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¿Quién es Cristo en este siglo XXI?

Néstor Mora Núñez por Néstor Mora Núñez

13 Marzo de 2025
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La Cuaresma es un tiempo litúrgico de gran valor para los cristianos. En este tiempo recordamos la necesidad de llevar con nosotros tres herramientas espirituales: ayuno, oración y caridad. Esta tripleta de herramientas se hace presente en nuestra vida gracias a la voluntad que Dios pone en nosotros. Voluntad que se apoya en Cristo, que es Camino, Verdad y Vida. Cristo llena de sentido cada una de ellas. Por eso conviene preguntarnos: ¿Quién Cristo para el ser humano del siglo XXI? y después ¿Quién es Cristo para nosotros?

Estas preguntas son complejas y dan lugar multitud de respuestas. Respuestas con una gran cantidad de variaciones y matices. Recordemos que Cristo preguntó a sus discípulos qué decían de Él la gente de su tiempo. Los israelitas del siglo I no tenían una visión clara ni concreta del Señor. En el mejor caso, lo asimilaban a lo que conocían: un profeta que proclamaba a Dios. Pero el Señor quería que los Apóstoles dieran un paso más allá. Quería que pensaran y fuesen conscientes de la trascendencia de la pregunta. Por eso les pregunto qué era lo que ellos pensaban. Todos callaron inicialmente, pero Pedro se atrevió diciendo:

 

Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. (Mt 16, 16)

 

Cristo le respondió:

Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos (Mt 16, 17)

 

Traslademos estas mismas preguntas al tiempo en que vivimos: ¿Quién es Cristo para el ser humano del siglo XXI? y ¿Quién es para nosotros? Las respuestas vuelven a ser muy variada y rara vez se basan en la revelación contenida en los Evangelios. Como norma general, damos más verosimilitud a lo que "sentimos". Hablar de algo tan personal como la emotividad, nos hace sentirnos seguros. ¿Quién puede negar lo que sentimos? El problema es que lo que sentimos puede no ser totalmente verdad o quedarse en una cómoda superficialidad.

Lo que nos muestran los Evangelios se ignora o se adecúa a lo que nos interesa decir. En el mejor caso, los Evangelios se usan de forma sesgada para presentar un Cristo que se ajuste al momento y que cambia según los contextos en los que vivimos. Actualmente y de forma general, a Cristo se le reconoce como un medio útil para resaltar de los aspectos sociales que nos interesan. ¿Qué aspectos sociales podemos se resaltan?

En un mundo marcado por los conflictos, desigualdad y polarización, muchos subrayan el mensaje de Jesús sobre el amor al prójimo, la empatía y el cuidado hacia los menos favorecidos. Su enseñanza de "ama a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31) resuena mezclado con ideales humanitarios y discursos sobre derechos. Asimilamos el amor con Cristo, pero de forma difusa y adaptativa. El "amor" lo definimos mirándonos a nosotros mismos sin diferenciar la imagen de Dios y lo que el pecado distorsiona. Esto genera muchos enfrentamientos entre nosotros.

¿Ha indicado Cristo una referencia clara para entender cómo tenemos que amar a Dios y a nosotros mismos? Sí. Ha dejado muy clara, pero la olvidamos. El primer y más grande de los mandamientos es "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mt 22, 37). Después, una vez amamos a Dios y vemos su huella en nosotros, podremos amar la imagen de Dios que vemos en nuestro prójimo. Amar todo, sin ser capaces de discernir conlleva grandes problemas internos y externos.

La figura de Jesús también se presenta como un activista defensor de los pobres, sin meditar sobre qué significa ser "pobre de espíritu" (Mateo 5:3) Se nos presenta a Cristo como crítico de las injusticias sociales de manera muy cercana a la propuesta por la teología de la liberación. Si las injusticias no se valoran como tales, preferimos callarnos para ocultar la ideología que nos guía. De esta forma, Cristo se convierte en una herramienta que inspira a activistas y líderes sociales actuales.

Vivimos en una era de secularización y perdida del significado simbólico de la Fe. Jesús es destacado como un guía espiritual al que todo le parece bien. Un guía útil y utilitario, que olvida toda conexión con lo trascendente o místico. Esto se puede ver en películas, series, música, comics y arte, donde a se adaptada a Cristo a sensibilidades del mundo en que vivimos. Estas representaciones suelen destacar su humanidad, su cercanía con la gente común y su mensaje universal. No es raro encontrarnos con imágenes de comic que nos proponen un Cristo campechano e indiferente con la espiritualidad. En la música de ámbito religioso (góspel, rock cristiano, etc), Cristo aparece como inspiración para temas de redención, esperanza o rebeldía, adaptándose a los gustos y lenguajes que generan más seguidores. Cristo se muestra por medio de miles imágenes humanas, muchas veces contradictorias entre ellas. Cristo es infinitamente más que la superficialidad de todas y cada una de estas imágenes.

Desde el enfoque sociocultural, Cristo no se muestra como un signo de Dios en la tierra, sino como el espejo de las sociedades que lo utilizan. Su imagen se transforma para reflejar valores de inclusión grupal, la resistencia a lo externo o la espiritualidad que se busca promocionar. Cristo sigue siendo relevante en muchos contextos porque se adapta a las voces, ideologías y luchas de cada grupo social. Cristo sigue siendo para muchos un "profeta", pero al estilo sociocultural del siglo en que vivimos.

Esto nos lleva a la segunda pregunta, quizás la más importante: ¿Quién es Cristo más allá de lo sociocultural? Pero cuidado, porque podemos caer por el otro extremo. ¿De quién hablamos? ¿Hablamos de un Cristo personal creado a nuestra imagen y semejanza? ¿Lo consideramos más "un qué" que un "Quién"? ¿Es mi cristo, el cristo de mi grupo o el Hijo de Dios vivo?

Personalmente, me quedo con lo que dijo san Pedro: "Tú eres el Ungido (Cristo), el Hijo del Dios viviente". Si tengo alguna duda, me centro en todos y cada uno de los siete "yo Soy" que nos relata el Evangelio. Por ejemplo, Cristo de sí mismo: "Yo soy el Camino, Verdad y Vida". Nadie puede llegar al Padre sin Él. Quien conoce a Cristo conoce al Padre. Conviene releer de vez en cuando Jn 14:6-8, que nos lo indica de forma muy clara.

Entonces ¿Qué hacemos con el remolino de imágenes, adecuaciones y propuestas que recibimos constantemente? No se trata de rechazar por rechazar. Lo mejor que podemos hacer es aprender de todas las propuestas. Ver al Hijo de Dios en está presente en todas, pero sin quedarnos con las limitaciones y adecuaciones instrumentales que cada una trae consigo. En esta Cuaresma podemos intentar tomar la mano de Cristo para salir del mar de las apariencias humanas, sociales y del marketing espiritual que aturde y enfrenta. Tenemos que negarnos a nosotros mismos para no recrear un cristo personal e intransferible y así poder seguir a Cristo, Hijo de Dios vivo.

 

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. (Mt 16, 24)

 

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