Para Monseñor Oster democracia e Iglesia padecen un mismo mal: pérdida de la fe

29 de diciembre de 2017

"La descristianización y la pérdida de la fe también contribuyen a la inestabilidad de la democracia", señaló en parte de su entrevista.

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El obispo de Passau (Alemania), Stefan Oster, cuyo firme Magisterio lo ha enfrentado con ideólogos y activistas liberales de la Iglesia en Alemania desde que fuera ordenado el año 2014 (lea en Portaluz al respecto) ha puesto el acento nuevamente en las verdades del Evangelio, provocando inmediatas reacciones de adeptos y detractores.
 
Entrevistado por la radioemisora Deutschlandfunk de Köln (Colonia, Alemania) monseñor Oster, alertó respecto del daño que está provocando “la descristianización” de Europa. Cuestión que en su opinión “contribuye a la inestabilidad de la democracia”.
 
Entre las cualidades que destaca el medio alemán del obispo Oster se encuentra su capacidad para liderar una de las diócesis de mayor arraigo católico en Alemania y que -por su posición geográfica de frontera- ha liderado con éxito la acogida de inmigrantes, conteniendo las presiones de políticos y extremistas de ultraderecha. Pero al mismo tiempo Deutschlandfunk valora que el obispo sea un hombre tan sencillo, como para vivir en un departamento compartido, participando como uno más en las labores hogareñas.
 
El obispo de Passau es Máster en filosofía y doctor en Teología dogmática, pero es su coherencia de vida lo que ha ido dando credibilidad a su ministerio; el cual siempre transparenta además la raíz espiritual de su familia salesiana. “Mi padre religioso, Don Bosco, decía: «Nuestra política es la política del Padrenuestro y llevamos a la sociedad lo que tenemos»", señaló al iniciar su reflexión sobre el estado de la democracia en Europa.
 
Parece lógico que un obispo católico se identifique con los valores del Evangelio, desarrollo doctrinal de la Iglesia y vida de fe al proponer un modelo de civilización y convivencia social. Lo grave es que en Alemania los planteamientos de Oster son vistos como una novedad… “Creo no es una coincidencia que en la gran mayoría de los países donde funcionan las democracias se hayan precedidos de una cultura cristiana, una cultura que respeta la dignidad de la persona… Si experimentamos la pérdida de la fe en una escala amplia -como sucede ahora en nuestra sociedad- se rompe con estos fundamentos que nos sostienen… En otras palabras, la descristianización y la pérdida de la fe también contribuyen a la inestabilidad de la democracia”, señaló en parte de su entrevista el obispo de Passau.
 
Pero no se detuvo allí Monseñor Oster, pues reconoció que el impacto de esta descristianización toca también a la propia Iglesia. A principios de los años 60 -comenzó argumentando-, alrededor del 50 por ciento de los fieles católicos asistía regularmente a misa cada domingo. Y en ese momento -prosiguió recordando el obispo-, la Iglesia tenía alrededor de 100.000 trabajadores laicos en todas las áreas, incluyendo escuelas, obras de caridad, hospitales, clubes y otros.
 
Hoy en día –dice Oster-, con cerca de 23 ó 24 millones de católicos en Alemania, apenas si un diez por ciento de la gente asiste a los servicios religiosos. Y la misma iglesia tiene 700.000 trabajadores laicos. “Estos empleados son también hijos de una sociedad secularizada. Esto implica que si trabajan en Caritas, no significa automáticamente que sean profundamente religiosos. Y tenemos un área tan grande: Caritas es una empresa enorme. También hace un gran bien a la sociedad. Pero reclutar empleados no significa que sean automáticamente religiosos. Y entonces mi pregunta es la siguiente: ¿se diferencian de otras organizaciones de asistencia social, como lo que hace la Asociación de Bienestar de los Trabajadores o lo que hacen otros?”.
 
Autocrítico, no teme reconocer la realidad de una Iglesia que padece, dice, por la pérdida de la fe, pero al mismo tiempo es optimista, incluso cuando el entrevistador al cierre del encuentro intenta ponerle trampas y le pregunta:

“Si la palabra no estuviera tan cargada en estos días, ¿te llamarías fundamentalista?”
Monseñor Oster con su habitual sonrisa le responde:

“Nos gusta asociar el fundamentalismo con la violencia. Y yo estaría radicalmente en desacuerdo con eso. Pero si es en el sentido del ‘esforzarnos por ser radicales para amar’, entonces sí, pues eso es lo que quiero ser, sí, por supuesto”.

“¿Es posible que seas un evangélico de manera católica?”, pregunta el entrevistador, recibiendo una respuesta sabia…

“Si evangélico significa que me preocupo por el Evangelio, por leer la Sagrada Escritura y esto, primero que nada, para entender la verdad y tratar de vivirla, entonces me gusta”.

 

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