
por El Pueblo Católico/ Portaluz
2 Enero de 2014Para muchas mujeres, la maternidad es un proceso natural de la vida, sin complicaciones. Pero no son pocas para quienes puede ser un auténtico milagro.
Fue el 6 de enero de 2013 cuando Romina Ponce fue llevada de urgencia al hospital. “Tenía intensos dolores en el lado izquierdo del vientre y allí me detectaron un quiste en el ovario izquierdo de 9 x 13 centímetros. Debido al gran tamaño del quiste, corría el riesgo de una torsión en el ovario, que provocaría necrosis. Los médicos finalmente pensaron que podría soportar el dolor con una serie de antiinflamatorios y analgésicos dejando la intervención quirúrgica para el 18 de abril”.
Después de muchas idas y venidas al hospital, las dolencias cada vez iban en alza, continúa narrando al periódico El Pueblo Católico. Finalmente el 16 de marzo su cuerpo no resistió más. “Jamás en mi vida sufrí dolores tan fuertes. Cuando ingresé a emergencia, los médicos de guardia no se atrevían a operarme porque no estaba el especialista y la situación era muy complicada. Incluso uno de los médicos me sugirió que esperase la fecha que ya me habían asignado, pues hasta entonces, dijo, el especialista no estaría en el hospital. Lo único que hicieron fue inyectarme calmantes cada hora”.
La primera intercesión de la Madre de Dios
Desesperada por el sufrimiento, le pidió a Dios y a la Virgen que le ayudaran. “Después de varias horas se hizo el cambio de turno y llegaron otros médicos; uno de ellos me tomó la mano con la dulzura que en esos momentos necesitaba tanto, y me preguntó «¿Quieres que te opere?». Evidentemente mi respuesta fue un «sí» rotundo. Ése fue mi primer milagro, porque de no haberme operado para que extrajesen mi ovario, hubiese terminado con una septicemia y hoy no podría escribir mi experiencia”.
Después de la intervención quirúrgica y tras unas semanas de recuperación, cuenta que junto a su esposo intentaron ser padres, aun sabiendo que por su edad (36 años) y la pérdida del ovario, era peligroso. “Incluso nos habíamos planteado iniciar pruebas de fertilidad, pero una vez más la virgencita salió a mi encuentro de una manera totalmente inesperada, poniendo en mi camino a una gran amiga de la infancia, que ahora es laica consagrada”.
Cuando con fe pides el auxilio de la Virgen
Para Romina las nuevas tecnologías fueron un instrumento para movilizar la fe, porque una mañana cuando abrió su cuenta de Facebook se encontró con un mensaje de esa amiga...
“Ella contaba que iba a ver a la Virgen de Guadalupe al Santuario en México y nos invitaba a enviarle nuestras intenciones. Cuando leí este mensaje, lo primero que pensé fue en agradecerle a la virgencita por la salud de mis padres y de mi familia... a los minutos de haber mandado mi plegaria, mi amiga me contestó y me dijo que lo haría, pero me preguntó si tenía alguna intención para mí. En ese momento me di cuenta que otra vez la virgencita estaba ahí, dándome la señal para poder recibir otra de sus maravillosas acciones y sin dudar le conté las inmensas ganas que teníamos de ser padres y las dificultades que teníamos”.
Aquellas palabras le sirvieron, dice, para aprender a confiar y depositar las esperanzas en la Madre de Dios, “¡porque el milagro fue casi inmediato! Ella fue al Santuario al finalizar agosto y hoy, a comienzos de diciembre, tenemos 3 meses de embarazo”.
Al finalizar su testimonio Romina, feliz, se toca el vientre y vive la dulce espera contemplando la imagen maternal de María. “Estoy muy agradecida por la dicha que me ha regalado la Virgen de Guadalupe, tanto en la salud como en mi embarazo, y sobre todo por reafirmar aún más mi fe. Sé que Ella cuidará y protegerá a nuestro hijo o hija y le pido además me enseñe a ser una buena madre como Ella lo es”.