Un exorcista explica por qué el diablo odia tanto las campanas

08 de octubre de 2021

“El diablo odia todo lo bello y las campanas se utilizan específicamente para llamar la atención sobre el culto divino a Dios”.

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"El diablo odia todo lo que es bello y las campanas se utilizan específicamente para llamar la atención sobre el culto divino a Dios. Los demonios odian las campanas, que utilizo siempre en las sesiones (de exorcismo)", dijo un sacerdote norteamericano que utiliza el seudónimo de 'Father Theophilus´, según informa la periodista Patti Armstrong en una crónica publicada por el National Catholic Register.

 

El rito del exorcismo utiliza oraciones y agua bendita, pero el padre Theophilus -señala el digital- también utiliza otras muchas herramientas en la lucha contra el mal; como música, cantos, arte sacro, un equipo de guerreros que oran, agua bendita y campanas bendecidas. Son ellas lograr aplastar al demonio.

 

campana

 

"¿Por qué campanas?", le interpeló la periodista del National Catholic Register.

 

"Satanás siempre nos está atacando a través de nuestros sentidos", responde padre Theophilus. "Por eso la propia liturgia tiene que ser un asalto sagrado a nuestros sentidos: nuestra vista, nuestro tacto, nuestros olores y nuestro oído. Nosotros rezamos como Iglesia con todas estas cosas sensuales, porque la Iglesia ha aprendido a lo largo de milenios que esto es lo que repele al enemigo".

 

El padre Theophilus utiliza las campanas de mano del altar o del sanctus. "Cuando se usan estas campanas consagradas en la misa es para decir: ¡Miradle, el Verbo hecho carne!", dijo. "La campana humilla al diablo porque es un objeto no racional que está haciendo aquello para lo que fueron hechas. Ellos no quieren adorar a Dios".

 

Otra razón por la que el diablo odia las campanas es porque odian todo lo bello y santo, según el padre Theophilus. "Nos conmueve la belleza", dijo. "Nos conmueve el alma: la música hermosa, las oraciones hermosas, las flores, los tonos hermosos... el diablo odia todo lo hermoso y las campanas se utilizan específicamente para llamar la atención sobre el culto divino a Dios".

 

Es costumbre bendecir todo lo que interviene en la liturgia y bendecir también las campanas de la iglesia, dijo el padre Theophilus. "Las bendiciones hacen que las cosas sean santas, apartadas para Dios. Todo en la liturgia tiene que ser apartado para Dios".

 

Al igual que las campanas del sanctus dan gloria a Dios, también lo hace el toque de las campanas de la iglesia, tanto si la iglesia tiene una antigua campana de hierro fundido como una grabación electrónica, explicó el padre Theophilus. Ambos pueden ser bendecidos. "Tradicionalmente, las campanas de las iglesias nos llamaban a la oración. Hoy, si tienes una aplicación del Ángelus en tu teléfono, una campana sonará para avisarte".

 

El Ángelus es una oración católica que tiene su origen en una costumbre monástica del siglo XI. Las campanas de las iglesias llamaban a la gente a las 6 de la mañana, a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde para rezar el Ángelus, que en latín significa "ángel". La gente dejaba lo que estaba haciendo, se arrodillaba y rezaba. El Ángelus conmemora la Encarnación, cuando el Ángel Gabriel declaró a la Virgen María, y ella respondió: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

 

 

Fuente: National Catholic Register

 

 

El poder de las campanas y de sus sonidos que establece el Ritual Romano

 

 

El Ritual Romano ofrece una solemne bendición para las campanas de iglesia, cuyo texto enseña la importancia espiritual y el poder sacramental de las campanas (y su sonido) así bendecidas. Dice el celebrante:

 

Dios, que decretaste por medio del santo Moisés, tu siervo y legislador, que se crearan e hicieran sonar trompetas de plata en el momento del sacrificio, para recordar al pueblo a través de sus claros tonos que se preparen para tu adoración y se reúnan para su celebración. Concédenos, te imploramos, que esta campana, destinada para tu santa Iglesia, sea santificada por el Espíritu Santo a través de nuestro humilde ministerio, de forma que cuando repique y taña, los fieles sean invitados a la casa de Dios y a la recompensa eterna. Que la fe y la piedad del pueblo crezcan cada vez más fuertes siempre que escuche su melodioso repique. Que su sonido aleje a todo espíritu maligno; se desvanezcan trueno y rayo, granizo y tormenta; que el poder de tu mano someta a los malignos poderes del aire, que tiemblen con el sonido de esta campana y huyan acto seguido ante la visión de la santa cruz grabada en ella. Nuestro Señor nos conceda esto, Él que venció a la muerte en la cruz y que ahora reina en la gloria de Dios Padre, en la unidad del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

 

La bendición concluye con una oración final que establece la impronta espiritual que comunican las campanas así bendecidas y sus sonidos:

 

Oh, Cristo, todopoderoso gobernante, como una vez calmaste la tormenta en el mar al despertar en la barca del sueño de tu naturaleza humana, así acudas ahora con tu benigna ayuda a las necesidades de tu pueblo, y derrames sobre esta campana el rocío del Espíritu Santo. Siempre que suene, huya el enemigo del bien, que el pueblo cristiano escuche la llamada a la fe, que aterrorice al imperio de Satán, que tu pueblo se fortalezca al ser llamado a unirse al Señor y que el Espíritu Santo esté con los fieles igual que se deleitaba de estar con David cuando tocaba su arpa. Y al igual que una vez el trueno en el aire ahuyentó una horda de enemigos, cuando Samuel sacrificaba un cordero lactante como holocausto al Rey eterno, así cuando el repique de esta campana resuene en las nubes traiga una legión de ángeles que vigile la asamblea de tu Iglesia, los primeros frutos de los fieles y aspiren a tu protección eterna en su cuerpo y espíritu. Pedimos esto a través de ti, Señor Jesucristo, que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.

 

 

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