Cuando pienso en todos aquellos que quieren detractar al Papa Francisco, en primer lugar ruego a Dios los perdone, y en segundo lugar una oleada de tristeza profunda me inunda el alma y se me marchitan los girasoles de la esperanza.
Cada vez que me dejo llevar por la tentación de preguntar a la gente de diferentes lugares del mundo que piensan del Papa Francisco, la mayoría me contesta, que: es Un Buen Pastor, un Mensajero del Amor de Dios, que anuncia al Dios de la vida, que habla simple, que muchos que estaban lejos están volviendo y otros que nunca estuvieron se acercan.
Entonces si Él es Francisco, el Pastor que cuida al rebaño, que apacienta los corderos, que es la sencillez y la simpleza personificada, ¿Qué molesta tanto a algunos?
¿Que denuncia el horror de la esclavitud y la complicidad de las estructuras?
¿Qué le entra a la pedofilia y separa de sus cargos a los pedófilos y busca justicia?
¿Qué viene a anunciar que la corrupción es un pecado gravísimo?... ¿Qué nadie se salva sólo, que los cristianos tenemos que ir a Dios juntos?... ¿Qué Jesús es amor y es perdón y es dador de vida eterna?... ¿Qué quiere una Iglesia pobre?... ¿Qué los puros de corazón verán a Dios?
Él es Francisco, y como el Pobrecito de Asís, anuncia al Dios de la Vida, y comunica la Palabra de manera simple para que todos podamos entenderla.
Él es Francisco y vive su misión como siempre la vivió, de manera simple, sin ostentaciones, recibiendo a todos, esperando al pueblo con una sonrisa, y con un abrazo.
Él es Francisco, y el gesto que más nos atraviesa a todos es cuando no quiere que nadie se arrodille ante Él. Ese simple gesto en el fondo define toda una manera de pensar y actuar.
Él es Francisco, siempre fue así, un Pastor que cuida a su rebaño, en este caso la humanidad, y como todo buen Pastor sale al encuentro de aquellos corderos que están solos, abandonados, que padecen frío, que sufren hambre y sed de justicia, que son víctimas de trata o del narcotráfico, que llevan cruces difíciles de cargar.
Él es Francisco y como el Pobrecito de Asís, habla de un Jesús que es Amor, que es Camino, que es Verdad y que es Vida.
Él es Francisco y como Vicario de Cristo, sucesor de san Pedro, con el poder que Dios le ha conferido para atar y desatar con eco inmediato en el cielo, señalará el rumbo para toda persona, familia y la Iglesia Universal. El Espíritu Santo le asiste, la Santísima Virgen María le protege.