El encuentro con padre Pío inició la conversión de un destacado masón italiano que combatía a la Iglesia

31 de diciembre de 2021

Cuando llegó al convento, el Padre Pío estaba conversando con un grupo de personas. Al verlo inmediatamente se separó y fue al encuentro del abogado, diciendo: "Pero ¿cómo? Has venido aquí, aunque eres masón".

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El "fraile de los estigmas" pasó la mayor parte de su tiempo en el confesionario. No tenía un canal de YouTube, ni videos en Tik Tok y tampoco era un conferencista itinerante. Oraba sin descanso y escuchaba las confesiones de quienes acudían en busca de consejo espiritual y la sanación por medio del sacramento de la reconciliación. Era un "médico" de almas.

 

En los años veinte y treinta estuvo en el confesionario hasta 19 horas al día. Más tarde, debido a su mala salud, tuvo que reducir esta actividad apostólica. Pero siempre que podía estaba allí, en ese pequeño confesionario, con una larga fila de personas esperando para confiarle sus dramas espirituales. Y casi siempre, cuando el penitente se levantaba para irse, sus ojos se llenaban de lágrimas, señal de que se había producido un gran cambio en su corazón.

 

 

Cada día, en el confesionario del Padre Pío, se producían milagros de conversión. Milagros portentosos, destinados a permanecer ocultos a los ojos del mundo. Pero, a veces, esas conversiones eran evidentes, públicas, vinculadas a personas muy conocidas, y entonces despertaban sorpresa, asombro, hacían hablar a la gente y a los periódicos.

 

Las conversiones aumentaron después de la aparición de los estigmas en el cuerpo del padre Pío. Estas heridas se convirtieron así en un signo catalizador que llevaba a la fe. Y en efecto, uno de los primeros casos de conversión que causó un gran revuelo, fue el del abogado Cesare Festa, primo del doctor Giorgio Festa, el médico que había estudiado los estigmas del padre Pío.

 

Cesare Festa, de Génova, era un destacado abogado, conocido en toda Liguria. Fue presidente de los ex combatientes italianos, alcalde de Arenzano y consejero de Vittorio Emanuele III. De joven, había ingresado en la Masonería, donde ostentaba un alto grado.

 

De temperamento intransigente y acérrimo, combatía a la Iglesia católica con todas sus fuerzas. Se reunía a menudo con su primo, el Dr. Festa, y este le hablaba de milagros... Un día el doctor Festa le dijo: "Ve a San Giovanni Rotondo y allí encontrarás pruebas de los milagros en los que no crees". El Masón Cesare aceptó la invitación, convencido de que era una gran oportunidad para desenmascarar a un sacerdote mitómano.

 

 

Cuando llegó al convento, el Padre Pío estaba conversando con un grupo de personas. Al verlo inmediatamente se separó y fue al encuentro del abogado, diciendo: "Pero ¿cómo? Has venido aquí, aunque eres masón".

 

"Sí", respondió desconcertado Cesare Festa.

 

"¿Y cuál es su misión en la masonería?", continuó el Padre Pío.

 

"La de luchar contra la Iglesia", dijo el abogado en voz baja.

 

El Padre Pío le cogió de la mano, le sonrió, se alejaron y hablaron durante mucho tiempo cara a cara. Una hora después, Cesare Festa había cambiado. Se arrodilló y pidió ser confesado. “No”, dijo el Padre Pío, "es prematuro. El Señor te hará saber el momento más oportuno", añadió.

 

Cuando regresó a Génova, Cesare escribió a su primo, el médico diciéndole: "Gracias, me has abierto un camino que voy a seguir. No puedo decirte nada por escrito. Sólo te digo que vuelvo con una profunda dulzura en el alma, deseosa de silencio, para que nada perturbe mi espíritu. Lo que he escuchado y pude ver es, sin lugar a duda, algo que está por sobre lo normal".

 

Una semana después estaba de vuelta en San Giovanni Rotondo. Ya no podía vivir lejos del Padre Pío. Pero, por sugerencia del santo de los estigmas, se fue en peregrinación a Lourdes. La noticia causó tal sensación que 'Avanti!’ publicó un artículo titulando en letras grandes: “Un francmasón va a Lourdes”.

 

La Logia, de la que Cesare Festa era su líder, entró en crisis. Se convocó una reunión secreta para expulsarlo. El abogado pidió asistir y en esa reunión hizo su abjuración, declarando con valentía frente a los que habían sido sus "hermanos" en la lucha contra la religión, que había encontrado la fe. Y desde ese momento, el famoso abogado Cesare Festa fue un combativo apóstol de la Fe y e hijo espiritual del Padre Pío.

 

 

 

Fuente: Renzo Allegri, I miracoli di padre Pio, pp. 208-210

 

 

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