Señala el fundador del movimiento católico Hakuna que una de las claves de su éxito es que tienen prohibido contar números. Pero a nadie se le escapa que son abrumadores. Miles de conversiones, especialmente de jóvenes, en los últimos años con las Horas Santas como experiencia central. Y, además, un grupo de música con canciones cristianas cuyo último hito llega este 6 de enero: lleno en el Wizink Center, con un sold out de récord —16.000 entradas vendidas en cuestión de horas— en un auditorio al alcance de muy pocos artistas.
¿Cómo se explica este fenómeno? En ECCLESIA nos hemos acercado al centro neurálgico de la vida de Hakuna, su estudio en Las Rozas, para tratar de responder a esta pregunta. La respuesta: la alegría nueva que genera el encuentro con Cristo vivo.
Una parte fundamental del carisma de Hakuna son las Horas Santas, ¿Cuál es el secreto para que tantos jóvenes que no habían ido nunca a Misa, muy alejados de la Iglesia, se conviertan a partir de ellas?
Ese es el misterio. Se pone de manifiesto el poder de la Hostia. Lo que ocurre en las Horas Santas no tiene explicación humana, la única explicación es que ahí hay un poder, que Cristo está vivo. En ese clima de silencio, de oscuridad, acompañado por el Evangelio, de alguna canción, es muy fácil que el hombre habrá una fisura. Y por esa fisura Cristo entra y arrasa.
Te cuento el caso de una mujer que llegó de Tailanda. No era católica, ni siquiera sabía quiénes eran los cristianos. Su marido era protestante. Como no tenían nada que hacer, durante su estancia, fueron con un compañero a una Hora Santa. Era la primera vez que entraba en una Iglesia y se llenó de paz. La semana siguiente volvió. Siguió todo el proceso sin entender nada. Al cabo de unos meses le pregunté: «¿Quieres que te expliquemos algo del cristianismo?» Y dijo: «No quiero que nadie me explique nada, quiero seguir viviendo este proceso de relación directa, porque en cuanto metes la razón seguramente todo quedará condicionado. Prefiero seguir viviendo y cuando termine el proceso saber qué es lo que pasa». Dos meses después, pidió la explicación. Se bautizó e hizo la comunión. Su marido, el pastor protestante, volvió a la Iglesia y ahora se han casado —no lo estaban—. ¿Qué explicación tiene eso? Una persona de buena voluntad se pone delante de Dios y Dios la invade. Había hecho retiros budistas, había hecho de todo, pero decía que nunca había sentido la trascendencia que la abraza, que la sana, que le da paz y que la ama. Como ese caso hay mil.
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