Una avalancha lo lleva todo ante sí. Prácticamente no existen fuerzas humanas que puedan detenerla. Los daños que provoca son incalculables.
En el mundo hay avalanchas de mentiras. A nivel pequeño: ese chismorreo que repite una y otra vez una historia falsa que ya muchos consideran verdadera. A nivel grande: cuando una "noticia" o un texto manipulado gira y gira, pasa de blogs a prensa, luego a libros, luego a Wikipedia, luego nuevamente a libros y libros... La avalancha resulta incontenible. La mentira ha triunfado y domina las mentes y los corazones de millones de personas.
Alguna voz tímida avisa del error, denuncia el engaño, busca señalar cómo empezó toda la mentira para extirparla. No hay casi nada que hacer: es tan fuerte la mentira repetida miles de veces que ponerla en duda a muchos les resulta absurdo, incluso peligroso.
Pero por más que una mentira se repita una y otra y otra vez, la verdad conserva todo su valor, y la mentira un día desvelará su inconsistencia.
Mientras llega ese día, en el mundo de hoy, como en el pasado, algunos héroes de la verdad superan el engaño, ven las cosas como son, ayudan a otros a quitarse la venda. Son hombres y mujeres que a veces carecen de medios, pero que saben razonar de modo sencillos, con ese sentido común que tanto asusta a los profesionistas del engaño.
Gracias a esos héroes se puede levantar un pequeño dique ante tanta mentira. Los ojos empiezan a ver que lo defendido como derecho era un crimen, y que aquel sistema político tan alabado era un engaño colosal.
En el camino de la historia humana hace falta pedir a Dios fuerza para ver las cosas como son, perspicacia para no sucumbir a las mentiras, y valentía para proclamar, como lo hizo Cristo, la verdad que salva y que ennoblece nuestras vidas.