El control ejercido por China sobre la OMS empeoró la epidemia

20 de mayo de 2020

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China comenzó a controlar la Organización Mundial de la Salud hace más de diez años. Ya era algo malo, pero la COVID-19 hizo que fuera algo aún mucho peor.
 
El 12 de mayo, Newsweek anunció que había visto un informe de la CIA en el cual se afirmaba que, en el mes de enero, China había persuadido a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que retrasara la voz de alarma sobre la COVID-19, dándole tiempo a Pekín para almacenar los suministros médicos adquiridos a lo largo de todo el mundo. Antes de que la OMS declarara la emergencia sanitaria el 30 de enero, China ya había importado, entre los días 24 y 29 de enero, más de dos mil millones de máscaras faciales.

La cifra proviene de la Administración General de Aduanas de China, y la demora de la OMS permitió que el Gobierno de Xi Jinping emergiera como la fuerza controladora en el crucial mercado internacional de máscaras, dictando sus precios y distinguiendo entre amigos y enemigos en una «diplomacia de máscaras» que a menudo equivalía a chantaje.

Pero, ¿por qué, exactamente, la OMS se subordinó a Xi Jinping? La historia es más complicada de lo que muchos creen. Si bien la atención mundial se ha centrado en el actual director general de la OMS, el ex ministro de Relaciones Exteriores etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, de hecho, los intentos por controlar la organización llevados a cabo por China comenzaron al menos diez años antes de que el mismo fuera electo en el año 2017.

SARS, sustracción de órganos y una directora general de la OMS china

En el año 2002, el SARS azotó el mundo y, mucho antes de la actual epidemia de COVID-19, el Partido Comunista Chino (PCCh) ya había sido acusado de haber retrasado la respuesta mundial a un virus mortal debido a su reticencia a admitir que el mismo se había originado en China.

En el año 2006, los principales medios de comunicación internacionales publicaron las primeras denuncias que afirmaban que el PCCh estaba sustrayendo órganos de presos de conciencia de Falun Gong. El exparlamentario canadiense David Kilgour y el abogado defensor de los derechos humanos David Matas formaron la primera comisión que investigó dichas cuestiones. De repente, la imagen de China se veía empañada por dos acusaciones contra su sistema de salud: una de ellas afirmaba que había puesto al mundo en riesgo al no compartir información sobre el SARS, y la otra, que estaba avanzando en su industria de trasplantes al sustraer órganos de los presos de conciencia. El papel de la OMS era crucial para ambas cuestiones, y potencialmente catastrófico para China.

China reaccionó de manera oportuna y formó una coalición de países, los cuales en el año 2007 eligieron a una funcionaria china, Margaret Chan, como nueva secretaria general de la OMS, quien fue reelecta en el año 2012 por un segundo mandato de cinco años. La misma eficazmente dejó sin efecto cualquier intento de hacer que la OMS investigara la cuestión de la sustracción de órganos o la responsabilidad de China ante el SARS.

Chan contra Taiwán

Cuando en el año 2016, Tsai Ing-wen, percibido por Pekín como contrario al PCCh, fue elegido presidente de Taiwán, Chan puso fin a la participación de Taiwán como observador en la Asamblea Mundial de la Salud (AMS), el máximo órgano de decisión de la OMS.

En años anteriores, Chan y China ya habían maniobrado para excluir a Taiwán de las reuniones de la AMS, donde se tomaban las decisiones más importantes. Chan también efectuó varios nombramientos cruciales, y varios de sus designados aún conservan sus puestos.

Ingresa Ghebreyesus

En el año 2017, Ghebreyesus fue electo, una vez más, por una coalición en la que China desempeñó un papel clave. No solo Etiopía posee estrechos vínculos con China, sino que Ghebreyesus mostró inmediatamente sus verdaderas intenciones al nombrar al exdictador de Zimbabue, Robert Mugabe (1924–2019), como embajador de buena voluntad de la OMS. Zimbabue es uno de los países del mundo más estrechamente vinculados a China, pero muchos consideraron a Mugabe como un criminal responsable de terribles abusos contra los derechos humanos. La protesta internacional finalmente persuadió a Ghebreyesus para que revocara su controvertido nombramiento.

Los elogios de Ghebreyesus hacia China y el presidente Xi Jinping consistentemente han sido extravagantes y vergonzosos. Hasta el 28 de enero de 2020, Ghebreyesus estuvo celebrando reuniones con Xi Jinping y elogiando «las ventajas del modelo chino» en términos de «efectividad, velocidad» y, sí, «transparencia».

El virus, la OMS y China

Antes de la crisis de la COVID-19, la actitud prochina de la OMS podía parecer irritante pero no inmediatamente peligrosa. La posición de la OMS sobre Taiwán resultó ser particularmente crítica. El 31 de diciembre, Taiwán le informó a la OMS sobre la presencia en Wuhan de una neumonía letal causada por un virus similar al SARS. Teniendo en cuenta dicha información, las autoridades de Taiwán actuaron de forma inmediata. Durante la tarde del mismo 31 de diciembre, comenzaron a controlar el estado de salud de los visitantes procedentes de Wuhan, lo que salvó a Taiwán de las peores consecuencias del virus. No obstante, la OMS ignoró la información proporcionada por Taiwán solo porque provenía de Taiwán. Ahora afirma que el mismo día, 31 de diciembre, China también le había informado a la OMS sobre una «neumonía atípica» en Wuhan. Probablemente, el correo electrónico de China llegó después del de Taiwán, pero el punto principal es que la OMS minimizó el problema, considerándolo algo de poca importancia.

Durante el mes de enero de 2020, Ghebreyesus se opuso constantemente a las sugerencias de declarar a la COVID-19 una emergencia mundial. El 22 de enero, aún afirmaba «no nos engañemos, es un problema urgente para China, pero no a nivel internacional, a pesar de que podría llegar a ser internacional en el futuro». Esperó hasta el 30 de enero para proclamar a la COVID-19 como una crisis internacional, pero especificó lo siguiente: «con esta declaración, no pretendemos desafiar a China. Por el contrario, la OMS confía plenamente en que China será capaz de contener la epidemia».

Según Newsweek, la CIA ahora afirma que la OMS no retrasó la alerta por mera incompetencia ni para apoyar la propaganda política del PCCh. La CIA cree que la OMS estaba comprando intencionalmente tiempo para que China pudiera acumular máscaras en anticipación a lo que vendría después.

En cualquier caso, tal y como argumentó el diario francés Le Monde, «China marcó la pauta y los tiempos» de todas las reacciones de la OMS ante la epidemia. Ya es suficientemente malo que la OMS actúe como portavoz de un régimen totalitario en tiempos normales. Durante una crisis tan global y mortal, la sumisión de la OMS a China y al PCCh causó la pérdida de innumerables vidas humanas. En cuanto a la comunidad internacional, revisar el papel de la OMS y sus vínculos con China es algo que no puede seguir siendo retrasado.

 

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