El testigo que aquí comparte su experiencia -Grzegorz (Gregory) Czerwicki- es autor del libro "No estás condenado", que, como él mismo describe, es "la historia de un exconvicto que primero lo perdió todo: su familia, la libertad, casi pierde la vida, fue puesto tras las rejas durante 12 años, y luego, después de ser liberado de la cárcel... Lo ganó todo".
En esta entrevista, difundida por el portal polaco Misyjne, habla de cuán importante ha sido encontrar a Cristo en la Sagrada Escritura para su resurrección personal.
Su historia es la prueba de que la conversión es un proceso que puede ser exitoso incluso cuando requiere mucho esfuerzo y mucho tiempo. Pero ¿es la conversión un proceso que termina un día?
La conversión es un proceso, un camino que dura hasta la muerte. En mi caso, este proceso lleva 14 años. El proceso de conversión ocurre todos los días, tiene lugar en mi corazón, en mi cabeza, pero en realidad todo se basa en construir relaciones. Mi conversión comenzó por impulso, este impulso era la Sagrada Escritura (…) Hay momentos mejores y a veces más difíciles, pero cada día es un proceso de transformación.
¿Así que no puedes señalar un momento en el que entraste en el camino de la conversión?
Es difícil señalar un momento particular, pero la entrada consciente en el proceso de conversión estuvo relacionada con la lectura de la Sagrada Escritura. Jesús de Nazaret me demostró que yo valía algo. Él me mostró el camino, por el que poco a poco empecé a entrar y que empecé a conocer.
¿Había más alegría y fascinación por esta nueva etapa de la vida o más miedos y ansiedades?
A veces pensaba que era imposible, que no funcionaría. En esos momentos me gustaba volver al fragmento del Evangelio donde el paralítico es llevado a Jesús por sus amigos. Su conversión comenzó gracias a otro hombre, gracias a la ayuda de sus amigos. Fueron ellos quienes lo llevaron a Jesús y allí comenzó su relación con Cristo. Gracias a esto, llegó la curación (…) Pero antes de que llegara la curación, primero estaba el perdón de los pecados. A mí me pasó lo mismo. Conocí a un amigo, un ateo, que me recomendó las Sagradas Escrituras.
¿Un ateo que recomienda las Sagradas Escrituras?
Así fue. Estando en una celda con diecisiete personas él sabía que yo buscaba esperanza, amistad y amor en la vida. Un día, me recomendó un libro que pensó hablaba de lo que yo estaba buscando. Resultó que era la Sagrada Escritura. Fue él quien puso en marcha todo el proceso que condujo a la conversión.
(…) A menudo me cuestionaba varias cosas sobre las que había leído en las Escrituras. Además, mis compañeros de celda no ayudaban. Al contrario, refutaban todo esto, decían que era un mito. Este proceso duró cuatro años. Más tarde me armé de valor para arrodillarme junto a la cama y orar. El proceso de conversión me mostró que puedo ser más valiente, porque alguien me acompaña en todo esto, no estoy solo. Ese alguien era, por supuesto, Jesús.
Gregory que en su infancia había recibido el bautismo y la Primera Comunión, fue creciendo en la fe al abrigo de los sacramentos y el acompañamiento espiritual, hasta recibir la Confirmación.
Hoy, que está libre y ha formado una familia, sigue acudiendo a las prisiones para acompañar a reclusos al encuentro con Dios. "Soy un exconvicto que cambió completamente su vida gracias a su conversión y hoy viajo a penitenciarías y centros de detención juvenil para compartir mi testimonio y dar esperanza a quienes se sienten derrotados", destaca en el portal web donde presenta su quehacer y que puedes acceder pulsando aquí.