El día de la Navidad, los terroristas de Boko Haram perpetraron el atentado más sangriento contra una iglesia en Nigeria. Murieron 44 personas y decenas quedaron heridas. Uno de ellos es Vitalize Ubokwe quien cuenta al portal Alfa y Omega que “a pesar de la masacre no tengo miedo y no he dejado de asistir a Misa todos los domingos”.
En algunos países del mundo, ir a la iglesia un domingo o el día de Navidad puede suponer perder la vida. Es lo que les sucedió a muchos parroquianos de Santa Teresa de Madalla, en Nigeria. El 25 de diciembre de 2011 un coche bomba explotó en la parroquia y provocó la muerte de 44 personas y más de un centenar de heridos.
Madalla es una pequeña localidad situada a 60 kilómetros de la capital nigeriana, Abuja. La iglesia es un hervidero de fe. Cada domingo acuden a Misa cerca de 3.500 fieles, excluyendo a los menores de edad. Uno de esos parroquianos Vitalize Ubokwe es fiel a la Misa dominical, fiel a su comunidad y fiel a Jesucristo, por quien casi dio la vida aquel 25 de diciembre.
La mañana se tiñe de sangre de mártires
Era muy pronto, apenas las ocho de la mañana, recuerda Vitalize. Recién habían celebrado la tradicional Misa de Navidad. Muchos feligreses ya habían salido del templo y estaban en la puerta hablando... “De repente se produjo una gran explosión. Fue un coche bomba. La intención de los terroristas era hacer explotar el coche en el interior de la iglesia”.
Vitalize, que estaba en la puerta recibió la explosión en diversas partes de su cuerpo. La metralla se incrustó en sus carnes y le ha dejado una huella imborrable… dolores en el hombro, dedos deformados que hacen difícil las tareas más simples de cada día. Varios órganos internos ya no cumplen bien su función, tiene problemas de visión y necesita un bastón para desplazarse.
Fe a prueba de extremistas islámicos
“Fue un infierno. La iglesia estaba en llamas, destrozada. El tejado saltó por los aires. Conozco mujeres que en el atentado perdieron a su familia, a su marido, a sus hijos…”, cuenta este católico Nigeriano.
Pero si los terroristas islámicos de Nigeria pretendían amedrentarlos, al menos con Vitalize no lo han conseguido… “Soy católico y lo seguiré siendo, no importa en la situación que esté. No importa lo que pase. Sigo teniendo la misma fe que antes y sigo viniendo a la iglesia todos los domingos. Y seguiré viniendo”, dice con voz serena.
En Nigeria han sido asesinados 11.500 cristianos, 13.000 iglesias han sido destruidas o cerradas, y hay más de un millón de desplazados en los últimos 15 años por la violencia ejercida por los yihadistas radicales de Boko Haram. Sin embargo, las metrallas parecen robustecer la fe de estos cristianos. Una fe a prueba de bombas.