Existen dos tradiciones al respecto. La más antigua dice que María fue asunta al Cielo en Jerusalén y la más reciente en Éfeso. La mayoría de los teólogos considera que la primera tradición tiene más credibilidad.
Entre las tradiciones de Jerusalén los relatos provienen de algunos escritos apócrifos conocidos genéricamente como Transitus Virginis, "el paso de la Virgen", o Dormitio Mariae, "la dormición de María". Hay que recordar que la expresión "dormirse" en las Escrituras y otros escritos suele significar "morir".
Según estos escritos, cuando Nuestra Señora se acercaba al final de su vida, los apóstoles se reunieron en torno a su lecho, y Nuestro Señor mismo bajó y se llevó su alma al Cielo. Después, los apóstoles depositaron su cuerpo en una tumba y, tres días más tarde, Nuestro Señor regresó y se llevó su cuerpo para reunirlo con su alma en el Cielo.
Encontramos ecos de estas tradiciones en varios Padres de la Iglesia.
San Gregorio de Tours, muerto en 594, es el primer Padre occidental que escribe sobre la Asunción. Transmite la información que recibió de un texto griego apócrifo, que conoció en una traducción latina del siglo V. En él se describe cómo los apóstoles estaban con Nuestra Señora cuando Nuestro Señor vino con sus ángeles y se llevó su alma, entregándosela al Arcángel Miguel. Al amanecer, los apóstoles levantaron su cuerpo y lo depositaron en un sepulcro, y lo velaron hasta que Nuestro Señor vino y ordenó que lo llevaran al Cielo.
San Juan Damasceno, que murió en Jerusalén a mediados del siglo VIII, escribe en un sentido similar. Dice que María murió en el Cenáculo, después de lo cual los apóstoles prepararon su cuerpo para la sepultura y lo llevaron a hombros en procesión desde el monte Sión hasta el huerto de Getsemaní, acompañados por los ángeles y por toda la Iglesia.
Hoy en día hay dos iglesias en Jerusalén que conmemoran estos acontecimientos. La Basílica de la Dormición de María, donde se cree que murió la Virgen, está situada junto al Cenáculo del Monte Sión, una colina en el extremo suroeste de Jerusalén, justo fuera de las murallas de la Ciudad Vieja.
En la segunda mitad del siglo IV se construyó allí una basílica llamada Santa Sión, considerada la madre de todas las iglesias. Incluía el Cenáculo, o Sala Superior, y también el lugar del "tránsito de Nuestra Señora".
La Basílica fue destruida y reconstruida varias veces en los siglos siguientes, hasta que sólo quedó en pie el Cenáculo propiamente dicho, donde se encuentra hoy. La actual Basílica de la Dormición fue construida junto al Cenáculo, a partir de 1910, por el emperador alemán Guillermo II, que también construyó junto a ella una abadía benedictina. La Basílica es de planta circular y tiene en su piso superior la iglesia principal, coronada por una gran cúpula adornada con bellos mosaicos. El santuario está en un ábside con una media cúpula encima, y tiene un mosaico de la Virgen con el Niño Jesús en brazos. En el piso inferior hay una cripta con una estatua de la Virgen, tumbada como dormida, bajo una cúpula sostenida por pilares.
La otra iglesia, donde se cree que fue depositado el cuerpo de la Virgen antes de ser asunta al cielo, es la Basílica de la Tumba de María, justo al norte del Huerto de Getsemaní, al otro lado del valle del Cedrón desde Jerusalén. Está a unos 25 minutos a pie del Cenáculo. Es llamada Iglesia de la Asunción por los ortodoxos griegos y otras iglesias ortodoxas que tienen ciertos derechos sobre ella. La tumba de esta basílica se encuentra dos largos tramos de escaleras por debajo del nivel actual de la calle, debido a que el cauce del río Cedrón se ha elevado considerablemente a lo largo de los siglos y también a que el edificio actual era probablemente la cripta de la basílica anterior, construida en el siglo IV o V.
Excavaciones arqueológicas realizadas en la década de 1970 en la Basílica de la Tumba de María revelaron que la tumba donde se depositó el cuerpo de la Virgen formaba parte de un entierro del siglo I. El foco central de la basílica es una pequeña capilla sobre el lugar donde, según la tradición, la tumba de Nuestra Señora fue excavada en la roca.
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