente quitó la foto, para evitar aparecer como si estuvieran vendiendo el Cuerpo de Cristo.
"Señor no soy digno de que entres en mi casa…"
"Les expliqué por qué era algo tan importante para nosotros; pues sabemos que Jesús está realmente presente en la Eucaristía". Luego de esto rodeado por ese grupo de no católicos que mantenían respetuoso silencio, Glover pronunció la oración "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme…" y comulgó el Cuerpo de Cristo, el mayor tesoro del mundo.
"Creo que se convirtió en un momento de gracia, de evangelización y testimonio, ya que después de consumir la hostia, rezamos juntos y aunque ninguno de ellos fuera necesariamente católico, compartíamos el respeto por la fe de cada uno", reflexiona el diácono Glover.
La vice-gerente Heizman reconoció también que fue conmovedor ver a los empleados rezando y siendo respetuosos en ese momento. "Creo que tenemos una cultura de bondad y aprecio cuando recibimos algo que sabemos que es de gran valor". Glover añadió: "La Eucaristía que contenía la píxide no tiene precio. Es lo más importante".
Fuente: Akansas Catholic