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Aunque seas atea y llena de miedos... puedes ser elegida

Provenía de una familia sin fe, sus primeros años gozó en discotecas y de autonomía. Pero como dijera el pronto santo Juan Pablo II, el Amor es más fuerte

por Equipo Portaluz

10 Octubre de 2013

Nacida en una familia no religiosa de la República Checa Zdenka María Turková recuerda en el programa de televisión “Cambio de Agujas” que su infancia estuvo sumida en el comunismo puro y duro. “Mis padres jamás nos hablaban de Dios. Por supuesto que en el colegio tampoco se le nombraba, ni en las conversaciones, ni en la tele, nada... Todavía recuerdo el ambiente de opresión y de miedo que reinaba en ese tiempo”.

Las únicas veces que oía de Cristo era gracias a su abuela. “Todo lo que sufrió por nosotros, parecía sacado de un cuento”. En tanto, República Checa vive la caída del régimen comunista. “Lo cual, para mi familia, supuso un gran alivio, aunque mis padres seguían sin fe. Seguramente esto fue dado por su educación laicista”, agrega Zdenka.

Cuando cumplió los 15 años, surgieron sus deseos de locura y desenfreno. “Una de mis amigas me invitó a ir por primera vez a una discoteca. Fui y algo cambió en mí. Antes tampoco es que fuera una joven modelo, ni mucho menos, pero conservaba una cierta inocencia. Pero después de ir semanalmente a estos locales, cambió mi manera de pensar, de vestir, de ser y de relacionarse con los demás. Las discotecas los sábados se convirtieron en el centro de mi vida”.

La universidad, el ateísmo y una cruz

“Aunque me formé en un instituto católico, el profesor de religión -señala- terminó por desanimar más mi visión de la vida. Entonces, todas esas cosas llevaron a declararme abiertamente atea estando en la universidad. Ya no tenía dudas, Dios no existía, ¿para qué iba a perder tiempo? La Iglesia Católica es una patraña”.

Luego tuvo un novio con quien potenció su lejanía de la fe, pero precisa que hubo un detalle...“Yo tenía una pequeña cruz de oro y ¡vaya qué contradicción! Siempre decía que era atea, pero esa cruz no me la quitaba, porque sentía que parecía protegerme. Es rarísimo explicarlo”.

Mientras estudiaba para ser profesora de idiomas obtuvo una beca y se trasladó a España, para perfeccionarse en la ciudad de Santander. “En una de las primeras clases conocí a la que es ahora la Hermana Sara, que en ese momento era candidata a la vida religiosa. Hablamos algo sobre estudios y luego ella vio que yo llevaba mi pequeña cruz de oro”.

Sin buscarlo, esa figura de Cristo crucificado se convirtió en la puerta de entrada a una transformación en la vida de Zdenka. “La hermana Sara me preguntó: «¿Eres católica?». Yo, queriendo negarlo y que no tenía interés en serlo, terminé por decir «No, pero estoy buscando». Simplemente me salió de adentro. Era el Señor, creo, quien iba haciéndose más y más presente en mi vida aunque todavía no caía en la cuenta”.

El signo de un cambio

Zdenka cuenta que su proceso vino de la mano con la lectura de un libro llamado “Para Salvarte” del sacerdote jesuita español Jorge Loring. “Leyéndolo muy poco a poco, intenté reflexionar y absorber todo lo que tenía... ¡Empecé a creer en Dios! A descubrir en mí, un deseo cada vez más grande de conocer a este gran Misterio, conocer la Verdad, no miles de verdades, sino la única Verdad”.

Más tarde, conocí a la comunidad de las Siervas del Hogar de la Madre y a su fundador, el padre Rafael Alonso. “Conocerlos significó una apertura de un mundo nuevo, un mundo mucho más sencillo, lleno de amor, del que había conocido hasta entonces”. Luego, la amistad con otras religiosas sirvió para que cimentara su fe e iniciara sus sacramentos. “Fue un proceso más o menos rápido, los conocí en octubre, en diciembre pedí el bautismo y empecé a tener catequesis intensiva”

Miedos derrotados

Pero este Dios que descubría lo pedía todo y la joven resistía cuanto le era posible. “Por un lado, Dios me atraía muchísimo, descubría cosas antes desconocidas que llenaban hasta lo más hondo de mi alma, sentía que Dios me llamaba a la vida cristiana de verdad y que allí encontraría más felicidad. Pero tenía mucho apego a mi vida de antes, mis vicios, mis comodidades, mis independencias, en fin, no estaba todavía dispuesta a dejar tantas cosas por Dios. Y tenía miedo, mucho miedo. Quizá de lo desconocido, de lo que Dios pudiera pedir”.

Unos pocos días antes de bautizarse, decidió no hacerlo, “porque no estaba dispuesta a vivir según los diez mandamientos”, dice. Pero el amor de Dios terminó siendo más fuerte que el deseo humano. “Las Siervas, unos días antes, me habían invitado a una peregrinación a Roma, y no podía negarme, por compromiso; tuve que ir pero con la disposición de olvidarme de Dios y de todo cuando regresase. El último día, entramos en una iglesia, nos arrodillamos, y yo, que ni siquiera sabía rezar, sentí en el corazón que tenía hambre y sed de Dios, que no podía vivir sin Él”.

Salió de la iglesia con esquemas completamente cambiados, sólo deseando bautizarse y vivir la vida cristiana en serio. Así es como el 10 de abril del año 2004, recibe su sacramento y convencida de hacer lo que Dios quisiera. “Aunque todavía no había sentido la llamada a la vida religiosa decidí entregar un año de mi vida, estando cerca de las hermanas y trabajando junto a la congregación”.

Enamorada esposa de Cristo

Apoyada en la gracia del Señor, dice, terminó con su novio en República Checa y retornó a España. “Unos dos meses después, de repente, en la oración sentí con fuerza que el Señor me amaba, pero no como antes, sino como si yo fuese para Él, sólo para Él y Él para mí. Era como si hubiese cogido su manto y me hubiera escondido debajo de Él para convertirme en posesión suya. Aquel día me hubiera gustado decirle que no quería, pero no me atrevía, era consciente de que Él era Dios”.

Finalmente cumplió sus votos perpetuos el 8 de diciembre del 2012. Hoy, con 32 años, se declara “más enamorada que nunca. Tengo la absoluta certeza que sigue siendo Él quien va llevando mi vida, a veces suavemente, que casi ni se nota, y otras veces con fuerza, cambiando de rumbo. Conocer a Dios es sin duda lo mejor que me ha pasado en la vida”.