Opinión

Regalos del Espíritu Santo

Querido San José:

En este miércoles de junio a caballo entre la fiesta de Pentecostés y de la Santísima Trinidad quiero compartir contigo la alegría inmensa que vivo al llegar a la catedral de Calahorra el domingo pasado. Allí el Espíritu Santo está muy presente. Dios no se cansa de llenarnos de su amor y de sorprendernos y hacernos regalos. Unos esperados y otros totalmente improvistos. Todo está preparado por la divina providencia. Pero qué te voy a contar a ti de estos temas si lo vives cada día cuando cuidas de Jesús y de María en Belén, Egipto, Nazaret, Jerusalén y todos esos lugares que recorréis en familia...

Vamos al regalo más grande que es compartido por toda la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, la ordenación sacerdotal de Nacho, un joven al que conozco antes de entrar en el seminario y sigo paso a paso su recorrido hasta llegar al altar como sacerdote. Hemos vivido momentos muy especiales en Calahorra y otros pueblos antes de tomar la decisión de ser sacerdote. Ahí, querido San José, empieza a fraguarse su vocación entre amigos y vivencias especiales además de otros lugares y personas. En Calahorra lo conozco y me ayuda algún día en misa como acólito y en Calahorra tengo la dicha de participar en su gran día donde recibe el don del sacerdocio. ¡Qué misa! ¡Cuántos recuerdos! ¡Cómo me emociono!

Todo para dar muchas gracias a tu Hijo que hace maravillas en unión al Espíritu Santo. Así la voluntad del Padre se hace realidad siempre. El camino de la vida da muchas vueltas y uno se puede perder. Para eso está el Espíritu Santo, para dar luz y evitar caídas por senderos o barrancos. Y también poner personas que guían por el camino que a cada uno le hace feliz. Nacho estaba muy feliz el domingo. ¡Y los presentes también! Terminaba un camino de años que al final llega a lo alto del monte para ver todo desde la altura y dar gracias a Dios con todos los que están a su lado cada día. Ahora se abre una nueva senda; bueno es continuación de la que ha empezado, pero cambia radicalmente al ser ya sacerdote. Para eso cuenta con una ayuda muy especial, los santos que cuidáis de él desde el cielo. Y ahora entramos en el segundo regalo del Espíritu la tarde de Pentecostés.

El momento del rezo de las letanías invocando a los santos mientras el ordenando está postrado en el suelo es algo... ¡Hay que vivirlo para saber lo que supone y describirlo bien! Lo dice uno que lo vive hace casi 12 años. Los santos unidos al Espíritu Santo gozan de un hijo de Dios que va a ser sacerdote. Se invocan los santos de la Iglesia universal sin faltar San José, los de la diócesis y los de la devoción personal del que se ordena. Se van mezclando unos y otros hasta que llega uno que nunca había oído y que me hace dar un salto de gozo por dentro, ¡mi querido Beato Narciso Estenaga! El obispo nacido en Logroño y asesinado en 1936 por odio a la fe cerca de Ciudad Real, lugar donde ejerce su ministerio episcopal. Además se añade algo que es ya el culmen... ¡y compañeros mártires! Sí, cuando escucho en medio de las letanías "Beato Narciso Estenaga y compañeros mártires", no me lo creo, pero es verdad, por fin este beato riojano es invocado en una celebración diocesana. Y con él a todos los mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España. Hay unos cuantos riojanos, pero no entramos en eso porque si no esto no termina, querido San José. Es hora de parar y dar gracias por esta elección que ha hecho Nacho al incluirlo en las letanías. Me acuerdo de ese libro "Novatos y mártires" en el que aparece su biografía dentro de una novela que narra el primer curso de universidad de dos novatos y en el que también te haces muy presente. Ahora todo lo que se cuenta en esa novela cobra mucha más fuerza porque se hace realidad lo que sueña el autor de la novela, que el Beato Narciso Estenaga empiece a ser conocido en su tierra y sobre todo por los jóvenes. Y damos paso al tercer gran regalo del Espíritu Santo en la tarde de su solemnidad.

Cuando llego a la catedral todavía queda más de media hora para comenzar la celebración. Me encuentro un numeroso grupo de adolescentes y jóvenes que están vestidos con alba dando los últimos repasos a la ceremonia. ¡No un par de ellos o cuatro o seis a lo más, como es lo normal, sino más de diez! ¡Más de 10 chavales felices ayudando en el altar durante la ordenación de Nacho! ¡Esto da mucha esperanza! ¡Esto sólo lo puede mover el Espíritu Santo! ¡Esto muestra que el Beato Narciso está poniendo los ojos en los jóvenes riojanos! Cada uno tiene su oficio y hay para todos: velas y cruz procesional, incienso y naveta, campanillas, servir el altar, guiar a los sacerdotes para la imposición de manos,... Una celebración así, querido San José, se lo merece y ojalá se repita pronto sin que sea una ordenación sacerdotal. Cualquier misa solemne de la diócesis tendrían que volver esos chavales u otros a dar vida y muestras de que cuando uno participa así de la santa misa, todo se ve de otro modo. Mientras los veo por el altar me acuerdo de ese otro libro con el que también tienes mucho que ver, "La casa de San José". En él se narra de manera novelada el encuentro contigo de varios chicos de bachillerato que van a empezar la universidad y en ese verano entre acabar el colegio y pasar a la universidad, van a misa a un monasterio que tanto queremos y allí ayudan en la misa y adoración al santísimo. Lo que ahí se describe dentro de un relato novelesco lo veo en vivo de una manera que nunca hubiera imaginado ni siquiera en una novela. ¡Cuánto me quieres querido padre San José...!  

Vivir todo esto la tarde de Pentecostés me hacer dar muchas gracias al Espíritu Santo en su día y también ahora al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, para que al celebrar la gran solemnidad de la Santísima Trinidad este próximo domingo, ponga todo esto en el altar y siga dando gracias, muchas gracias por tantas sorpresas que uno vive ante la grandeza de un Dios que se manifiesta como una mano blanda de Padre o un toque delicado de Hijo o un cauterio suave que transforma la vida con los regalos del Espíritu Santo.