La doctora de sor Lucía de Fátima le agradece su conversión: «Yo estaba allí para curarla, pero ella me sanó a mí».
La sanación, sea esta de dolencias físicas, psicológicas o espirituales, siempre es un don de la gracia. Y mayor don es tener la fe suficiente como para ver esta realidad con los ojos del alma. Al respecto, la Venerable Sor Lucía de Fátima es una excelsa testigo de esta verdad, según relatan quienes la conocieron y entre ellos, se encuentra una médico que acaba de transparentar su testimonio.
Hace unos días, en Alcalá de Henares, HM Televisión presentó el excelente cortometraje titulado El corazón de sor Lucía (ver sobre el titular), que nos adentra en los secretos comunicados por la Virgen a través de la mirada de esta pastorcita que muchos fieles consideran santa.
Durante la presentación del estreno de la obra audiovisual, la doctora Branca Pereira Acevedo tuvo la oportunidad de sincerar el profundo vínculo que la une a la carmelita, fallecida a los 97 años en 2005. Cuenta que durante 15 años atendió la salud de sor Lucía de Fátima mientras la vidente pastorcita residía en el convento de las Carmelitas de Coimbra.
Branca no era completamente atea, pero sí estaba alejada de Dios. "No iba a misa, no recibía los sacramentos... Mi carrera, mi trabajo y mi familia ocupaban todo mi tiempo y lo utilizaba como excusa para no ir a la iglesia", confidenció. Pero el poder contemplar la santidad de vida de Sor Lucía -y seguramente las oraciones que la vidente elevaba por ella-, permitió la necesaria transformación espiritual que consolidó su conversión a la fe. "Yo fui su médico del cuerpo, pero ella fue mi médico espiritual", afirmó la profesional.
La fuerza del testimonio
La humildad de la vidente y su obediencia a Dios vivida en la Orden Carmelita, "que tanto amaba", fue un rasgo que impactó significativamente a la doctora. "No había orgullo ni vanidad en ella; decía que era simplemente un instrumento de Dios. Me enseñó que a través de Dios y a través de la Iglesia podemos hacer todo bien. He vivido momentos muy íntimos con ella", declaró.
Branca también tuvo la oportunidad de asistir a un momento muy importante y delicado en la vida de sor Lucía, cuando, en el año 2000, se publicó la tercera parte del secreto de Fátima. Fue testigo de la serenidad y la firmeza de la vidente incluso ante aquellos que insistían en que aún faltaba una parte del secreto sin ser revelado. "Nos dijo que lo más importante está escrito en la Palabra de Dios, en la Biblia. Nos exhortó a obedecer a Dios, que eso era lo realmente importante y que todo lo demás era secundario", recuerda la doctora.
Verla siempre serena, incluso en esa situación, tal y como fue, "fiel a la verdad, llena de amor, hasta su muerte" -momento en el cual estuvo Branca-, fue transformador para ella. Cuando se encuentra a un santo, es difícil permanecer indiferente al ver cómo Dios obra en quien lo acoge.