Portaluz. Luis Santamaría del Río
16 Enero de 2025Recientemente el biomagnetismo ha protagonizado la actualidad en España, donde sus convocatorias de formación han despertado las alarmas de quienes están preocupados por el auge de las pseudoterapias. Anuncios que prometen enseñar a "curar con imanes" enfermedades como el VIH, la leucemia o el cáncer resultan ser un gran riesgo para los enfermos y sus familias, especialmente vulnerables a un reclamo fraudulento.
Tal como explican las entidades especializadas en desenmascarar pseudoterapias desde un punto de vista estrictamente racional y científico, el biomagnetismo (también llamado "terapia biomagnética" o "par biomagnético") fue inventado en 1988 por el médico mexicano Isaac Goiz, quien afirma que muchas enfermedades provienen de un desequilibrio en el pH del cuerpo. La solución estaría en el uso de imanes, que corregirían ese origen del trastorno fisiológico.
Según alerta la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), "no existe ningún estudio que demuestre que campos magnéticos aplicados al cuerpo humano generen ninguna respuesta beneficiosa para la salud". A pesar de que aplicar los imanes a una persona resulta inocuo, el riesgo reside en que "la sustitución de la terapia médica por este tipo de supuestos remedios sí puede ocasionar problemas graves de salud, o incluso la muerte".
¿Una pseudoterapia infiltrada en la Iglesia?
En los últimos tiempos se ha podido ver cómo se convocan cursos y conferencias sobre el biomagnetismo en parroquias católicas, centros educativos de la Iglesia y otros espacios de titularidad eclesiástica. Basta rastrear en las redes sociales para encontrar anuncios y crónicas en los que vemos cómo se ofrece esta terapia especialmente a sectores de población pobres, muy vulnerables por la dificultad que tienen para acceder al sistema sanitario.
Incluso hay una congregación religiosa que ha asumido esta pseudoterapia como parte integrante de su labor en algunos lugares de Latinoamérica: las Dominicas de la Presentación. Fundadas en Francia en 1696 por la beata Marie Poussepin, en su página web oficial para el continente americano aseguran lo siguiente: "estamos comprometidas con cada persona que viene en busca de su salud". Y, refiriéndose a la situación concreta de una población mexicana que es víctima de grandes sufrimientos, las religiosas aclaran que llevan a cabo su tarea mediante "la atención en salud con terapias alternativas".
En el caso de una comunidad que tienen en la capital de El Salvador, cuentan que dan "atención integral en terapias de biomagnetismo como medio de escucha y solidaridad para la búsqueda de la salud de las personas que acuden a nuestra casa". De hecho, en otra publicación del instituto religioso podemos leer que su "Clínica de Biomagnetismo" es la fuente principal de sus ingresos.
"Le pedí a la hermana que le pusiera los imanes"
En 2018 la rama laical de la congregación -llamada Laicos Dominicos Presentación- celebró una jornada de sensibilización en salud precisamente allí, en San Salvador. Una convocatoria en la que se mezclaron prácticas correctas y recomendables -como la toma del peso y de la talla, así como de la tensión y de la glucosa- con el biomagnetismo, provocando una gran confusión entre las personas que acudieron.
Además, el boletín informativo de las religiosas recogió varios testimonios de los participantes. Aracely, una de las "terapeutas voluntarias", señala que esta práctica "es la forma de recompensar y agradecer lo que he recibido de parte de nuestro Padre durante toda mi vida". Su cercanía a esta pseudoterapia comenzó tras las visitas que una dominica realizaba a su madre, que había sufrido un derrame cerebral. "Le solicité [a la religiosa] que le pusiera los imanes y observé que le provocaban mayor tranquilidad".
Por eso decidió "solicitarles a las hermanas religiosas que me enseñaran cómo ponerlos y después de un tiempo de estar aplicando los pares que necesitaba mi madre, me interesé para tomar el curso con el Dr. Goiz en México". Mientras tanto, "le solicité a una hermana que nos diera clases privadas de biomagnetismo mientras llegaba la oportunidad de recibir el curso". Desde entonces, colabora "en la clínica de biomagnetismo de las hermanas", ya que así considera que está "retribuyendo un poquito lo que Dios me ha brindado".
Enferma de cáncer: "son monjitas, confío en ellas"
La confusión originada por la práctica de las religiosas es manifiesta. Se puede ver en otro de los testimonios recopilados por la congregación en San Salvador en 2018. Isabel, otra "terapeuta voluntaria", cuenta que su madre tenía cáncer y, al empeorar, "conocimos a las Hermanas Dominicas de la Presentación, quienes gentilmente se acercaron a mí para ofrecerme el apoyo del biomagnetismo para mi mamá".
Aunque madre e hija no sabían de qué se trataba, se fiaron. Éstas fueron las palabras de la madre -recordémoslo, enferma oncológica-: "son monjitas, confío en ellas; además, no creo que sea pecado". Hasta que murió, cuatro años después, "nunca experimentó dolor, y cuando lo tenía, se le quitaba con una acetaminofén". Poco después, gran parte de la familia recibía la "terapia".
La propia Isabel, admirada por los supuestos beneficios del biomagnetismo, quiso "conocer más sobre esa terapia, lo cual pude hacer con el apoyo de las Hermanas Dominicas de la Presentación, quienes confiaron en mí, pudiendo concluir ambos niveles del biomagnetismo con el Dr. Goiz en la Ciudad de México". A su regreso, se ha dedicado a "aplicar la terapia", "siempre con el apoyo y confianza de las Hermanas, que me permitieron poner ese conocimiento al servicio de las personas enfermas que llegan donde ellas". Y concluye mostrando su agradecimiento a Dios "por esta oportunidad de poder servirle a Él a través de los demás, especialmente de las personas enfermas".
"Lo conocí a través de las hermanas"
Otros testimonios en torno a la misma jornada muestran el profundo daño que ha hecho la praxis de las religiosas a la comunidad creyente, haciéndola víctima del pensamiento mágico, lo más lejano a la fe cristiana. Edwin Mauricio, recepcionista voluntario de la "clínica", afirma que las hermanas "hacen de la clínica de biomagnetismo un lugar donde se percibe el amor de Dios en cuanto al servicio a los demás", y esto se lograría "a través de una terapia alternativa comprobada científicamente", afirmación que es totalmente falsa.
Un voluntario anónimo reitera lo mismo que la mayoría de personas: "conocí el biomagnetismo médico a través de las Hermanas Dominicas de la Presentación", y después vino el paso de viajar a México para recibir formación sobre esta pseudoterapia. Dice haber sido testigo de "eliminación de dolores, rehabilitaciones y recuperación del buen funcionamiento de órganos".
Una pseudoterapia totalmente asumida por la congregación
Esto no sólo sucede en Ecuador o en El Salvador. Las hermanas practican esta pseudoterapia en otros lugares donde desarrollan su misión, como el Centro de Promoción de la Salud y de la Familia Monseñor Juan Navarro Ramírez, en México. Allí, en marzo de 2020 -un momento de especial emergencia sanitaria por la pandemia del COVID-19-, aseguraban que "continuamos atendiendo a las personas con la terapia del biomagnetismo". Y las propias religiosas escribían: "nos ponemos imanes, mínimo dos veces a la semana como acción preventiva".
Cuando en junio de 2023 el diario colombiano El Tiempo dedicó un reportaje a los 150 años de presencia de las Dominicas de la Presentación en aquel país, recogió unas declaraciones de su superiora provincial donde ésta destacaba, entre los campos de acción del instituto religioso, "los proyectos de medicina alternativa, en lugares donde se practica biomagnetismo, herbología y terapias diversas".
No se trata, pues, de algo puntual y anecdótico, sino de una constante en toda la congregación. Hasta en sus boletines internos se pueden encontrar las convocatorias para la formación en los distintos niveles de esta pseudoterapia. Y en el año 2023, en un documento de revisión de la presencia misionera que las propias Dominicas de la Presentación hacían público a través de Internet, podemos ver cómo destacaban la satisfacción por "la asiduidad en la atención a los pacientes a través del biomagnetismo".
Cuando todo se oscurece: ¿biomagnetismo como pastoral?
La hermana Evelin Carolina, encargada de recoger los testimonios de los laicos en la jornada que se celebró en 2018 en San Salvador, y que hemos citado antes profusamente, concluye su crónica con un intento lamentable de justificar con el texto del Evangelio lo que hace su congregación en América Latina. En concreto, alude al comienzo de la vida pública de Jesús, según el evangelio de Marcos, donde se resume la intensa actividad sanadora de Cristo haciendo milagros.
"Desde el inicio su prioridad fue aliviar el dolor de las personas, sobre todo de los pobres", explica la religiosa, que continúa afirmando que "por tanto, si queremos ser coherentes en nuestro seguimiento de Jesús, debemos continuar su causa". Hasta aquí, todo tal como lo ha entendido la comunidad cristiana desde el primer momento de su existencia, entendida como una continuidad con la misión del propio Cristo. Por eso, nada que objetar.
Sin embargo, la afirmación siguiente constituye un salto carente de cualquier racionalidad y lógica: "Con esto, el biomagnetismo perfectamente puede ser una pastoral de vida, enfocada sobre todo a aliviar el dolor de las personas, para que vivan con dignidad". Porque, como bien recuerda sor Evelin Carolina, ser cristiano no se limita a "cumplir preceptos y deberes" -es decir, una moral-, sino que "se trata más bien de tener una opción de vida... enfocada en continuar la obra de Jesús". La cuestión es que el biomagnetismo no encaja en todo esto. ¿por qué?
Una luz en medio de la oscuridad
¿Qué enseña la Iglesia sobre todo esto? ¿Realmente el biomagnetismo supone un problema para los cristianos? ¿Hay alguna razón de peso para que una congregación religiosa no pueda asumirlo como parte de su ayuda concreta a las personas necesitadas (en este caso, de salud)?
Para responder a estas preguntas, la primera afirmación debe llevarnos a tener en cuenta la vía racional: como vimos al principio de este artículo, el biomagnetismo es una pseudoterapia. Es decir, carece de evidencia científica y su defensa, en último término, sólo puede basarse en la superstición y la magia. Toda argumentación distinta constituye un engaño, por buenas intenciones que haya.
Los católicos, además, cuentan con otras razones añadidas que proceden de su propia fe, y que expresa muy bien la enseñanza de la Iglesia. En su apartado de explicación de los pecados contra el primer mandamiento, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda en su n. 2117 que "todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión".
Claro, se puede argumentar que el biomagnetismo no sería magia ni hechicería, sino "terapia". Visto que no lo es realmente, sino sólo en apariencia, podemos añadir lo que también leemos en el n. 2117 del Catecismo: "El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo". Esto puede aplicarse a cualquier tipo de terapia alternativa, complementaria o natural: no se puede engañar a las personas, y menos en un ámbito tan delicado.
Los consagrados y la New Age
El documento que la Santa Sede publicó en 2003 sobre la Nueva Era (Jesucristo portador del agua de la vida) contiene una reflexión que puede aplicarse a estos casos. Cuando habla críticamente sobre la convocatoria de eventos de espiritualidad New Age en espacios católicos, dice que "es necesario corregir esta situación, no sólo para detener la propagación de la confusión y del error, sino también para que se conviertan en promotores eficaces de la verdadera espiritualidad cristiana". Podría afirmarse, de la misma forma, de los centros de salud de titularidad eclesial.
Y hay otro documento del Magisterio de la Iglesia -aunque, en este caso, no universal- que sirve para iluminar la enseñanza y la práctica del biomagnetismo en un contexto católico, y hacer el discernimiento correspondiente. Se trata de las directrices de los obispos de los EE.UU. sobre el reiki, publicado en 2009. Sus últimas palabras son éstas: "Dado que la terapia reiki no es compatible ni con la doctrina cristiana ni con la evidencia científica, no sería apropiado para las instituciones católicas -como aquellas encargadas del cuidado de salud o los centros de retiro- o para las personas que representan a la Iglesia -como los capellanes católicos- promover o prestar apoyo a la terapia reiki".
Es cierto que reiki y biomagnetismo no son equiparables, porque el primero tiene una carga esotérica muy grande (invocaciones, creencia en una energía universal de carácter divino, etc.) del que carece -en principio- la terapia biomagnética. Sin embargo, su claro carácter pseudocientífico y mágico sitúan al biomagnetismo en lo que los obispos estadounidenses llaman "la esfera de la superstición, tierra de nadie que no es la fe ni la ciencia". De forma que es totalmente improcedente que cualquier católico deposite su confianza en esta pseudoterapia. Sobre todo cuando actúa en nombre de la Iglesia y con un propósito pastoral, evangelizador y caritativo.