Halloween es para muchos un gran negocio y no sólo de dinero. Millones de dólares que genera una estudiada publicidad para explotar emociones y sensibilidades de niños o adultos, quienes consumen productos vinculados a la fecha, movilizando a que otros participen de una festividad cuya identidad real fue y es hasta nuestros días un signo de la liturgia satánica.
El año 2013 Portaluz recogía las declaraciones de Blanche Barton, líder de la denominada “Iglesia de Satán”, quien nos señalaba sin rodeos que "Halloween es la fiesta más importante dentro de la Iglesia de Satán". El año pasado nuestro periódico digital dio cuenta en su edición semanal del 31 de octubre de la denuncia de un psiquiatra que testimoniaba: "En Halloween los satanistas se consagran a Satanás".
Este año es el exorcista italiano, padre Aldo Buonaiuto, sacerdote coordinador del servicio anti-sectas de la Comunidad Papa Juan XXIII fundada por Don Oreste Benzi, quien advierte a los católicos que Halloween no es una inocua festividad, sino "El truco del diablo"… frase que utiliza también como título de su último libro (ediciones Siempre Comunicaciones). Desde el portal italiano Interris que dirige, padre Aldo nos da los argumentos de esa afirmación.
Padre Aldo ¿por qué un sacerdote escribe acerca de Halloween?
Es un libro para informar, educar y prevenir los peligros, un apoyo para padres, educadores, catequistas y sacerdotes, así como para los chicos, de manera que exista conciencia sobre los significados de los símbolos satánicos y del ocultismo en este carnaval del horror; que no deben ser trivializados. Quienes piensan que el fenómeno se trata únicamente de aspectos divertidos y de moda, de máscaras y tiempo libre, deberían saber que detrás de este pseudo-carnaval, se esconde el mundo oscuro del ocultismo y del satanismo. Se trata de una celebración mágica-esotérica y es una oportunidad que utilizan las sectas para atraer a sus víctimas.
¿Cuáles son los significados ocultos?
La expresión tradicional: ‘Dulce o Truco’ esconde algo mucho más serio y preocupante de lo que se ve en las apariencias. El trick or treat deriva del antiguo culto pagano de los druidas, quienes ante el altar pedían ‘Maldición o Sacrificio'. Era la obligación de ofrecer regalos a los sacerdotes del dios de la muerte, para evitar las venganzas del más allá, enseñaban. Hoy, a través de esta conocida moda festiva, se difunde el placer por el horror como normal, la seducción de lo macabro, la atracción por la muerte más que por la vida. Se está profanando el significado de la muerte. Como escribí en el libro, el truco del diablo es un dulce mortal para el alma. En Halloween, los jóvenes (figurativamente) inician el adorar a monstruos que gotean sangre, muertos que vagan en la tierra sin paz, y cometen sacrilegios en forma de juego. Mientras que los siervos del príncipe del mal, realizan crímenes terribles como homicidios -incluso de recién nacidos-, violencias físicas y morales. Los cristianos no pueden ser cómplices, ni siquiera indirectos, de esta operación comercial de rasgos neo-paganos y anticristianos.
Ciertamente está el aspecto del negocio. Una operación perfectamente llevada al éxito, gracias a la publicidad y los medios de comunicación serviles a intereses de las multinacionales, que se doblegan a difundir para vender productos. Gracias a Internet y la globalización, se ha convertido en uno de los eventos de masa más seguidos, sobre todo por los jóvenes. En Europa, los ingresos de la “Noche de brujas” superan los 400 millones de Euro. Pero no es este el aspecto principal. Para los satanistas Halloween es como celebrar el cumpleaños al príncipe del mal. (Por ello) practican ritos tenebrosos y cometen delitos. Pero incluso si esto no se llevara a cabo, y de hecho, prevaleciera el interés económico, sería de todas formas pretender la victoria de las riquezas sobre Dios. Es un fenómeno dañino en el plano social, antropológico y cultural: una propuesta de valores negativos, vinculados a una visión materialista y utilitarista de la vida y el placer. Además profana la fiesta cristiana del culto a los Santos, que celebra la devoción de hombres y mujeres que han tratado de imitar el ejemplo perfecto de Jesús en el amor al prójimo y el respeto a los mandamientos divinos.
¿Qué valores de la tradición cristiana se intenta opacar?
Para muchos, el Halloween significa ventanas decoradas alegremente, máscaras y monstruos humanos. Pero es algo mucho más peligroso que un simple evento folclórico. Es un fenómeno anti-cristiano, que oscurece nuestra tradición litúrgica. Exalta una “cultura de la muerte”, muestra del horror y lo macabro. Rostros deformados, ensangrentados, toman el lugar de las caras resplandeciente de los santos. Los Zombies, muertos que deambulan sin paz, atrapados entre dos mundos, el de los vivos y de los muertos, sustituye a los queridos familiares y amigos, personas verdaderas, que nos han precedido en el más allá y esperan la Resurrección. Hago un llamado por lo tanto, a los catequistas, a los sacerdotes, a los maestros de religión: ¡debemos comprometernos a celebrar adecuadamente a nuestros Santos! Hagamos conocer a los chicos el hermoso rostro de los héroes de Dios.
¿Cómo celebrar dignamente el primero y el segundo de noviembre, entonces?
En la alegría de la liturgia cristiana, con ceremonias de preparación a la fiesta de Todos los Santos… rezar juntos como una familia, rezar el rosario, participar en la Santa Misa, redescubrir las vidas ejemplares de los Santos y el amor triunfante de Dios; experimentando activamente la celebración eucarística y visitando a los seres queridos en el cementerio. ¿Qué evento mejor que el leer juntos y meditar la vida de los Santos, contemplando el rostro resplandeciente de Jesús? En vez de las caras monstruosas de esqueletos, zombies, almas condenadas que no exorcizan la muerte sino que la exaltan mediante el patrocinio del dolor, el sufrimiento, la ansiedad, la violencia, la muerte. No necesitamos máscaras feas y horribles, sino testigos del Amor de Dios, de la belleza, de la Verdad.