Hermanos Franciscanos de la Renovación: La luz de Cristo en las tinieblas del gueto

16 de septiembre de 2022

A finales de los años 80, el Bronx, era el peor barrio de Nueva York. Estaba abandonado por los servicios públicos y se hundía en la miseria, plagado de drogas, prostitución, asesinatos y violencia.

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A finales de los años 80, el Bronx, era el peor barrio de Nueva York. Estaba abandonado por los servicios públicos y se hundía en la miseria, plagado de drogas, prostitución, asesinatos y violencia. Fue aquí donde ocho frailes capuchinos fundaron su comunidad, pobre entre los pobres. Treinta años después, son más de 120, repartidas en unos 15 conventos de Estados Unidos, América Latina y Europa.

 

En la película Brother, la cámara de Arnaud Fournier Montgieux explora la vida cotidiana de ellos, para llevar a todos desde los bajos fondos hasta la luz. El hermano François, es uno de los protagonistas de esta película. Originario de Francia, se graduó en la École Centrale de París y comenzó una carrera como ingeniero ferroviario. Tras sus estudios, descubrió la vocación de convertirse en un "franciscano del Bronx". Había oído hablar vagamente de esta comunidad cuando era más joven. Cuando se acercaba su 30º cumpleaños, su decisión se hizo realidad. "Amo a los pobres, siempre he amado a los pobres, desde que era un niño”, dice el joven fraile que pasó la etapa formativa del postulantado en Harlem y el noviciado en el convento de Newark (Nueva Jersey, Estados Unidos).

 

 

Roberto es otro de los personajes protagónicos. Pasó 16 años tras los muros de una prisión de máxima seguridad: "Crecí como un asesino. Todo el mundo habla de segundas oportunidades o de paciencia, pero no hay ‘segunda oportunidad’. A nadie le importa, pero tú -le dice al hermano François- te preocupas y eso me conmueve..."

 

 

El apostolado en este gueto de los que nadie quiere es una labor comunitaria: "Nos ayudan muchas personas a las que llamamos nuestros ‘asociados’. Hombres, mujeres, adolescentes e incluso niños. Todos ellos desempeñan un papel, no sólo para darnos los alimentos y los bienes materiales que necesitamos para vivir, sino también para ayudar a los pobres. Preparamos el comedor social. Y allí habrá más de un centenar de personas. Les encanta la comida coreana”, comenta el fraile franciscano.

 

 

Piedad, fraternidad, humildad y mucho optimismo sellan el estilo de vida de estos extraordinarios hermanos. Pero además dominan a la perfección los códigos de la cultura en que se insertan. Por ello suelen practicar diversos deportes urbanos y graban regularmente vídeos de baloncesto callejero, hip-hop, slam o beatbox para llamar la atención del público sobre las causas que les son afines: la educación, la salud o la alimentación de los niños y los más desfavorecidos.

 

 

En la foto el hermano François sostiene en sus brazos al segundo hijo de Ryan, un exdrogadicto: "Un día el hermano François se acercó a mí, empezó a hablarme y se quitó una medalla milagrosa del cuello. Todavía la llevo hoy en día. La Virgen lo es todo para mí. Todas las gracias que me han sucedido se las debo a la Virgen. Le rezo todos los días. Es mi madre. ¡Es nuestra madre!”, exclama Ryan.

  

Hijos de San Francisco

 

 

Nacidos en 1987, los frailes franciscanos de la Renovación están en el linaje de los "Frailes Menores" fundados por el Poverello de Asís en 1210, la primera "orden mendicante" del mundo.

 

Fieles a la austeridad franciscana, la vida y el apostolado de los frailes están enraizados en los ideales y el espíritu de la reforma capuchina nacida a principios del siglo XVI: devoción a la Virgen María, imitación de San Francisco y Santa Clara de Asís, amor a la Iglesia y fidelidad al Santo Padre, pobreza material, trabajo manual, renuncia total a la propiedad y vida con los pobres.

 

Al servicio de los pobres

 

 

Comerciantes, ingenieros, raperos, los Franciscanos de la Renovación proceden de entornos muy diferentes. Se han comprometido a llevar una vida sencilla, sin riquezas, volcada hacia los demás. El padre Francis-Mary, superior del noviciado, confía a la cámara de Arnaud Fournier Montgieux que "un hombre tiene la capacidad de ser hermano de alguien que ha vivido tantos sinsabores. Este hombre necesitará a alguien que no sólo le escuche unos minutos y se vaya como si nada, sino que quiera quedarse con él y formar parte de su vida. Es un gran reto”.

 

Ayudan a cientos de familias en los barrios en los que se encuentran, organizan comedores sociales, distribuyen paquetes de alimentos, ofrecen bocadillos y café a los sin techo; rezan un momento con cada uno, bendicen, escuchan, ofrecen ayuda, tutoría, actividades deportivas, con una sonrisa en la cara, como pequeñas chispas de humanidad en la noche de la desesperación, la violencia y la pobreza.

 

Una vida anclada en Cristo

 

 

A estos frailes se les identifica también por sus túnicas marrones o grises, un largo delantal con un gorro puntiagudo, su larga barba, sus sandalias y su cinturón: una simple cuerda atada a la cintura. Lleva tres nudos en referencia a los tres votos que hacen al realizar la profesión religiosa: castidad, pobreza y obediencia.

 

Cinco veces al día, los hermanos se reúnen para rezar juntos en la capilla: meditación silenciosa, canto de los salmos, oraciones, alabanzas, misa, rosario, adoración del Santísimo Sacramento... Toda su acción se basa en la roca de la oración y la unión íntima con Dios.

 

 

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