El joven Ángel Álvarez creció en un "ateísmo práctico", pero Dios lo quería sacerdote
Ángel David creció en una familia numerosa: cinco hermanos y unos padres que, como él mismo dice, eran creyentes, pero vivían un ateísmo práctico. «No contemplábamos a Dios en la vida cotidiana y mucho menos ir a Misa», comenta.
Todo cambió cuando decidieron acercarse de nuevo a la fe, recibir los sacramentos y sus padres se casaron por la Iglesia. «Ahora mis papás están comprometidos con la evangelización», cuenta con gratitud. Aquella transformación familiar fue también el terreno fértil donde germinó su vocación.
El momento que sintió la vocación
Su primer contacto serio con la fe fue prepararse para la Primera Comunión. Lo que comenzó como una tradición, pronto se convirtió en una llamada interior. «Dios tenía otros planes para mí», dice sonriendo. Ser monaguillo le permitió vivir de cerca la liturgia, y en el silencio de una Misa comprendió que su vida no le pertenecía solo a él.
«El momento especial fue durante una Santa Misa -recuerda-. El sacerdote tenía unas cincuenta personas para confesar, y pensé que era imposible que alcanzara a todos. Me pregunté si algún día podría ser yo quien ofreciera el perdón de Dios... y en ese instante, Él plantó la semilla de mi vocación», expresa con serenidad.
Tabasco, tierra de fe que se enfrenta al secularismo
Su diócesis de origen, Tabasco, situada al sureste de México, es una tierra cálida no solo por su clima, sino también por la fe de su pueblo. Con alrededor de un millón y medio de habitantes, un 64 % se declara católico. Cuenta con 250 sacerdotes y 120 parroquias.
Sin embargo, como muchas otras regiones, se enfrenta a desafíos crecientes. «El mayor reto es el secularismo y el materialismo en los jóvenes -explica Ángel David-. Ese materialismo lleva a la falta de compromiso en la Iglesia. Además, el aumento de diversas religiones y sectas ha hecho que el catolicismo esté un poco a la baja».
Devoción a la Virgen de Guadalupe
A pesar de la creciente secularización, Tabasco es una diócesis viva, marcada por la alegría y la hospitalidad de su gente. Sus comunidades rurales conservan tradiciones profundamente cristianas, aun cuando la modernidad y la globalización han traído consigo la indiferencia religiosa.
Aun así, la devoción popular, especialmente a la Virgen de Guadalupe, sigue siendo un foco de esperanza. «La Guadalupana en México se ve como una madre amorosa que siempre nos cuida y que intercede ante Dios por nosotros -afirma el joven seminarista-. El 12 de diciembre, festividad de nuestra patrona, incluso personas de otras religiones o ateas se acercan a rezar un rosario ante ella. Parece una broma, pero es cierto», manifiesta con emoción.
Un hecho que le sorprendió de España
Al llegar a España pensó que éste también era un país con gran devoción mariana. No se equivocó, aunque, por otro lado, le chocó alguna cosa que no esperaba. «Me sorprendió mucho observar por ejemplo que un día, en una Santa Misa, solo hubiera tres personas», confiesa.
Sin embargo, le ha llamado mucho la atención que los pocos jóvenes y adolescentes españoles que participan en la Misa dominical están muy comprometidos con su fe.
Evangelizar en la sociedad actual
Cuando se le pregunta cómo evangelizar hoy, su respuesta es clara: «no se trata de mostrar un Dios justiciero o castigador, sino al verdadero Padre Misericordioso, lleno de amor, que siempre nos perdona y nos busca».
En sus palabras resuena la cercanía pastoral que sueña para los sacerdotes del siglo XXI: «El sacerdote de este tiempo debe ser sano, sabio y santo. Sabiendo vivir en el mundo, pero sin ser de él. Y también debe aprender a usar las redes sociales como puente de evangelización, aunque con cuidado para no aislarse ni caer en la desinformación».
Ángel David Álvarez Ramírez, joven tabasqueño que cursa el tercer año de bachillerato en Teología y que, desde el corazón de Navarra, se prepara para volver algún día a su tierra como sacerdote.
Fuente: Fundación CARF Marta Santín, periodista especializada en religión.