Algunos museos, archivos y bibliotecas tienen la costumbre de escoger de entre sus fondos una “pieza del mes” o “libro del mes”, presentando así con algunos detalles documentos u obras que, por su valor histórico o artístico, resultan muestras significativas de lo más interesante que albergan. Con esta sencilla práctica consiguen tanto divulgar esos elementos concretos para el gran público como contribuir a una mayor valoración y estima de la propia institución cultural.
Una de estas entidades, el Archivo Histórico Nacional (AHN) de España, que depende del Ministerio de Cultura y Deporte, ha seleccionado un curioso documento que tiene que ver con la astrología y la Inquisición como la “pieza del mes” de mayo de 2020. Lo más interesante de los archivos es que, al hacer esto, dan a conocer objetos que habitualmente no son accesibles más que a los investigadores (al contrario que en los museos).
Un fraile procesado por la Inquisición
En este caso, se trata de la documentación relativa al proceso inquisitorial que se llevó a cabo contra fray Bernardo del Castillo, un religioso carmelita calzado, entre los años 1698 y 1699 en el Tribunal de Toledo. Según explica el material divulgativo del AHN, fue denunciado por otro fraile, que hizo la siguiente acusación: “por adivinación de sucesos sin salir de su celda y por poseer papeles con caracteres y números”.
Fray Bernardo no sólo fue procesado por ello, sino que a esa delación se sumaron las acusaciones de algunas mujeres del delito de solicitación (aprovechar el contexto del sacramento de la confesión para cualquier tipo de pecado sexual) y de otras conductas impropias. El imputado declaró ante el Tribunal del Santo Oficio reconociendo algunos de los actos deshonestos que le adjudicaban. Al final, fue condenado a destierro –aunque pudo regresar a su convento–, a dos años de suspensión de su condición sacerdotal y a la prohibición perpetua de confesar.
¿Y cuál es la razón de publicar la documentación de este proceso, entre los muchos que hay de la Inquisición española durante su existencia? (el Tribunal de Toledo, por ejemplo, estuvo activo desde 1485 hasta 1834). “Nos llamó especialmente la atención el proceso contra fray Bernardo del Castillo por reunirse en el mismo varias acusaciones por parte de los muchos testigos que testificaron contra él”, explican los técnicos del AHN, destacando el importante valor histórico de esos papeles, “pero fue lo que los alguaciles del Santo Oficio encontraron en su celda durante el registro de sus bienes lo que más nos interesó”.
Papeles de adivinación
Así es: la documentación sobre el proceso al carmelita toledano que custodia el AHN consta de 725 páginas (que pueden consultarse digitalizadas aquí). Ésta es la descripción técnica que aparece en el fichero del archivo: “Proceso de fe de fray Bernardo del Castillo, natural de Toledo, sacerdote, confesor, predicador y morador en su convento de Carmelitas Calzados de la citada ciudad, por utilizar papeles prohibidos y supersticiosos y por solicitante”.
Tras las actas de su juicio, como era preceptivo, “se incluyen tres cuadernillos requisados a fray Bernardo que forman un compendio de técnicas para pronosticar el porvenir y averiguar secretos, las propiedades de diversos animales, piedras y plantas y todo tipo de remedios relacionados con el cuerpo humano y sus dolencias”.
El primero de los cuadernillos incautados lleva por título La Bula Petosiris. Astrología excelentísima y constituye un manual de adivinación del futuro según la llamada “rueda de Beda”, un método atribuido al egipcio Petosiris –un famoso astrólogo y sacerdote del dios Thot de finales del siglo IV a.C.– que presuntamente serviría para averiguar el porvenir de los hombres. Fray Bernardo, tras la explicación del método, añade una versión personal resumida del mismo, por la dificultad que entraña en su aplicación.
El segundo cuadernillo incluye dos textos distintos: un Curioso Tratado de Astrología y Las Maravillas del Mundo de San Alberto Magno. En el tratado se vinculan los planetas con los órganos del cuerpo humano y se expone un sistema adivinatorio basado en las manchas de las uñas. El segundo texto es uno de los muchos libros esotéricos y mágicos que a lo largo de la historia se han hecho pasar como escritos por santos famosos, para darles autoridad a través del procedimiento de la pseudoepigrafía. En este caso, se trata de un tratado de alquimia y numerología atribuido (falsamente) a San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia del siglo XIII.
Y por fin, el tercer cuadernillo resume diversos temas ya tratados en los documentos anteriores: la “rueda de Beda”, algunos métodos adivinatorios y sistemas para averiguar secretos, y los saberes ocultos del mundo animal, vegetal y mineral, mezclado todo ello, según explican en el AHN, con “infinidad de remedios médicos para todo tipo de dolencias y casos, así como una memoria de las misas que se decían por los difuntos, notas personales, cuentas, e incluso poemas”.
La astrología, una forma de adivinación
Más allá de las cuestiones graves que afectaban a la conducta como clérigo de fray Bernardo del Castillo –la ya comentada de solicitación, así como otras acusaciones por las que también fue juzgado, como la violación del sigilo sacramental o el reparto de reliquias falsas–, puede llamar la atención que el tribunal de la Inquisición pusiera tanto interés en su posesión de textos astrológicos. Tal como detalla el AHN, el carmelita dijo “no ser conocedor de la prohibición de los mismos por el Santo Oficio” y aseguró “su uso sin malicia”.
¿De dónde viene esa aparente fijación de los encargados de velar por la recta doctrina católica en aquella época? ¿Qué problema podía entrañar la adivinación? ¿Las razones para esa valoración negativa son válidas para el cristianismo actual? Para contestar a estas cuestiones, es importante que nos fijemos en el título general dado a la documentación: “proceso de fe”. Porque de eso se trata: de una cuestión que atañe a la fe.
La astrología, es decir, la pretensión de alcanzar un conocimiento basado en la posición de los cuerpos celestes y su influencia en los acontecimientos terrenos y humanos, es una forma de adivinación y, como tal, siempre ha sido rechazada por la Iglesia como una práctica contraria a la fe en Dios (Catecismo de la Iglesia Católica Nr. 2116). Pero cabe la objeción de que se trata de un saber que durante muchos siglos se confundía con la astronomía, sobre todo hasta que ésta se “independizó” de la anterior como un conocimiento propiamente científico. ¿Podría haber tal confusión en el caso de fray Bernardo del Castillo?
El problema de la astrología judiciaria
En las épocas medieval y moderna se distinguían dos ramas dentro de la astrología: la natural y la judiciaria. Para entender la diferencia, lo mejor es que acudamos al primer Diccionario de la Real Academia Española, cercano a la época del carmelita toledano, pues fue publicado en 1770. En él leemos que “quando trata de efectos naturales, como los son las lluvias, vientos, tempestades &c. se llama astrología natural. Y quando trasciende á pronosticar los sucesos que no dependen del influxo de los astros, sino de la voluntad de los hombres, ó de otras causas ocultas, se llama astrología judiciaria: la qual es ilícita, vana y supersticiosa”.
Como puede verse, la primera es la que derivó en la astronomía –de hecho, era uno de los estudios que se impartían en las universidades–, mientras que la segunda siempre fue una rama fundamental del esoterismo. La astrología judiciaria es la que habla de influencia de los cuerpos celestes en la voluntad de los seres humanos y en su futuro. Por lo tanto, la que ha dado lugar a fenómenos tan populares y extendidos como el horóscopo o la carta astral.
La Iglesia siempre rechazó la astrología –ésta, la judiciaria– como una muestra clara de superstición, un pecado grave contra la fe. Ésta es la razón de que fuera perseguida por la Inquisición, además de que cualquier tratado de astrología fuera inmediatamente incluido en el Índice de libros prohibidos. La condena definitiva de esta práctica esotérica tuvo lugar con la bula Caeli et terrae creator de Pío V (1586).
Entre los problemas que la astrología planteó siempre y sigue planteando ahora a la fe cristiana destaca, en primer lugar, el determinismo y la negación de la libertad humana que suponen sus ideas: todo estaría escrito en los astros, y bastaría con conocer sus secretos para saber lo que va a pasar. Determinismo, pues, y fatalismo, porque el ser humano no tendría posibilidad de cambiar nada con su acción.
En segundo lugar, la valoración de la astrología es negativa por parte de la fe cristiana porque supone el rechazo de los límites naturales del conocimiento humano. Si el hombre ha sido creado por Dios con unas posibilidades de saber y de aumentar ese saber, sin la capacidad de conocer el futuro, toda búsqueda de un método sobrenatural para averiguar el porvenir supone un desafío al Dios creador.