Al escapar de un devastador incendio “por gracia de Dios” una familia aprendió que “efectivamente, Dios provee”

31 de diciembre de 2021

“Cuando pasas por uno de estos acontecimientos, es un recordatorio rápido y fresco de lo que realmente cuenta. Y efectivamente, Dios provee".

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Los Goodwin se acurrucaron descalzos a un lado de la carretera mientras veían cómo un infierno envolvía el último piso de su casa en Wynnum (Australia). Sólo tenían la ropa que llevaban puesta y dos pares de zapatos entre los once. “Nadie resultó herido por gracia de Dios", dice Belinda Goodwin, madre de los nueve hijos de esta familia.

 

Belinda recuerda que eran las 14.15 horas de una tranquila tarde de septiembre en la bahía de Brisbane. La casa de la familia que tenía unas vistas privilegiadas a la costa en la pintoresca Waterloo Esplanade, estaba siendo reformada y faltaban apenas unas dos semanas para finalizar las obras.

 

Ocho de los nueve hijos de los Goodwin estaban en casa disfrutando de un día sin clases, junto a su madre. Ella dormía en su habitación y en el dormitorio contiguo había cuatro de sus hijos viendo una película.

 

Sin que ellos lo supieran, dentro de la pared que dividía las dos habitaciones, había un fuego y llevaba un buen rato ardiendo. Fueron los niños quienes se dieron cuenta de que "había un poco de brillo en la caja de juguetes contra la pared", comenta la señora Goodwin. Entonces reaccionaron moviendo “la caja de juguetes y había un fuego que salía de la pared".

 

Una bola de fuego

 

 

Corrieron a buscar a mamá, la despertaron y ella volvió en sí. "Vi que la pared estaba llena de ampollas", recuerda. Cogió a los niños y corrió escaleras abajo llamando a gritos a los demás. Uno de los mayores estaba en el sótano rezando el rosario cuando subió al baño y oyó el alboroto. "Me llevé a los niños al otro lado de la calle y, cuando volví a mirar, todo el piso de arriba había desaparecido", dice. En pocos minutos, el fuego había escapado de la pared y el piso superior era "una bola de fuego".

 

En esos momentos tanto el hijo mayor como el padre, David, estaban trabajando. El Sr. Goodwin participaba de una reunión en la ciudad cuando recibió la llamada en su móvil; era su hija avisándole que la casa estaba en llamas. "Asegúrate de que los niños están fuera, cuéntalos de nuevo", le dijo. La llamó una media docena de veces y le pidió que los contara de nuevo.  Llamó a su hijo -que estaba más cerca- le indicó que regresara a casa y volviera a contarlos.

 

Cuando pudo regresar y debido a la congestión provocada por los camiones de bomberos, David aparcó a dos manzanas de su hogar. "Caminé por la calle y en un lado estaba la casa, ardiendo, y en el otro lado estaba la familia. En una fracción de segundo ves lo que es realmente importante".

 

Signos de esperanza

 

 

La familia perdió muchas cosas queridas en el incendio: reliquias familiares, joyas, ropa, libros, cepillos para el pelo, mochilas escolares, uniformes, zapatos, violines, aparatos electrónicos, teléfonos, tarjetas de crédito.  "Fue un día increíblemente malo cuando nuestra casa se quemó, pero honestamente no puedo decir que hayamos tenido un mal día desde entonces", confidencia David.

 

En efecto, una oleada de apoyo de la comunidad ha sobrecogido a la familia. En pocas horas, los Goodwin tenían un escaparate repleto con artículos de primera necesidad.  "Esta es la primera vez que he visto esa amabilidad realmente enorme y abrumadora... gente que tenía mucho menos que nosotros dándonos tanto", sincera Belinda.

 

Cuando el David Goodwin tuvo la oportunidad de aproximarse para ver lo que quedaba tras el incendio, vio que la casa había sido destruida. Colocó una escalera contra una de las vigas y subió para echar un vistazo al último piso. Allí mismo, frente a él, estaba su anillo de bodas.  "Me dio esperanza. Las otras dos cosas que encontramos fueron nuestras jarras de bautizo…  supongo que es algo bastante sacramental".

 

Un Belén para los Goodwin

 

En tres semanas, la familia pudo encontrar un alquiler adecuado para nueve niños. La comunidad les ayudó con sofás y frigoríficos, la escuela de ballet local reequipó todos los uniformes de ballet, el colegio se encargó de los uniformes y las loncheras, los libros y las bolsas, y el profesor de música organizó todos los violines para los músicos en ciernes.

 

El incendio cambió la forma en que los niños tomaban su fe, dice su madre y Navidad ha sido una experiencia íntima de reconocer el valor de la pequeñez, de la humildad, añade David. "Dios no vino a una familia rica, sino a una muy pobre. Y durante todo el camino, José y María fueron provistos; tuvieron que dar constantemente un paso en la fe y eso es lo que creo que los católicos tienen que hacer. Creo que tenemos que perder muchos de nuestros adornos y materialismo. Cuando pasas por uno de estos acontecimientos, es un recordatorio rápido y fresco de lo que realmente cuenta. Y efectivamente, Dios provee".

 

 

Fuente: Catholic Leader

 

 

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