por Portaluz
29 Abril de 2022
Arianna Valarezo cuenta que nació en una familia católica en la cual rezaban el rosario e iban juntos a misa. Pero desde pequeña se manifestó en ella -comenta- un carácter aventurero, con sed de explorar el mundo y gozar la vida.
Estudió psicología, viajó en un intercambio de estudios a Canadá y cada vez se enfocaba más en sí misma, dando culto al cuerpo, aunque nada le satisfacía. “Busqué por todos lados y cada vez el vacío era más grande”, comenta en su video testimonio difundido por Mater Mundi (arriba). Recurrió entonces -dice- a todo tipo de terapias alternativas: yoga, reiki, ayahuasca... Incluso las incorporó en su consulta ya ejerciendo como psicóloga. Pero veía que todas eran opciones muy limitadas.
Poco su vida se fue enturbiando, confidenció al portal Aleteia en testimonio publicado el pasado 1° de abril: “No recuerdo en qué momento fue, pero empecé a sentir que una voz me acompañaba muchas veces durante el día. Era como una risa en mi oído que susurraba y se reía cuando iba a pecar o estaba ante una tentación. No le di importancia hasta hace un par de años” ...
A los 33 años, viviendo una tormentosa relación de pareja, se quedó embarazada. Decidió tener al bebé. El parto fue complicado y, durante la cesárea que le practicaron, resultó infectada por una bacteria que acabó provocándole una septicemia. A la espera de entrar de urgencia en quirófano su estado empeoraba rápidamente. Por primera vez después de muchos años, recibió los sacramentos de la Confesión, la Eucaristía y la Unción de enfermos. “En ese momento noté una paz que no había sentido en muchísimo tiempo”, recuerda Arianna.
Una vez en quirófano tuvieron que inducirle el coma y en ese estado vivió una experiencia sobrenatural, una visión -dice Arianna- en la que su espíritu iba siendo testigo de diferentes escenas de pecado y vicios: guerra, lujuria, excesos, culto al dinero y al cuerpo... La gente parecía estar muy feliz pero ella no veía luz en ninguna de esas personas. “Empecé a sentir terror de estar allí, y a negar que yo perteneciera a ese lugar”. En medio de ese “mar de almas” que estaba viendo apareció una mujer hermosísima que la llamaba, la invitaba a adorarla y le prometía todo lo que quisiera. Luego aquella imagen empezó a transformarse en un hombre hermoso. “En ese momento comenzó una fuerte batalla espiritual que para mi duró una eternidad”, relata. “Imploré a Dios su misericordia, le pedía que me perdonara y que me sacara de aquel espantoso lugar”. Las escenas empezaron a cambiar y a revelarle el amor de Dios, la presencia maternal de la Virgen y el poder de la comunión de oraciones.