Alerta a las políticas públicas

Destacado investigador y sociólogo, Mark Regnerus, afirma: "La pornografía prostituye el vínculo matrimonial"

14 de noviembre de 2014

Afirmando su reflexión, señala, en el dato estadístico confiable, este investigador ofrece un análisis que puede enriquecer las decisiones de quienes han de establecer políticas públicas o considerar acciones pastorales que van fortaleciendo el bien común y la familia.

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Mark Regnerus es profesor asociado de sociología en la Universidad de Texas en Austin y esta semana ha hecho público en First Things su más reciente análisis sobre datos del Austin Institute y la encuesta Relationships in America. Concluye este conocido investigador norteamericano que “la pornografía prostituye el vínculo matrimonial” y considera es una urgencia social y para la Iglesia el enfrentar esta verdad.

Según el informe analizado por Regnerus, un cuarenta y tres por ciento de los hombres estadounidenses (y el 9 por ciento de las mujeres) reconocen haber consumido pornografía en el transcurso de la semana previa a ser encuestados. No es una cuestión que involucra sólo a los adolescentes, según revelan los datos. Los hombres consumen más porno entre los veinte a treinta años de edad y luego la actividad disminuye, pero muy lentamente. En efecto, los hombres con sesenta años de edad, son sólo ligeramente menos propensos a consumir pornografía que los hombres entre los veinte y treinta años.

Por su parte el informe indica -precisa Regnerus-  que entre las mujeres hay una tendencia a la baja, más lineal, a medida que avanzan en edad. Mientras que el 19 por ciento de las mujeres menores de treinta informa uso de la pornografía en la semana anterior a la encuesta, sólo el 3 por ciento de las mujeres en sus cincuenta años dicen lo mismo.

También los matrimonios católicos son infectados

La pornografía es también un desafío para las comunidades y familias cristianas. La encuesta informa que un 26 por ciento de hombres cristianos practicantes (evangélicos y católicos) reconocieron haber usado la pornografía en la última semana.

“Algunos expertos afirman –comenta Regnerus en First Things- que es el simple deseo sexual lo que moviliza el deseo por el porno. Otros citan motivos más oscuros. Pero las explicaciones no satisfacen a muchas mujeres (y no pocos hombres) que viven a diario una lucha contra la relación con el porno de sus cónyuges o parejas. Sienten dolor, engaño. Los datos indican que el uso de la pornografía incide en el quiebre de un número aún desconocido de relaciones, incluyendo matrimonios y noviazgos. (El uso de la pornografía no aparece, sin embargo, entre las 10 principales razones de divorcio, como algunos han afirmado erróneamente)”, sentencia el sociólogo de la Universidad de Austin.

Un desangramiento espiritual

Contrariamente a lo que a veces se afirma –insiste Regnerus-, las mujeres tienen el derecho de estar molestas por la pornografía. “No es algo bueno, provoca un desangramiento espiritual”, puntualiza. “A menudo incluso pasamos por alto otro de los daños de la pornografía (como reacción humana a ella): pérdida de fe en que es posible consolidar relaciones estables y el matrimonio”, agrega categórico el investigador de Austin. Estudios previos coinciden con Regnerus señalando el riesgo adictivo que involucra el consumo de pornografía (pulse para ver); y testimonios como el de Matthew Fradd publicado en edición de septiembre en Portaluz lo confirma.

La cruda realidad y el poder de la Fe

Con peso casi emotivo Regnerus puntualiza que para el comportamiento sexual masculino siempre es un poco difícil mantenerse quieto. Agrega que además hoy, influido por la tecnología, el hombre se mueve por el estar libre de una pareja o de compromiso a largo plazo con una sola mujer.

“Fuera de la Iglesia, la revolución corre sin control, sin nadie que la cuestione. Dentro de la Iglesia, aún parecen tener problemas para admitir que los hombres se sienten atraídos por las mujeres desnudas”, comenta desafiante Regnerus, al finalizar su análisis. Y agrega, casi como sentencia:

“La cruda realidad sigue siendo, que la Iglesia tendrá que aprender a navegar en esta realidad, y seguir adelante con la gracia y la verdad. Los hombres y las mujeres tienen que forjar relaciones-matrimonio-uno con el otro reconociendo la debilidad humana y el fomento de la santificación de los demás. Mientras la pornografía continúe siendo el problema, no podemos colectivamente imponerle una libertad bajo fianza. Es demasiado importante para el futuro de la Iglesia. Sin una cultura del matrimonio en Occidente, la castidad se despeñará de una forma que aún no hemos visto”.


 

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