por Portaluz. Florencia Ruiz-Esquide
6 Junio de 2019Ha transcurrido un año desde que el Papa Francisco se reuniera en la Santa Sede con los obispos chilenos y estos debieran poner sus cargos a disposición del Pontífice; a razón del escándalo de los abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por diversos consagrados de ese país latinoamericano, cuyas víctimas plasmaron su verdad -silenciada por décadas en muchos casos- en los 2.300 folios del llamado “Informe Scicluna”.
La Iglesia en Chile ha comenzado un proceso para “reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”, tal como sinceraba el Papa en carta dirigida a los obispos chilenos. Proceso -ha dicho el Papa- que “pone la mirada en lo esencial” y exige “despojarse de todo aquello que no ayuda a transparentar el Evangelio de Jesucristo”.
Es así que los laicos católicos de Chile han venido haciendo juntos experiencia de Dios en aquello que es vital para poder dar frutos; esto es, fortalecer la vida sacramental, de oración y las devociones.
Miles de fieles católicos -sin hacer aspavientos de su fe ante las cámaras de televisión- se han unido en campañas de rezo del rosario, visitando santuarios y en especial con diversas expresiones devocionales como el popular “Cuasimodo”.
Es esta una tradición centenaria que año tras año ocurre el domingo siguiente al de resurrección en los campos y ciudades de Chile; llevando el sacerdote la comunión a los enfermos de su parroquia a bordo de carreta y custodiado el Santísimo Sacramento por particulares acólitos -hombres, mujeres y niños-, varios a lomo de caballo.
Frutos de esperanza
Este año ha sido doblemente significativo vivir esta devoción, señalaron a Portaluz fieles de la Parroquia Santa Elena de Las Condes (Santiago de Chile). Uno, pues toda devoción que da su sagrada relevancia a la Eucaristía es medular en la conversión de la Iglesia y además, porque esta devoción es un “sí a la vida en momentos que las leyes de eutanasia se debaten en muchos países del mundo”, destacaron.
Más común en los campos, no abundan en las ciudades los sacerdotes capaces de organizar esta tarea ni laicos a lomo de caballo para apoyarla. Pero en la Parroquia Santa Elena, el fervor se prendió de muchos fieles que se sumaron a la procesión del Santísimo llevado por el padre Pablo García-Huidobro y custodiado por un niño como puede apreciarse en las imágenes.
Varios padres de familia con sus hijos en bicicleta, jóvenes que hacían deporte, vecinos del sector de la parroquia, al ver pasar tal comitiva se unían proclamando oraciones y cantos al Señor, reconociéndolo como el único que puede sanar efectivamente las heridas de todos.
La fe que ninguna crisis ni escándalo podrá arrebatarles
“Ya es quinta vez que se convoca este Cuasimodo. Los jinetes y caballos especialmente alhajados, con las banderas de Chile y el Vaticano flameando a su paso, produce alegría y fervor en quienes los ven pasar”, señalan en la Parroquia.
La iglesia Santa Elena está enclavada en un barrio antiguo de Santiago de Chile, donde viven muchas personas mayores al cuidado de sus parientes y otras en hogares de ancianos. Todos ellos agradecen con evidente emoción el recibir de tal forma -engalanada- la Eucaristía.
“En la mayoría de los casos, el cura se acerca hasta el lecho del enfermo, postrado, algunos de los cuales viven con Alzheimer. Y es ahí donde se realiza un auténtico milagro de amor pues estas personas ante el Santísimo Sacramento que se les anuncia con la frase litúrgica «el cuerpo de Cristo» -ya con una sonrisa suave, susurrando el Amén, asintiendo en un leve movimiento de cabeza o cerrando suavemente sus ojos- expresan la fe que sus madres les inculcaron y que ni la enfermedad o crisis alguna podrá arrebatarles”, destacan desde la Parroquia.