por Portaluz
2 Marzo de 2017Ser "virgen" está dejando de ser una palabra incómoda. Permanecer célibe y casto es una tendencia valorada, que anhelan vivir miles en el mundo. Sus referentes ya no son exclusivamente los santos y santas de antaño o personas que el mundo liberal pudiere llamar “conservadoras”.
Son liderazgos recientes, cercanos, alegres... Jóvenes anónimos, carismáticos, como Phin Lyman y otros, líderes del deporte, como el jugador profesional de la NFL (Liga Nacional de Football americano), el 'cornerback' Prince Amukamara.
Prince es un hombre de 27 años de edad, 95 kilogramos de peso y 1.85 metros de altura que se despliega con habilidad destacada para bloquear al contendor y al mismo tiempo posicionar el balón abriendo camino al triunfo en el campeonato de la NFL. Desde el año 2011 al 2015 fue figura de los New York Giants; y que hoy también lidera en los Jacksonville Jaguars (Florida, USA).La alegría de seguir a JesúsHace algún tiempo en declaraciones a la revista Muscle and Fitness, como también en otros medios de comunicación y en la web personal manifestó sin rodeos su amor a Dios y el empeño que pone por ser coherente con su fe: “Sí, soy virgen. No me avergüenza decirlo...”, dijo en 2013 a los de 'Muscle'. Una frase que bien valía una titular, pero como era de esperar los medios de comunicación masiva, de identidad liberal, silenciaron ese testimonio.
Esto no tiene nada que ver con su color de piel, sino más bien con un tipo diferente de segregación que mira con desprecio a quienes tienen el coraje de declarar que son orgullosamente fieles a su fe, en medio de una tendencia ideológico-cultural que no sólo atenta contra el valor trascendente del matrimonio, la familia, sino que incluso cierra los ojos ante los altos índices de Enfermedades de Transmisión Sexual entre adolescentes y jóvenes.
Aplauden a quien “sale del armario”, especialmente si hay morbo o distancia de los valores del evangelio presentes. Pero es una historia completamente diferente si alguien muestra la virtud de la virginidad.
Todo por “ir al cielo”
Parte de la belleza de esta historia, tiene que ver con los orígenes del deportista. “Prince” no es sólo un nombre, sino también una herencia y responsabilidad. Aunque nació en Leominster, Massachusetts (USA), es de ascendencia nigeriana. Su abuelo es descendiente nigeriano de la realeza “Igbo” y era el jefe de Awo-Omamma en el estado de Imo de Nigeria. Amukamura es entonces el príncipe heredero de ese liderazgo.
Pero en lo fundamental él es un católico romano practicante que da argumentos sencillos, pero contundentes del por qué se comprometió a llegar casto al matrimonio... Su decisión -dice- se basó primero en un deseo personal de salvación. “Si hago esto”, pensó siendo adolescente, “tal vez pueda ir al cielo”. Más tarde comprendió que había una razón mucho más radical que sustentaba esta decisión de fidelidad. “Se trata de tener una relación con Jesús”, declara.
Hay muchos jóvenes e incluso sacerdotes que hoy afirman ser católicos, pero rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la moral cristiana básica. El último lugar en el que uno esperaría encontrar a un hombre como Prince Amukamara es en el campo de football de la NFL donde se imponen la musculatura, la fuerza del ego masculino que adoran las multitudes. Por esto la historia del príncipe Amukamara es noticia destacada en Portaluz.