La localidad de Sordillos, una pequeña población del arciprestazgo de Amaya (España), celebró este 28 de mayo su tradicional “plantada de cruces”, una actividad que se ha visto retrasada este año a causa de la pandemia del coronavirus y que implora la bendición de Dios para los campos de cereal de la comarca.
Este signo de la fe, que hunde sus raíces en el tiempo, era muy querido también por el santo Cura de Ars quien llegada la primavera plantaba en los campos cruces benditas, para obtener -por los méritos de Jesucristo-, el verlos preservados de los azotes a que están expuestas las cosechas.
Al paso de los siglos, en Sordillos -tierra de cultura celtíberica en tiempos romanos (habitada por los Turmogos, según los historiadores romanos)-, se han plantado catorce cruces de madera en el perímetro municipal. Un acto en el que han participado, únicamente, el alcalde, un concejal, el sacerdote de la localidad, padre Rafael-Francisco Casado García y algún que otro vecino desde la distancia.
El rito de las Cruces de Mayo -según relata el portal de la Arquidiócesis de Burgos (España)- comienza en la plaza del pueblo con la bendición de las catorce cruces, elaboradas en madera y de modo sencillo. Acto seguido, se recorre en coche los términos de la población. En los lugares indicados, se clava una de las cruces y se entona una oración pidiendo a Dios por el fruto de las cosechas. El rito se acompaña con el rezo de las letanías de los santos y algunas pequeñas reflexiones. En algunos de estos hitos, las cruces de años anteriores se van acumulando, dejando constancia de este rito, habitual en la localidad a comienzos del mes de mayo.
Mojones, cruces de caminos, fuentes, lugares donde está instalada la tablilla del coto de caza, etc., son los rincones donde la cruz de Cristo –por la que ha venido la salvación-, ha sido plantada.