Pocas religiosas en la historia de España han sido objeto de tanta controversia como Sor María de los Dolores de San Rafael y Patrocinio (1811-1891), conocida popularmente como Sor Patrocinio y, peyorativamente por sus enemigos, como La Monja de las Llagas.
Peyorativamente, porque sus enemigos, los liberales de entonces y a su cabeza el político Salustiano Olózaga (1805-1873), querían hacer pasar por falsaria o visionaria a quien Dios señalaba con el dolor y la gloria de los estigmas de la Pasión. Tanto, que ordenaron detenerla y juzgarla y durante años la calumniaron y difamaron, temerosos de su influjo sobre la reina Isabel II y, por encima de todo, sobre el pueblo fiel.
Este jueves 21 de enero pasado, se presentó un libro que va a cambiar radicalmente el juicio de la Historia sobre Sor Patrocinio: Las llagas de la monja. Sor Patrocinio en el convento del Caballero de Gracia (San Román), editado y anotado por Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, y con introducción de Eudaldo Forment, catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona.
Registro fiel de una vida sobrenatural
Las llagas de la monja es el resultado de una investigación de años del profesor Paredes en torno a la Madre Patrocinio, quien tomó el hábito en el convento de Caballero de Gracia el 19 de enero de 1829 tras una infancia espantosamente dura (su madre la abandonó primero y quiso envenenarla después, como se desvela en la obra), experimentó la primera llaga en julio de ese año, fue atacada de forma brutal y ante testigos por el demonio, profesó el 20 de enero de 1830, el 13 de agosto de 1831 recibió la aparición de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias y el 7 de noviembre de 1835 fue arrestada para intentar destruir el foco de piedad popular para los madrileños que había empezado a ser aquel convento a raíz de la aparición.
La abadesa del convento en aquellos siete años, la Madre Pilar, recibió en 1830 la orden de sus superiores de ir anotando todo lo que viera sobre las experiencias místicas de Sor Patrocinio. La Madre Pilar lo hizo, dando lugar a un relato que, una vez enviado a quienes lo habían encargado, ha permanecido escondido e inédito hasta ahora, fuera de una corta tirada en 1904 para uso exclusivo de los conventos de la orden, de los cuales hasta 18 fueron fundados por La Monja de las Llagas en años posteriores.
Ahora se publican íntegras esas Anotaciones de la Madre Pilar, abadesa del convento del Caballero de Gracia, quien las concluyó en 1838. Estaban destinadas a ser sólo un informe oficial, y están escritas sólo por obediencia y con desagrado, porque obligaba a la religiosa a convertirse casi en espía de alguien bajo su autoridad y a quien amaba y admiraba. Por eso se constituyen en testimonio de primera mano, fehaciente y honesto, sobre las virtudes sobrenaturales de Sor Patrocinio.
La sangre lo empapaba todo
Respecto a las llagas, cuenta que las descubrió al tropezar un día con ella y advertir un gesto de dolor en el costado, por el que le preguntó. Como siempre, porque nunca se quejaba de nada, Sor Patrocinio le quitó importancia, pero la Madre Pilar, temiendo que fuese algo importante, le conminó por obediencia a decirle qué le pasaba.
Informado del caso el padre Cirilo Alameda, arzobispo de Cuba, superior general franciscano, y posteriormente primado de España, le ordenó que la examinase: "A costa de mucha vergüenza suya vi la llaga, porque siempre se ha advertido en esta criatura un rubor y un sentimiento tan natural cuando se ha conocido o visto las cosas admirables que ha obrado y obra el Señor en ella, como si hubiera cometido el mayor defecto".
Al principio la abadesa ocultó los hechos a las demás hermanas y ella misma lavaba la sangre, pero ésta era al final tan abundante que hubo que revelar a todas la causa. Y con tres de ellas como testigos, durante un éxtasis en la víspera de la Ascensión de 1830, se le imprimieron el resto de las llagas.
"La sangre que sale de todas es con tanta abundancia a veces, que no podía vivir al parecer naturalmente, pues la del costado, después de calar el paño que siempre lleva en ocho dobleces, pasa una plancha de hilas, la túnica de lana, el justillo, el pañuelo y el hábito, que siempre es gordo, le rebalsa, y cae hasta la fimbria del mismo hábito", cuenta la Madre Pilar.
Quien piense que todas las religiosas del convento (que, más allá de los estigmas, conocían día a día la santidad de su hermana) cayeron en una trampa, se equivoca. Dos de ellas -y lo cuenta la misma abadesa- concibieron hacia ella una aversión tan grande como para molestarla durante sus éxtasis con auténticas agresiones, como pincharle la nuca con una aguja o ponerle una vela encendida bajo un agujero de la nariz.
Ataques brutales del demonio
Si dejamos de lado las llagas, el episodio más llamativo al que asistieron las concepcionistas franciscanas del convento del Caballero de Gracia fue cuando el diablo se la llevó de allí. Literalmente. Sor Patrocinio solía recibir tremendas palizas suyas, pero el 26 de octubre de 1830 dio un paso más: "El demonio la sacó del convento, lo que tanto ha servido para mofa y escarnio de los impíos, pero como fue verdadero y hay tantos testigos como monjas viven en la actualidad de las que había entonces, no lo debo omitir".
Y es que fue un auténtico vuelo durante el cual el Maligno la llevó por los aires fuera del recinto conventual, golpeándola contra varios sitios y dejándola magullada y agotada durante varios días: "Echó mucha sangre cuajada y renegrida por la boca". Estos ataques sólo cesaron tras la aparición de la Virgen del Olvido, quien le prometió encadenarle a partir de entonces.
Exquisita caridad
El carácter reservado del documento de la Madre Pilar, así como la precisión de la narración y la identificación en ella de los testigos de cada hecho sobrenatural extraordinario, sólo tres años después de la detención de Sor Patrocinio, confieren al libro un apabullante valor de prueba, realzado por las notas de contexto del profesor Paredes.
Por si permaneciesen las dudas, el estudio introductorio del profesor Forment, miembro de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino, analiza los éxtasis, visiones y estigmas de La Monja de las Llagas a la luz de la doctrina de la Iglesia y la teología católica, concluyendo su autenticidad: "Sor Patrocinio, por estos fenómenos místicos extraordinarios y, sobre todo, porque vivió en perpetua contemplación, sufrió en silencio, tomó el dolor y lo convirtió en reparación, y todo ello con humildad y exquisita caridad".