"Testamento" de Jesús

08 de junio de 2023

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La agonía de Jesús en la cruz es, sin duda, el momento más desgarrador de los Evangelios. Entrelaza la maldad y la crueldad del pecado humano con el amor sin límites de Dios, y el dolor de quienes, en aquellas horas de oscuridad, sólo pudieron acompañar impotentes a Jesús en su agonía.

 

Este dolor no es insignificante. San Juan, en su descripción de la pasión y muerte del Hijo de Dios, vincula de modo singular la enormidad de su sufrimiento con la presencia discreta y dolorosa de su Madre. Después de todo, es en la versión de Juan del Evangelio donde aparecen las dramáticas palabras que Jesús pronuncia a María y a su discípulo amado:

 

"Al ver Jesús a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba junto a ella, dijo a su madre: 'Mujer, ahí tienes a tu hijo'. Luego dijo al discípulo: "He ahí a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la tomó para sí" (Jn 19,26-27).

 

Estas palabras resultaron tan significativas que la tradición cristiana ha llegado a referirse a ellas como el "testamento" de la cruz. ¿Por qué?

 

Testamento de la cruz

 

En primer lugar, porque son la expresión de la última voluntad de Jesús: el cuidado de su madre, que había quedado viuda tras la muerte de José y cuyo deber de cuidado recaía, por tanto, en su hijo. No es de extrañar que, justo antes de su muerte, Jesús confíe el cuidado de María a su discípulo predilecto.

 

Sin embargo, eso no es todo. Porque el "Testamento" de la cruz tiene otro significado más simbólico que, desde la perspectiva de nuestra vida espiritual, puede resultar sumamente significativo.

 

La tradición católica ve en la escena representada en la cruz algo más que el deber de cuidar del futuro de la Madre. La relación filial del discípulo amado con María se convierte en figura de la relación del Padre Divino con la joven Iglesia, representada simbólicamente en la persona del discípulo. En adelante, María se convierte también en su madre, la Madre de la Iglesia que la acoge en sí misma.

 

Además, la Iglesia misma descubre así más plenamente su rasgo materno: lleva a la fe a las generaciones siguientes de discípulos y se convierte para ellos en la Iglesia Madre. La teología católica ha condensado esta relación en una fórmula profunda y sabia: Ecclesia Mater - Mater Ecclesiae (Iglesia Madre - Madre de la Iglesia), mostrando así que las reflexiones sobre el misterio de María y de la Iglesia deben compenetrarse y complementarse mutuamente.

 

María: maestra y guía

 

Por último, hay otro nivel del "testamento de Jesús desde la cruz", crucial para nosotros. La palabra griega λαμβάνω (lambano), que aparece en este punto del Evangelio según san Juan, tiene varios significados cercanos. En efecto, puede traducirse tanto como 'tomar' como 'recibir', entre otros significados.

 

Este último tiene un significado más íntimo y personal. Recibir a alguien es hacerle sitio, aceptarlo, acogerlo, entrar en relación con él, abrirse a él. Esto es a lo que nos invita Jesús.

 

Él, en la persona de Juan, nos ofrece a cada uno de nosotros a su Madre, pidiéndonos que la acojamos. Porque cuando encuentre un hogar en nuestros corazones, se convertirá para nosotros en una sabia maestra y una tierna guía, que nos acompañará en nuestro camino hacia Dios.

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