Orando como cristiano

25 de mayo de 2023

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Hay cuatro tipos distintos de oración cristiana: La oración encarnada, la oración mística, la oración afectiva y la oración sacerdotal. ¿En qué consisten? ¿En qué se diferencian?

 

Oración Encarnada.  San Pablo nos invita a "orar siempre". ¿Cómo es posible? No podemos estar siempre rezando, ¿o sí? Lo que Pablo nos invita a hacer es lo que Jesús nos pide cuando nos dice que "leamos los signos de los tiempos". Al pedir esto, Jesús no está sugiriendo que leamos todos los análisis políticos, sociales o económicos que podamos encontrar. Más bien nos invita a buscar el dedo de Dios en cada acontecimiento de nuestra vida. La generación de mis padres llamaba a esto estar en sintonía con la "divina providencia", es decir, observar cada acontecimiento de nuestras vidas y los principales acontecimientos de nuestro mundo, y preguntarnos: "¿Qué está diciendo Dios en este acontecimiento?".

 

Hay que tener cuidado al hacer esto. Dios no causa los accidentes, las enfermedades, el desamor, las guerras, el hambre, los terremotos, el calentamiento global o las pandemias; tampoco causa que nos toque la lotería o que nuestro equipo deportivo favorito gane un campeonato, pero Dios habla a través de ellos. Rezamos encarnadamente cuando captamos esa voz.

 

Oración mística. Orar místicamente no es cuestión de tener experiencias espirituales extraordinarias: visiones, raptos, éxtasis. La mística no consiste en eso. La experiencia mística es simplemente ser tocado por Dios de una manera que es más profunda de lo que podemos captar y entender en nuestro intelecto e imaginación, un conocimiento más allá de la cabeza y el corazón. El conocimiento místico funciona así: Tu cabeza te dice lo que crees que es sabio hacer; tu corazón te dice lo que quieres hacer; y tu centro místico te dice lo que tienes que hacer. Por ejemplo, C.S. Lewis, al describir su experiencia de conversión, nos dice que la primera vez que se arrodilló y reconoció a Cristo, no lo hizo con entusiasmo. Más bien, según sus famosas palabras, se arrodilló "como el converso más reacio de la historia de la cristiandad". ¿Qué le impulsó a hacerlo? Sus palabras: "La dureza de Dios es más amable que la dulzura humana, y la compulsión de Dios es nuestra liberación".  Oramos místicamente siempre que oímos y escuchamos la voz más apremiante de todas en nuestro interior, la que nos dice dónde nos llaman Dios y el deber.

 

Oración afectiva.  Todas las oraciones devocionales (adoración de Cristo, letanías, rosarios, oraciones pidiendo la intercesión de María o de un santo, y otras similares) son, en última instancia, oración afectiva, como lo son todas las formas de meditación y contemplación. Todas tienen la misma intencionalidad. ¿Cuál es ésta? En el Evangelio de Juan, las primeras palabras que salen de la boca de Jesús son una pregunta. La gente le mira con curiosidad, y él les pregunta: "¿Qué buscáis?". Esa pregunta permanece a lo largo del resto del evangelio como un hilo conductor. En la superficie suceden muchas cosas, pero por debajo, siempre queda la pregunta insistente e inquieta: "¿Qué buscáis?"

 

Jesús responde explícitamente a esa pregunta al final del Evangelio, en la mañana de la resurrección. María de Magdala viene a buscarle, llevando especias con las que embalsamar su cadáver. Jesús sale a su encuentro, pero ella no le reconoce. Entonces repite la pregunta con la que había abierto el evangelio: "¿Qué buscas?" y nos da su verdadera respuesta. Pronuncia su nombre con amor: "María".  Al hacerlo, revela lo que ella y cada uno de nosotros buscamos siempre, a saber, la voz de Dios, de tú a tú, hablando con amor incondicional, pronunciando amorosamente nuestro nombre. Al fin y al cabo, eso es lo que todos buscamos, oír a Dios pronunciar nuestro nombre con amor. Toda oración devocional, ya sea la que hacemos por nosotros mismos, por los demás o por el mundo, tiene este objetivo final.

 

La oración sacerdotal. La oración sacerdotal es la oración de Cristo por el mundo a través de la Iglesia. La creencia cristiana es que Cristo sigue reuniéndonos en torno a su palabra y a la Eucaristía. Y creemos que cada vez que nos reunimos, en una iglesia o en cualquier otro lugar, en torno a las Escrituras o para celebrar la Eucaristía, estamos entrando en esa oración. A esto se le suele llamar oración litúrgica; este tipo de oración es la oración de Cristo, no la nuestra. Además, no es una oración en primer lugar para nosotros mismos, ni siquiera para la Iglesia, sino para el mundo: "Mi carne es alimento para la vida del mundo".

 

Rezamos litúrgicamente, la oración sacerdotal, siempre que nos reunimos para celebrar las Escrituras, la Eucaristía o cualquier sacramento. También rezamos así cuando, en comunidad o en privado, rezamos lo que se llama la Liturgia de las Horas o el Oficio Divino (Laudes y Vísperas). Se nos pide que oremos regularmente por el mundo de esta manera en virtud del sacerdocio que se nos confirió en el bautismo.

 

Un cristiano maduro y espiritualmente sano reza de estas cuatro maneras, y puede ser útil distinguir claramente entre estos tipos de oraciones para rezar siempre y rezar con Cristo.

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