Este 21 de abril, domingo del Buen Pastor, al celebrarse una nueva Jornada Mundial de oración por las vocaciones, el Papa Francisco ha entregado su mensaje titulado: Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz. En su reflexión el Pontífice ha tenido palabras de afecto para quienes viven su vocación en lugares de frontera y exclusión. “Pienso en quienes han acogido la llamada al sacerdocio ordenado y se dedican al anuncio del Evangelio, y ofrecen su propia vida, junto al Pan eucarístico, por los hermanos, sembrando esperanza y mostrando a todos la belleza del Reino de Dios”, destacó.
En efecto, son mayoría los sacerdotes dispuestos al martirio por Cristo, en territorios hostiles a causa del terrorismo de errada inspiración religiosa, de la locura de la guerra, del crimen organizado, de las pandillas, la mafia y otras expresiones del odio, de la malignidad que niega o rechaza a Dios.
Desafíos para la fe en territorios de misión
Haití es uno de estos lugares destrozados por la violencia. “Las bandas cada día están más armadas y son más feroces, estamos atrincherados dentro del hospital, con la esperanza de que no nos ataquen. No podemos salir a comprar comida o medicinas para las personas que acogemos, niños discapacitados, enfermos, familiares de los hospitalizados y el personal médico y de enfermería”, informaba esta semana a la Agencia de noticias Fides “padre Erwan”, misionero Camiliano.
"El pueblo haitiano cada día se hunde más en el abismo en medio de la indiferencia mundial", reflexiona el padre Antonio Menegón, también miembro de los Camilos, y prosigue… "Nadie habla de ello. Peor aún nadie interviene, y con lo poco que podemos hacer intentamos estar presentes para ayudar a los muchos 'fantasmas' haitianos a vivir a pesar del silencio que les rodea. Salvar la vida de los haitianos es continuar la resurrección de Jesús en la vida cotidiana", concluye.
A 10.393 kilómetros de Haití, en las cercanías de la asolada Franja de Gaza, donde ya más de 30 mil hijas e hijos de Dios han sido exterminados por el estado de Israel, el misionero jesuita David Neuhaus agradece por los cristianos de la parroquia católica de la Sagrada Familia de Gaza, pues "con una resistencia inquebrantable y una fe radiante" -destaca-, han celebrado las liturgias de Semana Santa y han proclamado que Cristo ha resucitado.
"Se necesita un enorme valor para estar al borde de una tumba abierta, rodeado por las ruinas de casi seis meses de bombardeos, ataques militares implacables y la realidad de tanta muerte, destrucción y desesperación humana, la sombra del hambre y la enfermedad, y gritar: «¡Ha resucitado! Su tumba vacía atestigua el fin del reino de la muerte». Es desde ahí donde también nosotros debemos fortalecer nuestra esperanza de que las tinieblas darán paso a la vida, de que la muerte será vencida, de que llegarán la justicia y la paz", alentó padre David Neuhaus.
El mártir más reciente de la Iglesia
El padre William Banda, de la Sociedad de San Patricio para las Misiones Extranjeras (Kiltegan Fathers), misionero en Sudáfrica es uno de los mártires más recientes de la Iglesia. Según los testimonios recogidos, poco antes de las 7.45 de la mañana del 13 de marzo de 2024, el padre Banda dirigía la oración previa a la misa de las 8. Los fieles presentes vieron entrar en la iglesia catedral de Tzaneen a una persona que nunca habían visto; un hombre africano muy bien vestido, que inmediatamente se dirigió hacia el sacerdote y se sentó a su lado.
Según informa el medio local, Far North Bulletin, cuando el padre Banda terminó de rezar el rosario, se dirigió a la sacristía para prepararse a celebrar la misa de la mañana. El desconocido flanqueó al sacerdote, escoltándole hasta la sacristía. Cuando el sacerdote estaba a punto de entrar, el asesino sacó una pistola del bolsillo y disparó al padre Banda en la nuca.
El asesino se dirigió hacia la salida de la iglesia, pero una vez en el umbral, regresó y se acercó al cuerpo del sacerdote, disparándole un segundo tiro en la nuca. Una vez fuera de la iglesia, los testigos informan de que el asesino saltó a un coche que le esperaba y huyó a toda velocidad.
El asesinato del sacerdote católico se produce después del de tres monjes ortodoxos el día anterior, 12 de marzo, en el monasterio de St. Mark y St. Bishop Samuel the Confessor, en Cullinan, a unos 30 km al este de Pretoria.