Casi parece el trabalenguas de los tres tristes tigres tragando trigo en el trigal. Es mucho más sencillo. Es el resumen de la solemnidad de todos los santos y el día de difuntos en mis pueblos.
La jornada de ayer dio principio con las misas en los tres pueblos. En La Serna creo que tuve cuatro asistentes, unos pocos más en Piñuécar y Braojos. La tarde, para el responso en los cementerios y la bendición de sepulturas, una por una, en cada uno de ellos. Esta tarde misas de difuntos en las tres parroquias.
La primera pregunta es la de siempre, que si merece la pena celebrar en La Serna ayer para cuatro personas y posiblemente hoy menos. Un compañero me lo decía hace unos días: ¿te merece la pena celebrar para tres o cuatro? Respondí primero con los números en la mano, porque si en La Serna, con cien empadronados, van cuatro, eso quiere decir que es el 4 % de la población. ¿Cuántos feligreses tiene tu parroquia? Me dice: cerca de diez mil. Perfecto. ¿Y si te van cuatrocientos, los dejas sin misa porque apenas llegan al 4 %? Pero es que, aunque no fuera más que Juana… ¿acaso ella no puede asistir a misa el día de difuntos porque su pueblo es pequeño?
En Piñuécar debíamos ser como veinte. Pues suponen el 20 % de los empadronados. Cuántos lo quisieran. Y por ahí en Braojos.
Vuelta la burra al trigo. Por la tarde, visita a los cementerios, responso y bendición de sepulturas una por una. ¿En los tres cementerios? En los tres. ¿Y da tiempo? Me las apaño. Comienzo a las cuatro y acabo… cuando se puede. Es una piadosa costumbre orar por los difuntos y pasar por cada lápida, porque es una forma de personalizar y de saludar a los familiares que se acercan para estar con los suyos en el momento de la bendición.
Todavía esta tarde celebraré tres misas por el eterno descanso de los difuntos. Bueno es con estas misas dejar clara la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio y los sufragios que podemos aplicar por los fieles difuntos. Además, hay algo que me preocupa, y es que en esta sociedad tan secularizada no sepamos aprovechar cada oportunidad de marcar con la cruz nuestras vidas. Dejamos las misas, suprimimos lo del cementerio, la de difuntos en todos los pueblos no merece la pena y acabamos con el viva jalogüin. Muy triste.
La mañana de hoy en casa, escribiendo y preparando la clase de esta tarde en Facebook sobre “Veritatis splendor". Y todavía he sacado un rato para limpiar un canalón, que con estas lluvias me he dado cuenta de que estaba atascado.
Está visto que aquí el que se aburre es porque quiere.