Fredrik Hansen, converso de la fe luterana al catolicismo y novel obispo de Oslo, en Noruega
Monseñor Hansen, un ex diplomático del Vaticano y profesor de seminario de 46 años, sucedió al obispo Bernt Eidsvig, quien dirigió la diócesis durante dos décadas transformadoras en las que la población católica se expandió dramáticamente, impulsada por la inmigración.
El viaje de Hansen hacia el liderazgo de la diócesis de Oslo ha dado muchos giros sorprendentes. Hasta los 20 años fue luterano de la alta iglesia. Tras su ingreso a la Iglesia Católica Dios lo llevaría al sacerdocio.
Su ordenación en 2007, a la edad de 27 años, inició un viaje que lo llevó a algunas de las grandes ciudades del mundo, incluidas Londres, Roma, Viena y Nueva York. En noviembre de 2024, cuando el Papa Francisco lo nombró obispo coadjutor de Oslo, se desempeñaba como profesor en el Seminario y Universidad de St. Mary en Baltimore.
El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, viajó a Oslo en enero de 2025 para presidir la ordenación episcopal de Hansen, una notable muestra de estima.
Eligió como lema episcopal "Lex tua veritas" ("Tu ley es la verdad") del Salmo 118 y en una reciente conversación con The Pillar confidencia cómo fue que tomó la decisión de convertirse en católico...
"Tenía 20 años. Era un miembro activo y comprometido de la Iglesia Luterana de Noruega durante mis últimos años de escuela secundaria y seguí de cerca los muchos debates divisivos entre los luteranos en Noruega en ese momento. Los desacuerdos sobre la comunión eucarística y el papel de los obispos en esa iglesia, y los únicos servicios eucarísticos ocasionales celebrados en mi parroquia me llevaron a cuestionar mi pertenencia a la entonces Iglesia estatal de Noruega.
Siendo un lector bastante ávido y un 'luterano de la alta iglesia' que se había movido hacia la transubstanciación y una comprensión más apostólica de la Iglesia, busqué la parroquia católica local y la instrucción en la fe. El resto, como dicen, es historia".
Ocho años después de su conversión se abrió a la gracia de Dios que lo llamaba al sacerdocio, vocación que abrazó con fuerza, dice, sin mirar atrás... "Una vez que sentí el llamado al sacerdocio católico (algo que ocurrió casi tan pronto como decidí buscar la plena comunión), no ha habido dudas de hacia dónde iría mi vida. Ni he 'luchado' contra mi vocación, ni me he arrepentido de ofrecer mi vida a Dios. Encontré la perla de gran precio en una vida dedicada a la Iglesia".