Matrimonio colombiano abusado por un espiritista estuvo a punto de suicidarse. Dicen que la Virgen los salvó

18 de mayo de 2020

"Él nos fue involucrando y terminamos entregándole la voluntad, la economía, todo", afirma una de las víctimas.

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Para los protagonistas de esta historia, la tragedia que vivieron estuvo precedida por un conjunto de experiencias espiritualmente no sanas de las que fueron víctimas: envidias, brujería, una escalada de disputas familiares y la práctica del espiritismo, que dejaron la puerta abierta a un mayor desastre.

Ángela, hoy de 46 años, casada y madre de dos hijos, cuenta a Portaluz que creció en un hogar católico, siendo la menor de cinco hermanos. Recuerda haber tenido una natural inclinación por lo espiritual y agradece en particular su devoción amorosa a la Virgen que le permitió vivir con relativa paz los primeros años de vida. Proceso que se vería alterado en su adolescencia por el profundo dolor que experimentó al morir su padre con apenas 48 años.
 
Pidiendo a Dios un esposo
 
Desde niña Ángela soñaba con vivir un matrimonio según lo que la Iglesia enseña es grato a los ojos de Dios; y por ello en sus relaciones con los chicos, evitaba cualquier situación que pusiera en riesgo su virginidad y en los momentos frágiles se confiaba al auxilio de la Virgen.

Pasaron así nueve años de un primer noviazgo, que terminó dejándola sumida en el dolor, cuando su amado, arguyendo tener vocación sacerdotal -lo cual resultaría ser una mentira-, la abandonó abruptamente. La joven se refugió en su fe suplicando a Dios, dice, para que le regalase “el esposo que tenía preparado” para ella.
 
Tras un tiempo de espera y ruegos conoció a Francisco, con quien inició un camino no exento de algunos desafíos, como que no era católico y ella además se permitiría poner término a su virginidad con él. Pero se casaron sacramentalmente y juntos enfrentaron el dolor de perder a su primer bebé, antes de que naciera.

La Virgen acude al llamado de sus hijos
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Con el temor de no poder ser padres y aunque no tenía vínculo alguno con la Virgen María, Francisco aceptó la decisión de su esposa y juntos comenzaron a peregrinar regularmente, durante dos años, al Santuario de María Santificadora en Guarne (Antioquia). En una de las visitas, Francisco recuerda que oró por primera a la Virgen prometiéndole que, si les concedía un hijo, él tendría razones suficientes como para convertirse a la fe católica. Y la Santísima Virgen María intervino…

“Ese fin de semana quedé embarazada de mi primera hija, fue un embarazo espectacular, no me dolió, ni un solo vómito, fue perfecto trabajé hasta el último día” comenta Ángela, la feliz madre.

Luego de recibir el regalo de ser padre Francisco no tuvo un giro radical hacia la fe. Logró además un trabajo con un elevado ingreso mensual en dólares, que generó en el matrimonio cambios en sus hábitos, apegos hedonistas y también la envidia de algunos familiares. “La esposa de mi hermano nos empieza a hacer brujería; esta situación se complica y los ataques empiezan a ser más fuertes, yo sentía muchas pesadillas, era algo terrible, me levantaba gritando, sudaba, el pelo reventado, era algo aterrador” afirma Ángela.
 
Entregar el alma al diablo


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Estando seguros de ser víctimas de un ataque maligno y a sugerencia de otro hermano de Ángela, el matrimonio tomó por decisión contraatacar buscando la ayuda de un espiritista, lo cual trajo más problemas. “Yo estaba muy desesperada, acepté y en ese momento le entregué mi alma al diablo” recuerda ella con llanto en su voz.

Seducidos por el espírita entregaron su confianza total a este hombre, lo apoyaron económicamente y le prestaban su hogar para hacer sesiones de espiritismo: “El tipo empieza a hacer porquerías de toda índole, entre ellas, empezó a abusar de todas las mujeres que íbamos allá y entre esas yo desafortunadamente”, denuncia Ángela.

El abuso sexual se dio en varias oportunidades, agrega y vivían en un estado de estrés, insomnio y depresión. Él los amenazaba con enfermedades y ruinas si no hacían lo que indicaba, llegando incluso al abuso de una menor de edad, sobrina de Ángela. “Cuatro años abusando sexualmente de ella” y al cumplir “16 años” la niña quedó embarazada y fue forzada al aborto por este delincuente. “Ese día yo me desconecté, no creía lo que estaba pasando, yo de rodillas le pedía a la Virgen ayuda”, recuerda Ángela.

Fue el punto de quiebre para estampar la denuncia a las autoridades… “a ese tipo lo hicimos capturar nosotros y muere en la cárcel en una operación que le iban a realizar por causa de una enfermedad”, explica Ángela.

La semilla del mal

 Aunque ya no estaban sometidos al arbitrio del abusador, las almas de Francisco y Ángela habían quedado expuestas, frágiles. Por ello cuando él perdió su trabajo y les llegó la ruina económica, las deudas, el alejamiento de amigos y familia, la presión de acreedores, estuvieron a punto de cruzar el límite de lo razonable…

“Yo le decía a mi esposo: «¡No tenemos con quien dejar a los niños!». Y él me respondió: «Sí, tenemos que tomar la decisión, quitémonos la vida los cuatro»”.

In extremis



El mismo fin de semana en que planeaban ejecutar el brutal atentado y en un acto de lucidez in extremis, acudieron a misa. Iniciaron allí su retorno a la salud del alma. Tras la Eucaristía se registraron para acudir a un retiro y luego la providencia les puso en contacto con el padre Gerardo Piñeros, quien es hoy el confesor y director espiritual de este matrimonio.
 
Francisco describe cómo a raíz de estas experiencias y guía han alcanzado salud y paz “Nosotros tenemos por práctica todas las noches orar en familia, siempre hacer el rosario, hacer la coronilla de la Divina Misericordia… colaboramos con algunas parroquias, somos asesores de infancia misionera y trabajamos con catequesis. En este momento estamos con jóvenes de confirmación y también haciendo un camino de la consagración a Jesucristo a través de la Virgen con lazos de amor mariano. Ahora soy más feliz”.
 

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